Malas decisiones y linchamientos mediáticos (I)

Hernán Alvarado *

Keylor Navas, Bryan Ruiz y Celso Borges, tres pilares de la hazaña de Costa Rica en Brasil 2014, se lanzaron a un juicio contra dos exdirectivos de la Federación de Fútbol, por unas declaraciones difamatorias de Adrián Gutiérrez, quien dijo en el programa 120 minutos, de Radio Monumental, que ellos habían amenazado con perder tres partidos seguidos, en caso de continuar Jorge Luis Pinto como seleccionador nacional cuatro años más. Palabras repetidas, poco más o menos, por Juan Carlos Román en el programa Oro y Grana. La «amenaza» se basaba en una cláusula «confidencial» del contrato del DT, que establecía dicha eventualidad como causal de ruptura [1].

Desde la parte querellante se habló de acusación falsa y «muy grave», de «dignidad cuestionada» y, desde luego, de afectaciones psicológicas; pues los directivos pusieron en entredicho la ética deportiva de quienes han sido capitanes de la sele. Varias aristas de este juicio merecen un comentario, lo que se hará a lo largo de tres aproximaciones sucesivas.

Para empezar, si los jugadores mencionados se atrevieron a amenazar al presidente, ¿qué se hizo al respecto? Correspondía actuar en el acto, o a la menor brevedad posible, ya que esto ameritaba hasta la expulsión del equipo. O bien, se pudo haber dado una lección a los muchachos señalándoles el error, tal vez junto con un castigo o multa, según la usanza. Por otro lado, no tomar medidas pudo haber dejado la cosa del tamaño que era; como una barrabasada que, a lo sumo, prendía una alarma sobre una tensión entre jugadores y director técnico (DT).

Ahora bien, en un conflicto semejante, la motivación de los jugadores de por sí decae, así que puede perderse algunos partidos, suponiendo que se enfrenta a equipos mejor cohesionados. A veces, el grupo o un integrante juega tan mal que parece a propósito; no obstante, jamás se ha concedido nada a la hipótesis de un acuerdo previo para perder. Lo que sucede es todo lo contrario: el equipo pierde porque no logra ponerse de acuerdo. Quien conoce un camerino sabe bien que un complot así es prácticamente imposible y sería dificilísimo disimularlo, puesto que casi todo grupo tiene fisuras y fugas de información. En estos casos, se trata de grupos de 25 o más personas. Para colmo, si los jugadores decidiesen actuar contra sí mismos, en el terreno de juego puede que ni lo recuerden, puesto que juegan con tan poco oxígeno que a menudo olvidan hasta las instrucciones del DT. Entonces, aquella frase fue, a lo sumo, desafortunada; solo haciéndose un tanto el menso se la puede tomar en serio, como si fuera una amenaza.

No es de recibo, entonces, que Eduardo Li, expresidente de la Federación, único testigo presencial de la defensa, haya ido a decir tan campante lo que ocurrió sin haber hecho nada al respecto. ¿Mandaron, entonces, los jugadores y los asistentes técnicos? ¿Cedieron los directivos a una extorsión? Poco tiempo después, Li terminó en la cárcel, por lo que esto pasó a segundo plano. Pero ahora ha quedado clara su actuación displicente y negligente. Y en ese error primordial se originan los demás.

Y no solo no actuó como debía, sino que Li rompió el contrato con Jorge Luis Pinto con base en ello, así que este tuvo que irse con el triunfo en el bolsillo y la boca tapada con el secreto «mejor guardado» de Brasil 2014. Mientras tanto, Li desencadenaba un rumor de vastas consecuencias, al punto de que otros dos terminaron ventilando el asunto por la radio. En boca de directivos que no mostraron, entonces, autoridad, ni criterio, ni sentido de prudencia; y que obviaron lo elemental, que los trapos sucios se lavan en casa y jamás será la prensa el medio adecuado para dirimir temas disciplinarios delicados. De modo que una decisión inicial omisa fue seguida por unas declaraciones irreflexivas. Y todo esto suponiendo que pudo haber sido cierto lo dicho por los jugadores. Ni hablar si, como afirman ellos mismos, la frase nunca salió de sus bocas. Lo cual permite comprender fácil su indignación, punto favorecido por la sentencia.

Por otra parte, las desafortunadas declaraciones de marras no tuvieron, entonces, la importancia que los jugadores les atribuyeron y ya eran pasto del inclemente olvido; su afán resarcitorio, de pleno derecho, las recicló, volviendo a quedar expuestos al linchamiento mediático y de redes sociales. ¿No hubiera sido mejor dejar que la amnesia general siguiera devorando hasta el último vástago? Y ahora, ¿ante quién defender su honra otra vez mancillada, a quién más llevar a los estrados judiciales? Por dicha, todo es, en realidad, polvo que el viento se llevará más temprano que tarde…

[1] Se pasará por alto el sin sentido de esa cláusula, tanto como la misteriosa fuga de esa información; incluso la sospecha de los jueces de que nunca existió en el contrato de Pinto, según fuera confirmada por la sentencia leída el 26 de marzo del 2021.

*Publicado en https://gazeta.gt/malas-decisiones-y-linchamientos-mediaticos-i/ Compartido con SURCOS por el autor.

Imagen principal tomada de Columbia