Nuestras chorreadas de maíz y la agricultura nacional

Omar Miranda

Mientras desgranaba este maíz criollo maicena, producido junto con Chino en Turrubares, se me han colado por ahí recuerdos gratos de mi madre, que en tiempos de vacas flacas nos sacó adelante con sus tortillas, y la verdad, también de otros tiempos más difíciles de digerir.

Si nosotros, en una pequeña parcela tuvimos la llegada de los pericos y para terminarla de hacer de un condenillo pizote, qué difícil será para las familias productoras sacar una milpa adelante y así tener a lo largo de los meses sus cosposas, chorreadas y el maíz para sus tortillas y engordar un chanchito.

Podríamos hablar largo y tendido sobre este tema, pero bueno, solo hablemos de las semillas criollas de maíz que las han ido desapareciendo a falta de políticas estatales de estímulo; y por supuesto, favoreciendo la supuesta modernización del agro con «semillas mejoradas» que funcionan, (¿faltaba más?) junto a su paquete de agroquímicos.

O sea, además de los riesgos que tiene la agricultura, hay que tener plata en mano.

En todos estos años pasados y ahora ni se diga con el tal Deschaves, la agricultura en general y ni se diga la familiar, han sido severamente desestimuladas por políticas estatales que desincentivan la producción nacional, en muchos productos bajo un supuesto mentiroso de libre mercado que hace bajar los precios.

Los ejemplos sobran con las mentiras del arroz, los aceites, huevos, etc.