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Otro adefesio para la Asamblea Legislativa

Por Isabel Ducca D.

 

Siendo presidente de la Asamblea Legislativa don Henry Mora J., nos quisieron imponer el adefesio no.1; lo defendía el expresidente como algo novedoso y estético. Ya repliqué, en ese momento, acerca de la estética de los adefesios en la era neoliberal. Ahora, voy a centrarme en una interpretación personal del nuevo: la torre legislativa. Las imágenes que han circulado por la prensa y en las redes sociales, anuncian una torre sin ventanas externas que sobresale del resto de las edificaciones circundantes.

En el Tarot, la torre es una carta negativa, anuncia un cambio problemático; previene sobre la urgencia de planear con los pies puestos en la tierra; es decir, recomienda construir sobre cimientos sólidos y no sobre vanas ilusiones, aconseja no vivir en castillos en el aire. Se le asocia con los siguientes aspectos: vandalismo, confusión, desmoronamiento, ruina, rabia, misoginia, peligro, destrucción, colapso, entre otros. Llama la atención a tener cuidado con la ambición desmedida.

La torre suele ser signo de poder. Desventurados e ingenuos quienes crean que se trata de una representación del poder del pueblo costarricense. ¿A cuántos o a cuántas han convocado para que expresen arquitectónicamente una visión del encuentro democrático? Nulo. Se trata de una concepción vertical y autoritaria del poder digna de la dictadura neoliberal que nos entonta desde hace treinta años. Se trata de una torre para maquillar esta tiranía.

Recordemos que cuando Sancho Panza renunció, hastiado de las agresiones y burlas recibidas por su buen y justo gobierno en la ínsula, se fue a consolar con su asno, lo abrazó y, llorando, le dijo:

-Venid vos acá, compañero mío, y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias; cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años, pero, después que os dejé, y me subí a las torres de la ambición y la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos.

En el universo cervantino, el poder es una torre de ambición y soberbia. Nos imponen, esta vez, una torre sin ventanas; desde la torre no se observa hacia el entorno. Una vez más se niega el mundo circundante, la realidad callejera, esa de los de a pie; los Nadie nos nombraba Eduardo Galeano. La torre se ve a sí misma, puede mirar para adentro, puede regodearse en una autocontemplación; prohibido ver hacia afuera. El ego neoliberal no admite diálogo. La iluminación viene desde el cielo, por una abertura alcanzable, aparentemente, por vista aérea desde una nave, pues no hay edificio cercano que le llegue a mediana altura o la sobrepase. Ellos, los antiguamente, representantes del pueblo, se encierran. ¡Los encierros suelen sinónimos de prisiones! Y hay prisiones simbólicas.

Por otra parte, no nos olvidemos que, en los cuentos infantiles, la princesa siempre está encerrada, secuestrada y aislada en una torre. Generalmente, la torre tiene una ventana única desde la cual la prisionera puede dar señales de vida para ser rescatada por el príncipe o algún aldeano que se apiade de ella. Aquí no hay ventana u orificio que rompa el cerco completo de la mole.

El diseño va tomando tintes de secuestro, terror, ocultismo o algo similar.

No hay que despreciar el lenguaje de Hollywood; su simbología también ha calado en nuestro inconsciente colectivo. Siempre me ha llamado la atención que en los filmes, de pacotilla o de calidad, el ladrón, el malo de la película, el asesino en serie que no logran encontrar o el psicópata inteligente, tiene una guarida en el sótano. El sótano, como lugar donde se fraguan delitos contra seres indefensos, es una obsesión hollywoodense.

Sin embargo, el sótano también es un regreso al origen materno, al útero de la Madre Tierra. Cabe recordar que Odiseo, en su afirmación patriarcal vence a dos diosas representantes de la religión ctónica, de la Madre Tierra, las dos viven en cuevas. Calipso le ofrece la inmortalidad con tal de que se quede con ella, el patriarca griego renuncia a la inmortalidad porque prefiere su patrimonio. Quienes lo idealizan sueñan que es por Penélope pero el texto lo dice claramente es por el patrimonio.

Así que en la torre de la dictadura neoliberal, los y las legisladoras van a ¿refugiarse?, ¿esconderse?, ¿aislarse? en un sótano a ¿legislar?, ¿tramar crímenes contra la Madre Tierra, el pueblo y las instituciones públicas como el Combo del ICE, el TLC o la ley de UPOV?

Lo que sí queda evidente y explícito es que se trata de un refugio del poder que le da la espalda al pueblo costarricense y que se niega al diálogo. En el sótano, los dignos representantes de los intereses de las corporaciones y las inversiones extranjeras no oirán a los y las desesperadas indígenas, a las y los agricultores, a los y las ambientalistas, a esos y esas que, como en la canción de Serrat, llegan y llegan más y más a reclamar sus derechos.

¡Como en los cuentos la princesa democrática está secuestrada! Los Nadie, los del pueblo debemos ir a rescatarla. ¡La democracia participativa solo existe y es efectiva en un diálogo social!

 

Enviado a SURCOS Digital por la autora.

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