PÁLPITO DE MADRE

Los cuadros de Jairo Rincón «Labranza»
gimen en desesperanza.
El claro-azul reflejo de nubes
posadas en Los Estoraques
al plañir de dolor claman
humedecen los cetrinos rostros
con gotas de lluvia cual sudor posadas.

Heiner, se llamaba y su madre Deyanira,
lo abrazaba.
José Luis, de 31
a su compañera a recoger pasaba.
Winston, Jesús Alberto,
Robinson a cada carambola carcajadas.

«Desde los tiempos del ruido»
entre ángeles y demonios les disparan.

No alcanzó a decirle a su hijo: ¡No Vayas!
Un pálpito en su corazón
de madre
lo anunciaba.

Y en motos de jinetes
endiablados
Rocían balas
a humildes campesinos
de jornada.
En Oropoma- La Labranza
cerca a Ocaña
hay dolor, odio y furia
desencadenada.
Pasan portadores de la muerte
por vigías del ejército
camuflados.
Rugen apocalípticos
motores
sobre estaciones policiales, condenadas.

Los mártires del campo
dejaron
vacas, siembras, sueños,
empapadas camisas
sangrentadas.

Impera el miedo, el terror.
Y el ministro de la guerra
posa acusando
que al menos allí
un guerrillero aposentaba.
Malvado chulavita
mal nacido
al volver a la ciudad,
muros y paredes
le gritaban:
Los muertos de Oropoma-La Labranza,
te saludan y reclaman!

Carlos Meneses Reyes
10 de marzo de 2.021

 

Enviado a SURCOS por el autor.