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Por qué la capacitación en organización debe ser en condición de autonomía

Por Miguel Sobrado

La capacitación, como habilitación para una actividad, requiere, además de una adecuada instrucción sobre el objeto con el cual se quiere capacitar, de una práctica directa con dicho objeto.

En el primer momento de instrucción la persona o el grupo entran en relación con un instructor o con un manual, donde se informan sobre la naturaleza del objeto en cuyo manejo quieren capacitarse, esto es un paso necesario, pero no suficiente. Para habilitarse en el manejo del objeto debe practicar con él de ahí surge el conocimiento sobre su operación y funcionamiento y se desarrollan habilidades y destrezas en su manejo.

Como se puede observar en los procesos de capacitación en el manejo de vehículos. La primera fase de instrucción la realiza el sujeto que se quiere capacitar con un instructor. Se establece así una relación entre dos sujetos. En la segunda fase, cuando sujeto se monta al vehículo, el instructor pasa a un segundo plano solo para evitar una emergencia, mientras que el sujeto entra en relación directa con el vehículo. Al accionar sobre éste y arrancar su motor, el sujeto recibe información del objeto, sobre su fuerza y dinámica y cómo se articulan en la práctica los diversos componentes del sistema. En este proceso va reconociendo sus calidades operativas y desarrollando destrezas para el manejo, en el mundo real donde transitan personas y otros vehículos. El instructor debe respetar la autonomía del sujeto, para que el proceso de conocimiento y desarrollo de destrezas pueda fluir sin alteraciones, limitándose a intervenir solo en caso de emergencia. Un instructor que limite la autonomía del sujeto pretenda dirigir cada paso en el manejo del vehículo, rompe el clima necesario para que el proceso de capacitación, impidiéndolo o alargándolo innecesariamente.

Así como la capacitación en el manejo de un vehículo requiere de autonomía, la capacitación en organización de los grupos y empresas requiere, más allá de los procesos básicos de instrucción, de una efectiva autonomía en su funcionamiento. Esto es un requisito para que quienes se están capacitando perciban el movimiento de las partes, adquieran conocimientos y desarrollen destrezas sobre el sistema en operación.

Si bien en la vida cotidiana se reconoce la importancia de la autonomía en los procesos de capacitación técnica, esto no opera en la práctica de la misma manera en la capacitación en organización. A pesar de ser los mismos principios cognitivos los que rigen el aprendizaje y la capacitación de los individuos y los grupos. Diversas razones, tales de tipo ideológico y de posición social, como el temor sobre las repercusiones económicas, de prestigio o por control político interfieren y alteran el proceso de capacitación. En el fondo porque no o se sabe capacitar, ni se cree en las capacidades de los sujetos miembros de la organización. La intervención indebida en estos casos, impide que se produzca el proceso de habilitación para el desempeño y que se genere, a contrapelo de los procesos de conocimiento, una especie de ornitorrinco pasivo dependiente, “participulado” por las instancias de poder, poco eficiente o desastroso y frecuentemente corrupto en su operación.

Capacitar en organización no es lo mismo que entrenar

Capacitar a un grupo humano para una actividad autónoma, no es lo mismo que entrenar para el ejército o para el desempeño en una fábrica donde las órdenes y la planificación se definen en instancias superiores.

Para gestar una organización capaz de autoorganizarse, tal como las diversas formas de cooperativas y autogestión creadas para la producción o para resolver servicios comunales de salud o básicos, debe partirse del carácter gremial de la especie humana y la complejidad de intereses personales y grupales intervinientes. Se trata de poner en marcha un proceso de capacitación con autonomía que articule orgánicamente los intereses individuales o de grupos, alrededor del propósito común que los integra como organización y esto no se puede lograr con la visión estrechamente individualista. Es un arte que requiere la visión del poder gremial transformado en una unidad de voluntades con reglas preestablecidas.

La naturaleza de las organizaciones de autogestión requiere de capacitadores, que se hayan formado en organizaciones, de preferencia en los Laboratorios de Centro de la Metodología de Capacitación Masiva desarrollado por Clodomir Santos de Morais, donde se aprende a capacitar en condiciones de autonomía, rompiendo los ciclos de dependencia y desarrollando el potencial de los participantes.

Compartido con SURCOS por el autor.

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