Suicidio y femicidio: ¿cuál mata más?

Dr. Humberto Aguilar Arroyo
Sociólogo.
Docente, Investigador. UNED

La muerte se origina en el nacer. Es un principio universal contra el cual no podemos luchar. La muerte puede ser retrasada, la enfermedad tratada pero el fin es seguro.

No obstante, la forma de morir si es de índole social, por tanto, podemos maniobrarla.

Por ejemplo, las muertes causadas por la imprudencia en accidentes de transito, recreativo o laboral. También aquellas que ocurren en los enfrentamientos militares de un Estado contra otro, o por conflictos civiles o contra el crimen a lo interno de una Nación.

Otras formas de morir también pueden ser prevenidas, como son la muerte por contaminación ambiental que así las cosas; a largo plazo provocara un genocidio mundial, o por la carencia de alimentos y disposición de medicamentos.

Finalmente se encuentra la muerte causada a mediano y largo plazo por los estilos de vida insalubres como son la ingestión de “comida chatarra”, consumo de sustancias toxicas legales e ilegales, etc.

En suma, si podemos prevenir para no exponernos a condiciones que tengan por resultado una muerte temprana, pero no podemos prevenir la muerte. Podemos elegir conscientemente la forma de morir si somos conscientes de las formas de vivir.

Esta pequeña introducción la considero importante para contextualizar el tema del suicidio-femicidio.

La sociedad costarricense ha sido convulsionada por la frecuente recurrencia de muertes perpetrados contra mujeres.

Nadie merece morir en manos ajenas. Mi vida me pertenece y es un derecho del cual soy responsable. Esa condición es lo que me configura como persona libre.

A continuación, vamos a contextualizar sociológicamente el femicidio y su vinculación con el suicidio femenino.

El femicidio como parte del crimen, entendido como la acción que sega una vida sin su consentimiento, se ha incrementado en la ultima década. ¿A que factores obedece? ¿Como podemos sociológicamente explicarlo?

El homicidio y el femicidio así como su otra cara de la moneda: el suicidio, forman parte del escenario de la violencia estructural que vive la sociedad posmoderna, en la cual desde luego se encuentra Costa Rica.

En la sociedad tradicional de fines del siglo XIX y que culturalmente se prolongo en el caso de las naciones del tercer mundo hasta mediados del siglo XX, el perfil de las relaciones sociales, la interacción y socialización entendida como la creación y puesta de valores, creencias y tradiciones fueron totalmente trastocadas por la emergencia de la nueva sociedad de la información y el conocimiento.

El homicidio desde muy temprana la vida humana ha acompañado la vida social. Recordemos el fratricidio perpetrado por Caín contra Abel.

Sin embargo, estadísticamente es durante finales del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI, en que se ha incrementado en todo el orbe mundial.

¿Es solo la “maldad” intrínseca en la naturaleza humana la causa principal del homicidio y del femicidio; como lo planteaba el pensador clásico Thomas Hobbes? Si es así, podríamos deducir que como los femicidios en su mayor parte los cometen los varones, entonces los hombres son mas “malos” que las mujeres, y que la mujer es una victima pasiva y neutral del varón agresor.

Interesante escenario que se contrapone con el habitus creado en nuestra cosmovisión. Veamos.

Según la religión judeo-cristiana, Dios (valga aclarar que sin que se haya explicado racionalmente, en la consciencia del creyente se crea una figura masculina, en el calificativo de Padre) el cual creo a Adán (primer hombre) a su imagen y semejanza y de segundo y a partir de él (costilla) a la mujer. Con lo cual se hace entender la dependencia biológica existencial de la mujer con respecto al hombre.

Por otra parte, la mujer fue creada para complementar la vida de Adán, pues se “sentía solo” en el Paraíso (véase pasaje en el libro del Génesis al respecto).

La mujer sin vida intencionalmente propia, “comete” el gran error y se hace artífice de introducir el “pecado original” que nos deshereda de la vida eterna.

En resumidas cuentas, la mujer es la “pecadora” que hace caer en pecado al “santo” Adán. Y con ello condena a toda la humanidad, tremendo karma sobre los hombros femeninos.

Esta visión teológica patriarcal y machista, ha contribuido a configurar una imagen concebida de lo que es, debe y debería ser la mujer en sus roles personales y de interacción social; condenándola históricamente a sufrir el escarnio de la insensatez e ignorancia de los varones según las prescripciones culturales de cada periodo histórico.

Hace muy pocos siglos la mujer no era considerada como persona.

En la Edad Media, miles de mujeres fueron condenas a la hoguera, la horca o decapitas al encontrarlas culpables de hechicería o herejías por parte de la Santa Inquisición.

El 8 de marzo de 1857 una multitudinaria manifestación publica de obreras y obreros pertenecientes a una fábrica textilera de Nueva York, fue brutalmente reprimida por la policía, cobrando la vida de más de 120 mujeres. fueron asesinadas por la policía de Nueva York,

El 25 de marzo de 1911, en la fábrica textil Triangle Shirwaist en esta misma ciudad; 123 mujeres y 23 hombres son encerrados y calcinados por los empresarios en complicidad con la policía. En su mayoría eran migrantes judío e italiano.

Su pecado: reclamar la disminución de la jornada laboral que en ese entonces podía llegar hasta las 18 horas diarias, sin derechos a ninguna compensación social y medica.

Durante la primera y segunda Guerra Mundial, miles de mujeres fueron violadas y masacradas por los distintos ejércitos sin importar el bando militar.

Similar escenario dantesco represento la conquista española contra las mujeres de los pueblos originarios de América.

En nuestro país, la mujer no existía como persona jurídica, pues es hasta la década de 1950 en el que adquiere el derecho de votar, por tanto, a tener una identificación como ciudadana.

Con esta corta y apretada remembranza, lo que queda en evidencia es que el femicidio ampliado no es nada nuevo y que ha obedecido a factores de dominación, explotación y control de parte de hombres si bien de “carne y hueso”, pero determinados en y por una institucionalidad religiosa, cultural, militar, económica y política hegemónica.

Desde luego que el femicidio lo cometen hombres, pero estos se encuentran sociológicamente contextualizados.

El concepto de patriarcado, machismo y sus antónimos matriarcado, feminismo, son etiquetas que poco aportan en el esclarecimiento de la problemática, si estos no se articulan y vinculan con los procesos macroeconómicos sociales y culturales.

Indicamos que el crimen dentro del cual contemplamos el homicidio, femicidio y suicidio pertenecen y son formas expresivas de la violencia social estructural, la cual la entendemos como las condiciones distintas y múltiples de negación de la vida mediante actos legalmente legítimos o no. Es decir, como una condición de explotación de humanos por humanos determinados en y por una clase social.

Estamos acostumbrados y acostumbradas, a esperar ver datos y números cuando escuchamos o leemos el concepto de violencia.

Pero poco pensamos en la dimensión no cuantitativa de la violencia.

Para darnos una idea de la condición o perfil de esa violencia social estructural, la vamos a ejemplificar con las siguientes características que subyacen en términos generales en las relaciones de interacción social a nivel cotidiano en casi todos los niveles de convivencia en nuestra sociedad:

Pragmática, utilitarista, finalista, autoritaria y conservadora, chovinista, populista. Mítica mas que racional. Voyerista, cargada de morbo. Prejuiciosa, con violencia pasiva agresiva. Cargada de egolatría, hedonismo, narcisista, homofóbica, xenofóbica, individualista.

La lista de calificativos podría ser mas extensa, desde luego, pero su propósito es ubicar el acto del femicidio dentro de este contexto de conducta social manifiesta y/o latente, que considero el “caldo” de cultivo de todo acto criminal.

En otros términos, el femicidio no terminara con la desaparición del patriarcado y el machismo, esto es una cortina de humo o mensaje ideológico que la clase dominante ha querido con toda intensión política establecer para ocultar la verdadera esencia y origen del femicidio.

En resumidas cuentas, el crimen y su correlativo legal, el delito, es un problema de clase.

Enseguida vamos a ocuparnos de responder la pregunta que ha dado origen al articulo, en términos empíricos: ¿Quién mata más: el femicidio o el suicidio femenino?

Para ello vamos a tomar las estadísticas del Poder Judicial encontradas en los Anuarios Estadísticos del O.I.J. correspondientes a los últimos 4 años a efecto de realizar un análisis comparativo.

Veamos la siguiente tabla:

COSTA RICA: Femicidios, Suicidios, homicidios femeninos

Periodo: 2016-2019

                   

      2016

      2017        

 

      2018

      2019

 

Categoría

 

Abs

 

  %

 

Abs

 

 %

 

 

Abs

 

 %

 

Abs

 

 %

Suicidios

 52

 44

 64

 52

 

 73

 53

 56

 53

Homicidio

No Femicidio+

 

39

 

33

 

30

 

25

 

 

39

 

28

 

33

 

31

Femicidios

 11*

 15**

 22

11*

17**

 23

 

18*

8**

 19

9*

7**

 15

TOTAL

117

100

122

100

 

138

100

105

100

Fuente. Elaboración propia a partir de los Anuarios Estadísticos Policiales. Dirección de Planificación. Poder Judicial.

En los últimos 4 años la mortandad femenina por causas violentas (exceptuándose el homicidio culposo) cobró la vida de un total de 482 mujeres, de las cuales 245 fueron por suicidio, representando el 50%.

Las muertes calificadas como femicidios, sumo un total de 96 mujeres, representando el 20% de la mortandad en el cuatrienio.

Por su parte, los decesos tipificados como “homicidios no femicidios” sumo un total de 141, representando cerca del 30% del total de muertes de mujeres durante el periodo.

Como puede observarse, solo es durante el año 2016 que el numero de suicidios es menor al numero de homicidios en mujeres-incluyendo al femicidio.

Durante todo el cuatrienio, los suicidios superan en números relativos al femicidio.

Tal diferencia, en términos porcentuales, puede ser estimada en más de un 63%.

Para concluir, llama poderosamente la atención, que el suicidio femenino con la supremacía que tiene sobre las otras categorías de muertes violentas; hasta hoy no haya suscitado respuestas organizadas por parte de la sociedad civil, como si lo ha provocado las muertes calificadas como femicidios.

Dejo las posibles conclusiones a quienes tomarán el tiempo para analizar el presente articulo, el cual desde ya agradezco y espero contribuya en alguna medida.

Notas

*Se refiere al criterio establecido por la Ley de Penalización de la Violencia Contra la Mujer (relación consanguínea y/o ámbito de convivencia intrafamiliar o intima).

**Se refiere al criterio establecido por la Convención Internacional de Belem Do Pará. (-femicidio ampliado- como violencia contra la mujer basado en el genero).

+ Esta cifra incluye decesos con informes pendientes para ser tipificados como femicidios.