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Etiqueta: culto a la personalidad

Cardumen chavista

Freddy Pacheco León

Freddy Pacheco León

Dicen los estudios, que el culto a la personalidad es mayoritariamente practicado por los que, por las desigualdades sociales, no han tenido la oportunidad de completar la educación secundaria. Situación relevante a la hora de tomar decisiones, pues no son cualquier cosa, ya que son mayoría en Costa Rica, donde más de dos millones de personas forman ese inmenso grupo de ciudadanos. Cabe anotar que, dentro de los países del «club rico» de la OCDE, por dicha situación, nuestro país ocupa la posición 38, o sea, estamos en el vergonzoso sótano, aunque no preocupe a las desorientadas autoridades de educación.

Como van de la mano, el bajo nivel educativo y el personalismo que le encanta a tal conglomerado de compatriotas, incluyendo sus consecuencias antidemocráticas, creemos que ni a mediano plazo, se podría mejorar esa situación. Demandaría muchos años ir mejorando esa inhumana realidad, y, además, si no existe un proceso bien planificado, una ruta valorable, trazada por las autoridades educativas, para, al menos, mitigar tan grave deficiencia, el problema se mantendrá hasta quién sabe cuándo.

Asimismo, no es extraño, que, en las provincias con mayor pobreza, como son Limón y Puntarenas, el culto a la personalidad, se manifieste cual dogma religioso; como algo que no necesita de razones para expresarse. Es un hecho, que los que en general, no se esfuerzan siquiera por informarse, ni mucho menos pensar, se encuentran cómodos en ese nicho fuera de cualquier partido político o conglomerado cívico, pues les basta con «su santo», con el personaje que veneran, con quien les dice lo que quieren escuchar, por donde caminar, qué decir, aunque éste, paradójicamente, les esté engañando. En él, duele reconocerlo, depositan la frustración hija de su pobreza. Si ese ser «venerable» habla su idioma, y si además alza la voz para impactar, como actor de teatro callejero, para ellos es más grande su satisfacción, aunque, en sus familias cunda el hambre y la miseria.

El conflicto le cae muy bien al líder personalista, y, por tanto, él promueve la confrontación, entre las personas que no creen sus cuentos, y los que, aunque quizá tampoco los crean, se sienten «realizados», cómodos, cuando se les trata como obediente cardumen armónico.

En sistemas políticos democráticos, ha sucedido en otros lares, esa provocada, nefasta y amenazante confrontación, se ha logrado mitigar con el paso del tiempo, gracias a la aparición de grupos sociales, prometedores, con filosofía democrática y con dirigentes naturales, respetuosos, claros, propositivos, estudiosos, que propician que las separatistas cercas con alambre de púas, vayan cediendo ante las cercas vivas, amigables con el ambiente.

Sin embargo, la mala noticia es que, al que porta el estandarte de ese personalismo, ante quien solo falta que se arrodillen sus fieles seguidores, es consciente de que, si su misión personal no es gobernar, sino ocupar un pedestal donde le pongan flores, sus mayores esfuerzos se limitan a promover, propiciar, alimentar, la confrontación entre su cardumen, y los que, todavía se atreven a pensar y actuar, para así cumplir con comodidad con los compromisos adquiridos con los de su clase social, mientras la lucha se da por otros lados.

Así las cosas, él lo que requiere es ese “algo” que le permita volver a sus días de candidato presidencial. Algo, donde se puedan anunciar promesas que, sabe, cínicamente, jamás serán cumplidas.  Algo que, así espera, le permita a su cardumen mostrarse enardecido, ojalá violento, frente a todos los que no se alinean. Algo que, cual campaña electoral presidencial, otra vez lleve al ungido, a repartir abrazos y mandar besitos desde una playa. Y, ese algo, ustedes lo presienten amigos, se puede obtener tramitando un referéndum, para que supuestamente, un millón y medio de ciudadanos, sin conocer los proyectos de ley, pudiesen sustituir a los diputados, en su deber de legislar, en oposición al espíritu que una vez movió a los señores diputados, que una vez tomaron la feliz iniciativa y aprobaron, esa innovadora expresión de democracia popular, que, dolorosamente, quieren manchar.

Para sus intereses, al líder populista, lo que menos interesa es llegar a la votación, que decidiría sobre unos 15 proyectos. No, para él, eso es lo de menos. A él lo que realmente le interesa es la adelantada campaña electoral, que le ofrece el escenario del referéndum. Más de un año, durante el cual, se detiene el funcionamiento del poder ejecutivo, para dedicar toda la energía del Consejo de Gobierno, hacia el nuevo y exclusivo foco de atención público. Tiempo durante el cual, sin duda, lanzará acusaciones contra el Tribunal Supremo de Elecciones, la Corte Suprema de Justicia, la Asamblea Legislativa, la Contraloría General de la República, los medios de prensa, las organizaciones de trabajadores, etcétera. Él contra el mundo, es lo que veremos, según la imagen que ha venido forjando, desde hace más de dos años, y que reforzará en busca de dividendos electorales. Esa es la premisa fundamental de ese particular personalismo (muy alejado, por cierto, del personalismo acogido como filosofía, por sectores de la Democracia Cristiana internacional), y de ella no se apartará.

Como muestra ya lo escuchamos, ¡siempre desinformando!, decir que los que crearon la legislación del referéndum, no le permiten aprobar reformas parciales a la Constitución Política, si antes no le “pide permiso” a la Asamblea Legislativa. Lamento que pareciere nacer de la imposibilidad de reformar la Carta Magna, de tal manera que él pudiese optar por la reelección presidencial consecutiva. Sueño que se le desvanece, y le preocupa, pues sabe que, por su mismo personalismo, no habría candidato capaz de ser heredero de su caudal electoral, pues, fiel a su estilo, ni siquiera tiene un partido político que lo respalde y lo identifique, con equis o ye ideología.

Para finalizar, vemos que se ha publicado un reciente estudio del CIEP-UCR, que nos permite ensayar algunas conclusiones. En dicha encuesta se indica que, sobre su gestión, «Los que dicen tener poca o ninguna confianza, ahora superan el 72,6%, el porcentaje más alto desde que Chaves tomó el poder en el 2022«, leemos en el Semanario Universidad (que, por cierto, ahora más que semanario, es un muy ágil diario en su formato digital).

Pese a ese resultado, desalentador para cualquier gobernante que busque dejar un buen legado de su administración, él dice sentirse satisfecho, pues agrega, eso demuestra que está haciendo bien su trabajo (¿?).

Por otro lado, es paradójico que, ante esa estadística, los del cardumen (reforzados por miles de perfiles falsos y troles contratados) no solo reaccionan negando ciertos resultados del trabajo académico independiente, sino que, mientras dejan de lado cualquier esfuerzo de reflexión razonable, cumplen su función de cardumen. Así, instintivamente, por esa fuerza extraña que les provoca el vicio personalista que les ha contagiado, corren a culpar a los “desechables” (para Chaves), ministros y presidentes ejecutivos, por los errores frecuentes del gobierno, eximiéndolo a él, al incólume, al santo varón, al héroe, al incapaz de equivocarse, de cualquier culpa que pudiese tener.

8.5.24

Una nueva era política: de presidentes autoritarios (I)

Oscar Madrigal

En estas primeras dos décadas del siglo XXI la política ha estado caracterizada por la formación de líderes, presidentes o dirigentes autoritarios, o sea de hombres fuertes. (Por cierto, todos hombres).

Desde el año 2000 empezaron a surgir dirigentes o presidentes que políticamente no son considerados como dictadores o tiranos, sino que ocupan la dirección del Gobierno asumiendo posiciones autoritarias, es decir, ejerciendo el poder casi sin limitaciones y, consecuentemente, derribando oposiciones institucionales, tanto legales como físicas.

Así desde el inicio del siglo encontramos los gobiernos de Putin en Rusia, en China desde 2012 con Xi, en Europa en Hungría, Polonia, Checa, Turquía, en Asia en Filipinas antes con Dutarte y ahora con el hijo del dictador Marcos, en la India con Modi, Japón con Abe, en África en Etiopía, en Oriente Medio el nuevo reinado de Arabia Saudí o la presidencia de Netanyahu en Israel, en América Latina con Bolsonaro, en Centroamérica con Bukele, proceso este que tuvo su cenit con Donald Trump en USA. Las principales potencias mundiales están gobernadas por presidentes autoritarios, tales como Rusia, China, India, Japón, mientras en EE. UU. la influencia de Trump y el Partido Republicano son determinantes en la política estadounidense.

Parece ser la característica del mundo actual. Es una era donde el autoritarismo gubernamental es el elemento dominante.

Costa Rica no escapa a esta realidad.

Las características principales, aunque no únicas, de estos líderes son: (las resumo del libro “La era de los líderes autoritarios” de Gideon Rachman).

Muestran desprecio por las normas democráticas y están dispuestos a erosionarlas. Desprecio por el liberalismo y la adopción de nuevos métodos de gobierno.

“Hay cuatro características comunes al estilo del hombre fuerte: la creación de un culto a la personalidad; el desprecio por el Estado de derecho; la afirmación de que representan al pueblo real contra las elites (también conocida como populismo); y una política impulsada por el miedo y el nacionalismo”, se lee en el libro citado.

Ellos piden que se les considere indispensables, que solo ellos pueden resolver y salvar al país. Además, consideran que las instituciones y la ley se interponen en su camino para resolver los problemas y en este sentido la independencia del poder judicial ha sido su primer objetivo. Pero también se muestran incómodos e impacientes con cualquier institución que quiera mostrarse independiente. Los medios de comunicación son un blanco habitual de ataque.

Los líderes fuertes desprecian la institucionalidad, pero “aman al pueblo”; su estilo de argumentación política es el llamado “simplismo”, sea que existen soluciones sencillas para problemas complejos pero que se ven frustradas por fuerzas perversas.

Las bases políticas de estos líderes son en casi todos los casos las zonas fuera de las grandes ciudades.

Ariel Goldstein investigador argentino señala: “Esto se ha producido porque en el marco de la crisis del régimen democrático, de los partidos políticos tradicionales y de las elites gobernantes, las propuestas de derecha radical anti statu quo se vuelven atractivas como estrategia capaz de lograr desempeños electorales exitosos. Hay una demanda anti statu quo del electorado…”.

Está claro que el presidente Rodrigo Chaves se enmarca o quiere enmarcarse en esta nueva era. Más adelante volveremos en concreto sobre su gobierno. Por ahora solo queremos dejar esbozadas algunas características de esta nueva era política.