José Luis Pacheco Murillo
A partir de esta semana Estados Unidos estará viviendo una situación nunca antes vista, el que un expresidente sea llevado a enfrentar una causa penal. La acusación contra el expresidente Donald Trump por un jurado investigador de Nueva York empujó a la nación a aguas políticas, legales e históricas desconocidas, y planteó una serie de preguntas sobre cómo se desarrollará el caso criminal.
La oficina del fiscal del distrito de Manhattan investigó a Trump en relación con su presunto papel en un esquema de pago de dinero por silencio y encubrimiento que involucra a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels que se remonta a las elecciones presidenciales de 2016.
Para Trump y sus partidarios esto se trata “de persecución política e interferencia electoral al más alto nivel de la historia».
El asunto es que, el sistema judicial de los Estados Unidos no asume roles político-electorales, si no que se fundamenta en cuestiones de derecho y de justicia. Precisamente por ello, el tema ha acaparado la atención mundial ya que es la primera vez que sucede algo como lo que estamos viendo y escuchando.
Es que, si los hechos existieron, no solo en cuanto a la relación íntima con la señora Daniels, si no y especialmente el de haber pagado para lograr su silencio, lo que al final no se dio ya que en el 2018 rindió una entrevista en la que informó los detalles de esa relación y del pago para que callara.
Como se dice popularmente, creo que el señor Trump está “metido entre un zapato”, sin embargo, habrá que esperar a que avancen las audiencias para saber el resultado.
Lo que si es importante y Dios quiera así suceda, que los políticos del mundo entiendan que los actos de corrupción y de pretensiones de ocultar hechos que afectaron el proceso electoral puede salir muy caro y como se dice también le puede “salir el tiro por la culata” y queda demostrado que “entre cielo y tierra no hay nada oculto”.
A partir de hoy el mundo pondrá sus ojos y oídos en este caso.