Marco Teruggi
En Argentina se está frente a un encadenamiento de operaciones para desestabilizar y acorralar al gobierno. Lo de este miércoles, con la policía armas en mano en la puerta de la residencia presidencial, es uno de los pasos más peligrosos del conjunto de acciones. Todavía hay muchas cosas por asentar en los análisis, aunque algunas ya parecen claras: uno de los objetivos explícitos es detener al gobierno para que no avance en determinados proyectos y políticas. Una extorsión a mano armada.
Los hechos no pueden verse como aislados del conjunto de episodios que suceden en el continente: golpe de Estado en Bolivia, proscripción de Evo Morales y Rafael Correa -el mismo día- y un conjunto de episodios que conforman una ofensiva articulada por las derechas, poderes económicos, mediáticos, judiciales, y embajadas estadounidenses. El mensaje es claro: no hay margen de maniobra para agendas progresistas en el continente. Eso buscan imponer.
La situación de pandemia opera a favor de esa ofensiva de las derechas. La movilización popular es un factor central de los gobiernos populares. Expresa, entre otras cosas, algo que apareció en los votos en Argentina: hay mayoría, consenso social para medidas progresistas. Sucede también en Bolivia, Ecuador, Brasil -no significa que sea estático- y por esa misma razón inhabilitan a los principales dirigentes populares.
Hay muchos debates sobre los procesos progresistas, populares, y hay que darlos, pero tener claro que hay que defender, y presionar, a su vez, para que no se ceda ante la ingeniería de presiones y se avance en las transformaciones necesarias. En frente hay una configuración clara de fuerzas que viene en contra y está demostrando que está dispuesta a correr límites, como pasó este miércoles en Argentina.
*Imagen ilustrativa: https://actualidad.rt.com/
Análisis compartido con SURCOS por José Luis Calacci.