Una historia REAL, de esclavitud en Call Centers

Martín Rodríguez Espinoza

No sé si todos los centros de llamadas, a los que simplemente se les llama en inglés Call Center, esa alternativa laboral que constantemente los gobernantes, desinteresados o incapaces de generar empleo de calidad, presentan como la «pomada canaria».

Esta forma de trabajo, poco estudiada, sin inspección por parte del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, MTSS, que tampoco lo hace en muchos otros sitios (ya vimos la terrible situación de esclavitud que viven las trabajadoras de tiendas SYR, y seguramente de muchas otras) y en condiciones de empleo esclavo.

Esta mañana, como decía el comediante, sin querer queriendo, haciendo fila en las afueras de una sede de la Caja Costarricense de Seguro Social, CCSS, una joven conversaba con quien creo era su madre, y le contaba sobre su trabajo. Ya sabrán que se trata de un Centro de llamadas.

La primera grave situación es la del salario, contratada con la promesa de «ir mejorando» salarialmente con el tiempo, acepta un sueldo de hambre. «Hay algunos que ganan bien», dice la joven, «pero fueron los primeros, algunos son supervisores, los demás no ganamos bien».

La madre, preocupada, le recomienda que si no está bien ahí, que busque otro trabajo. A lo que la joven le responde que de qué, «tengo títulos, sé inglés, portugués e italiano, estoy en el trabajo 12, 14 o más horas, ¿pero en qué más puedo conseguir trabajo?, no hay posibilidades mami.», aún así, con una sonrisa en el rostro, saca de su cartera dos billetes doblados y se los entrega a la madre, no dicen más, con sus miradas se entienden.

Yo, mirando de reojo y tratando de aparentar leer un documento, pero con mi atención centrada en ellas.

La fila se hace más larga, llegan personas de diferente edad, los mayores en otra fila, con sus bastones y algunos en compañía de otra persona, ya incapaces de movilizarse seguras.

La joven continúa conversando con su madre, con la mirada en una parte de su abrigo, con el que juega mientras le cuenta a su madre sobre su trabajo.

«Tenemos poco tiempo para distraernos, vieras que todas las llamadas son monitoredas y medidas», -¿Cómo medidas?, pregunta con curiosidad su madre mientras trata de llamar la atención de la mirada de su hija.- «No podemos tener nuestro celular a mano, y cada llamada que entra o hacemos le toman el tiempo, tenemos un tiempo determinado por cada llamada, sin nos pasamos de ese tiempo nos ponen una marca, si vuelve a suceder, otra marca y si hay otra, sancionan hasta con reducir el salario.», -Madre mía dice su mamá sorprendida.- «y solo el supervisor puede intervenir o aclarar que es que el cliente se equivocó, preguntó otra cosa o se desvió del tema, todo lo graban.», -Santo cielo, dice su mamá.

Vuelvo la mirada a la fila y veo cada vez más gente, todos, muy seguramente, vendrán por una infinidad de temas que ve el centro de Salud de la Caja. Algunos desesperados, yo entre ellos por la hora para luego ir al trabajo, miran sus relojes y otras personas, más relajadas buscan un rayito de sol para calentarse, es muy temprano y el viento congelante no respeta ni el abrigo más grueso.

¿Pero tienes tiempo para almorzar en el trabajo?, pregunta la madre, la hija continúa describiendo su día a día en el «Call Center».

«Todo es muy rápido mami, nos toman el tiempo, y lo marcan en unas libretas, de lo que duramos en el baño o de lo que duramos tomando agua, si te pasas de tiempo viene advertencia y luego rebajo salarial.», -¡No puede ser hija! – «Sí, ya tengo 7 meses ahí y hace dos meses me rebajaron 3.500 colones porque dicen que no cubría la cantidad de llamadas que debía, que duré mucho con algunos o muy poco con otros,», esta vez la madre no expresó palabra alguna, pero su rostro lo decía todo.

«Imagínese mami, 7 meses después de trabajar nunca necesité ir al seguro social, ahora que necesito pregunto por el seguro y me dicen que no tengo, que el periodo de prueba «es de un año» y debo esperar», -Eso no es así, es ilegal, dice la madre.- «Sí mami, pero ¿qué va a hacer uno?, si no me despiden.»

Me quedo con la duda, la conversación saltó a una situación familiar y me quedé esperando que la rotamaran, no sucedió.

Ya abrieron y empiezan a entrar las personas.

El trabajador de la Caja, que es de seguridad, recibe una a una a las personas. Buenos días, ¿A qué viene?, pregunta amablemente, lo que pude escuchar era, pensiones, tengo cita, a la plataforma, a pagar el seguro, etc, etc, etc. A pesar de ser un centro pequeño, atienden gran cantidad de cosas.

Le toca el turno a la joven y su madre, están antes que yo.

La madre tiene una cita médica con un especialista, el guarda le entrega una ficha y le indica a dónde dirigirse.

A la joven, su hija, el funcionario le consulta, Buenos días, ¿A qué viene jovencita?, pensiones no creo, le dice en forma jocosa, «Vengo a pagar seguro voluntario», le dice ella.

La sorpresa me impresionó, era la parte de la conversación entre madre e hija que me tenía impaciente por conocer y fue así, de esa forma que cerró en mi cabeza la historia.

Las condiciones de empleo y trabajo, y entonces ahondar en el valor del trabajo, la temporalidad, la flexibilidad laboral y los efectos en la salud de las personas son cosas que no vemos a simple vista, pero es lo que viven miles y miles de personas en Costa Rica. La promesa de «fuentes de trabajo» que nos venden los gobernantes en este país no pasa de trabajo de mala calidad, malos salarios, explotación laboral y, en muchos casos, de esclavitud.

¿Hasta cuándo tanta injusticia?, será hasta que el pueblo tome el poder, tengamos un gobierno que encarcele los ladrones y libere a los honestos, a los honrados. De seguro no será con el PLN, ni con el PUSC, ni el PAC y tampoco el PPSD, con la complicidad criminal de diputados pseudo cristianos corruptos.

Imagen: https://educalingo.com