Volver al futuro: Corrupción en Costa Rica ¿Neoliberalismo absuelto?

¿Qué pasa con todo lo que se habla sobre arruinar eventos futuros? ¿El continuo espacio-tiempo?
Marty McFly – Volver al Futuro

Luis Andrés Sanabria Zaniboni

Los acontecimientos de los últimos días nos muestran una vez más el nivel de colusión de las redes de corrupción en el aparato Estatal, empresas y funcionarios públicos supuestamente han actuado nuevamente para generar una red de beneficios mutuos en perjuicio de las finanzas públicas, y evidentemente en contra de la ley. Hasta aquí podríamos decir que resumimos lo acontecido, sin embargo, pareciera que no siempre se cierra de forma tan simple, ya que el peso de las acciones y las responsabilidades del hecho recaen en un ambiguo sector público, y de la parte privada, se prioriza personalizar las acciones. ¿Qué encubre este tratamiento?

A simple vista, el Estado sale como el elemento perjudicial en la ecuación, la irresponsabilidad y codicia de sus funcionarios ha mostrado una vez más el interés por beneficiarse de las finanzas públicas, en cambio el sector empresarial aparece una vez más ausente de los juzgamientos mediáticos, y en el mejor de los casos la “responsabilidad” se personaliza en cada hecho.

Esto no es inocente, durante muchas décadas se ha construido un andamiaje político, económico y cultural que defiende un tipo de modelo de “iniciativa privada” como la forma de “desarrollo” beneficioso e igualador, así como “creador” de riqueza. En cambio, el “sector público” se presenta como entorpecedor de este “adecuado” desarrollo, ya sea por su burocratismo, ineficiencia o sencillamente la “pereza” de atender.

Esta trama descrita, es parte de una interiorización de tendencias que hoy dominan la práctica política neoliberal, encabezada por los procesos de privatización de las esferas públicas, esto fue acompañado y “escudado” por la corporativización de los intereses y la privatización de la política.

¿Qué queremos decir? Durante las últimas décadas fue mayor el interés de los diversos sujetos políticos por “trasladar” las funciones públicas a entes privados, lo que abrió un “mercado de lo público”, que no sólo se concentró en el concurso de licitación, sino que generó un tipo de “participación” concentrada en la capacidad de ingreso, es decir quienes tenían capital, podían ser escuchados y competir, pero además se creaban condiciones (leyes, reglamentos, políticas) para proteger su “negocio”.

Es así como los últimos 40 años vemos una explosión del surgimiento de empresas que, bajo este esquema de oferentes públicos, han consolidado una posición de influencia en los mercados locales, llegando a convertirse en actores regionales, y en muchos casos llegadas a llamarse “Multilatinas” sin embargo, sus historias son muy comunes, el negocio de lo público está presente, una vez más el “ineficiente” y “perezoso” sector público financia y protege su crecimiento.

La constante que nos demuestran estos casos llámese “Cementazo”, “Cochinilla”, “Lava Jato” o “Caso Oldebrecht” por citar procesos conocidos, es la preeminencia del “saqueo” de lo público por las manos privadas, por un lado, los “grandes empresarios” generadores de riqueza se sostienen a través de licitaciones públicas, y estas son “renegociadas” para beneficio del contratado, y en pocas ocasiones o casi ninguna son aplicadas las cláusulas de rescisión por sus incumplimientos.

La corrupción que salta a la vista es la punta de un sistema económico-político más profundo, que ha legitimado a toda costa y bajo todo argumento la financiación al sector privado a través de lo público, no en beneficio de la colectividad, sino en aras de proteger y garantizar la acumulación de riqueza de unos pocos, por cierto, riqueza que no es producto de la generación privada, si no de la captura del Estado.

Sí, son redes criminales, pero ¿quién juzga al sistema que premia la privatización de la esfera pública y la desprotege? Procesos que procuran la preeminencia y legitimidad de ciertos intereses particulares sobre los colectivos, que en definitiva premia la financiación pública a un tipo de sector privado explotador.

No es una lucha de sector privado contra sector público, es un cuestionamiento a la forma y modo que hemos interiorizado una política que en aras de menospreciar, desproteger y criminalizar lo “público”, y que dejó a saco abierto el dinero público, para que ciertas “manos privadas” aprovecharan a gusto el “botín”.

Por esta razón es necesario que sigamos con mirada crítica los actores políticos dominantes en nuestra época, la financiación de las campañas electorales suelen ser el lugar de encuentro entre estos actores, por esto es necesario estar pendientes a este posicionamiento neoliberal en favor de lo “privado” a través de la privatización y desregulación, es una forma más de legalizar estos despojos, obviamente no a través de “favores sexuales”, pero si el mismo resultado, omitir acciones en defensa del interés colectivo.

Hablar de Neoliberalismo hoy, es como volver al futuro, esa sociedad privatizada con la ley y el amo del “mercado”, donde el capital garantiza las decisiones y acciones, sin embargo, cuando salen a la luz estos entramados de corrupción, nos damos cuenta que ese futuro tiene un pasado, una estructura que en su accionar garantizó la supervivencia de esos “capitales dominantes” en detrimento de una sociedad desprotegida.

 

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