Caminar sobre colores

David Araya Díaz, Claudia Rojas Bravo y Andrés Jiménez Corrales
Equipo de la organización Luciérnagas

¿Recientemente han transitado por las inmediaciones del Parque Morazán? ¿Qué hay de nuevo? ¿Cámaras de seguridad, nuevas esculturas, nuevos postes de luz? No necesariamente. En la ciudad aparecen y desaparecen muchos objetos y acciones, algunos de estos quedan de forma más permanente, otros son efímeros. En esta ocasión nos gustaría compartir una experiencia específica sobre nuevos colores en San José.

Luciérnagas es un grupo de trabajo y reflexión que nació en el año 2020 y ha venido desarrollando talleres y actividades con infancias en Costa Rica. Durante el primer semestre del año 2023 desarrollamos una serie de talleres con estudiantes de la Escuela Integrada Vitalia Madrigal-República del Perú, localizada en el centro de San José. A partir de ello se diseñó una intervención gráfica en la calle, la cual quedó plasmada al costado sur del Parque Morazán. Luego de pintar nos surgieron pensamientos sobre el proceso y el resultado, los cuales nos gustaría compartir.

Una vez que los colores iban quedando plasmados en la calle, tuvimos acceso a unas imágenes aéreas tomadas por drone. Con este material empezaba nuestra reflexión. Dichas imágenes nos mostraban una perspectiva distinta de cómo íbamos presenciando la materialización de la intervención. En seguida pensamos en las posibles interpretaciones que este nuevo elemento puede generar en las personas que lo observan, o por parte de autoridades, quienes podrían instrumentalizar el resultado y dar impresiones ante la opinión pública. Por tanto, creemos pertinente y necesario plasmar y compartir nuestra perspectiva sobre este proceso. Esto lo estructuramos en torno a cuatro posibilidades de interpretación a ser debatidas.

Primera. Se suele interpretar que los murales son diseñados de una manera aséptica y sin la participación de las personas que evocamos. Esto no fue así. En la creación de la intervención gráfica se intentó materializar los deseos y las ideas de las infancias, para lo cual se desarrollaron talleres lúdicos, donde nuestro criterio fue intentar sacar afuera del espacio físico de la escuela los impulsos, deseos y colores de las niñeces que viven encerradas entre cuatro paredes de la institución. Transparentamos lo más que pudimos la mediación, inevitable por logística y burocracia, entre las niñeces participantes y los colores en la calle. Este aspecto, marca una diferencia, ya que lo tradicional es pensar que la actividad de una institución sucede de manera contenida, y que no tiene una relación con el afuera.

Segunda. Los colores y las distintas representaciones que se pueden hacer de ellos pueden servir para la promoción de una ciudad más «linda», lo cual está lejos de ser nuestra postura. La colorida intervención, resultado final de un proceso de creación colectiva, no es «lindo», en cambio, representa una radiografía de lo que las infancias no tienen permitido hacer en el espacio que estamos pintando, así como en la ciudad. Ante esto planteamos preguntarnos ¿Por qué la calle es insegura para las infancias? ¿Por qué no tienen permitido saltar esas rayuelas? ¿Por qué la ciudad está siendo producida por un ser adulto con ciertas características de movilidad?

Tercera. Ante este tipo de creaciones, suele suceder que se resalte a las personas autoras, a las instancias que financian o a las autoridades institucionales que lo permiten, pero esto, también, está lejos de ser nuestro objetivo. Nos gustaría posicionar la necesidad, en este caso, de diluir «al autor», para abrir campo a otras interpretaciones, y resaltar un aspecto más colectivo en la creación y vivencia de la intervención gráfica. Un elemento que ayuda a esto es su expresión horizontal, es decir, los colores están plasmados sobre una calle y no sobre una pared, esto provoca que su posible contemplación distante se diluya y prime una vivencia a través de su recorrido desde puntos diversos.

Cuarta. No queremos formar parte del proyecto institucionalizado de ciudad, el cual ha buscado generar acciones para “embellecerla”, con el fin de poder “venderla” dentro de circuitos turísticos y de inversión. La intervención, más bien, representa un grito colorido de muchas personas que no se contemplan, no se consultan, o no se determinan dentro de la producción de una ciudad, la cual, muchas veces, termina plasmando visiones excluyentes, exclusivas y mediatizadas que movilizan acciones que tienden a una exclusión de personas que no se consideran parte de su proyecto de urbanidad.

Por una ciudad donde la niñez pueda caminar sobre colores.

Luciérnagas, 2023