Lo primero: que el ejército respete a la población campesina

Por Carlos Meneses Reyes

En el momento que redacto un artículo de análisis sobre los sendos llamados que se hacen el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL) para zanjar diferencias y llegar a acuerdos y poner fin a los enfrentamientos armados entre ellos, en la región de El Catatumbo; me llega el presente vídeo, que registra el enfrentamiento entre una patrulla del ejército y campesinos civiles, que transitan cerca por donde pasa el Oleoducto (el tubo) Caño Limón- Coveñas.

Resume el comportamiento de un ejército invasor oligárquico y antipopular, que tiene al campesino como su enemigo. Defiende la vida, honra y bienes de los intereses imperiales y sus lacayos generales. Protegen el tubo, por la carencia de una política de hidrocarburos soberana. Ejercen control policivo sobre la población y no resguardan las fronteras de las incursiones de las tropas USA en el suelo colombiano, con santuarios en siete bases gringas. Desarrollan control fiscal para no extracción del petróleo del oleoducto (pategrillo) que lo venden los campesinos por carecer de tierras y ser expoliados y explotados por las plantaciones bio energéticas de la Palma de Aceite y la devastadora ganadería extensiva de capital narcoparamilitar. Maltratan a los cultivadores de siembras de productos ilícitos, ante la no implementación de los Acuerdos de La Habana y el Teatro Colon, de erradicación voluntaria de cultivos, sustitución de cultivos con garantías financieras; imponiendo la erradicación forzosa y amenaza de fumigar con glifosfato, conforme a la orden de Trump y la aceptación genuflexa del sub-presidente. Pretenden sustraer a la población campesina de una fuente de subsistencia, bajo el prurito de la llamada “guerra contra las drogas”.

La realidad de El Catatumbo es la génesis de la realidad de un Narco Estado imperante, en el que en el escenario de la realidad política se ha descorrido el velo de la impunidad, el asalto al poder y el fraude electoral a la Presidencia de la República, el sainete de los jerarcas gubernamentales involucrados en el negocio de lavado de activos y producción de la cocaína, etc., etc.; así como la implantación de un régimen de terror estatal en que la autoría intelectual de un partido o secta fascista en el poder, eluda la responsabilidad política concausal, como sujeto intelectual, de los crímenes sistemáticos y selectivos contra líderes y lideresas sociales.

El Catatumbo colombiano es un escenario de guerra. Falso que sea una región olvidada adonde no llega el Estado con sus recursos de guerra. ¡Eso sí! Los Planes Nacionales a esa región aplican en todos los aspectos, bajo la mira demagoga de crecimiento, desarrollo y ayuda a la población. No existe tal. El sistema o modelo imperante, económico, político; basado en un sistema electoral corrupto desdice de esos avances.

 La realidad palpable es que no refleja en afianzamiento de lo institucional. Totalmente equivocados quienes pregonan que institucionalidad la pueden resumir en “lealtad con honor, fortaleza…”, lema de cajón entonado con pechos de decoraciones del generalato clasista, de secta privilegiada y hoy en la picota pública del sentimiento nacional colombiano; por las múltiples calamidades causadas por sus conductas impunes. El valor de los símbolos patrios los ha mercantilizado y no conjugan la esencia de unas fuerzas militares con desprestigio en la idiosincrasia nacional; sostenidos en las mentiras de la dictadura mediática y que no puede ocultar la esencia de unos agentes estatales de rancio contenido antipopular.

El comportamiento genocida de las fuerzas armadas estatales en El Catatumbo no es de referencia reciente. Que no se inmuta la comunidad internacional. Falso. No lo creo. Tanto el generalato colombiano activo como el de “uso en retiro” impunes, en un 87% tiene problemas por conductas disciplinarias y/o penales; muchos con investigaciones en curso. Eso lo sabe el Mundo gracias a las denuncias de los juristas y la efectividad de sus asociaciones profesionales con consultorías en la Sección de Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario, con sede en las Naciones Unidas.

Ahora bien, que prueba documental, como la que nos ocupa, no sea difundida por los medios de intoxicación masiva colombianos(ParaCol- Radio Casa de Narquiño, Semana y demás congéneres), no es óbice para que, en primario lugar, el movimiento popular y de masas y su inteligencia popular, continué, al orden del día, con la denuncia pública con la Resistencia en las calles, en contra del engendro de unas fuerzas armadas, en Colombia, apátridas y cordón umbilical de todo un sistema político corrupto, en un Narco Estado imperante y lacayo.

El vídeo en cuestión ilustra a una patrulla de doce soldados, enfrentados a un grupo de campesinos que reclaman a la soldadesca por su presencia, que seguramente no son reclutas de lo obligatorio; sino elementos que tienen como profesión: La Guerra. Enfrentados de palabra y hechos a pobladores civiles(campesinos) que transitan por lugares anexos por donde pasa el oleoducto que contiene el líquido negro vital de la Pacha Mama (Nuestra Tierra), canalizado al enorme vertedero de Coveñas, instalado en aguas territoriales del Caribe, para que su depósito no cause aranceles a favor del Narco Estado colombiano. Así son de ruines. Los campesinos los retan, los ofenden, les lanzan improperios, los injurian y les dirigen insultos, en una secuencia de actitud política que coloca en inferioridad al oponente, en el campo propio de un debate. Por más que los preparen los manuales gringos, la soldadesca se siente ofendida y ridiculizada y estallan en un sentir y manifestación de un sentimiento de estado de ánimo tardío y optan por accionar las armas de dotación para amedrentar o asustar; pero que lejos están de comprender que el valor y fuente de energía popular está lejos a extinguirse o acabarse. Se eleva el tono y enardecen los ánimos. Les recuerdan que están excitados- cual pasión doliente- porque la noche anterior ellos les han asesinado “a un muchacho” que había protestado en un bloqueo a carreteras del lugar. En forma inquisitoria y alta voz les reprenden por su comportamiento y les lanzan el dardo almibarado: “nosotros estamos desarmados”; “porque no se enfrentan a los guerrilleros” y aunque no se escucha la expresión “cobardes”, es el concierto de las expresiones en mi mente al así relatarlo: “las armas igualan”.

Indiscutiblemente, que el proceder alevoso de la patrulla militar, al estar ostentando a plena luz del día; en una actitud de agresión a la población campesina, civil desarmada, obedece a una directriz de traición y perfidia del mando del generalato, aprovechando la concesión de cese al fuego unilateral del Ejército de Liberación Nacional (ELN), aunque al parecer es mayor la presencia en ese lugar de Sardinata, del Ejército Popular de Liberación (EPL).

El incidente relatado expresa la crudeza, que no complejidad, resultado del conflicto armado interno que no ha cesado; así haya logrado la oligarquía y el imperio la gabela de la desmovilización y entrega de las armas, por parte del entonces ejército del pueblo: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia: las FARC.

Y como en esto de a tanta tragedia imprimir algo de lenguaje coloquial, rememoro al poeta colombiano, El Tuerto López, a la hora de la siesta, bajo un sol canicular, en un pueblo mancondiano del Caribe; quien, desde el balcón de una posada, viendo pasar al cura chulavita, incitador desde el pulpito para matar a liberales, comunistas, socialistas, sindicalistas, durante la Violencia de 1.950 exclama: “y que hago con este fusil en la mano”.

Para concluir, no quisiera asomarlo a manera de corolario, que implica una proposición que no requiere demostrarse. Esto por cuanto, a tanta declaración y manifestaciones de notables, de doctos e intelectuales nacionales, de investigadores sociales y connotados analistas, la exigencia unilateral a la insurgencia a nada conlleva. Le piden al ELN más que dar. Exíjanle al sub-presidente una actitud acorde con las circunstancias.

ORACIÓN. También, siendo evidente que transitamos por una etapa de aislamiento de carácter nacional y mundial, producto de esa enfermedad epidémica que se extiende por muchos países y afecta a millones de personas y que ha significado una atención acerca de la vigencia del orden económico mundial o etapa de conclusión de un modelo de sistema económico salvaje; deséeme la licencia de exponer una recomendación: lo de un “aislamiento inteligente” resume el pesimismo a no resistir con el prurito mecánico de esperar “la vacuna salvadora” en inconsecuencia de “aprender a convivir” con un virus voraz y de paso “salvar” al sistema financiero especulativo y parasitario. La tendencia mundial apunta a prolongar por veintidós días el aislamiento; sobre todo para el caso latinoamericano que no ha reflejado el cenit de la curva.

Para los activistas sociales colombianos ojalá no fuera así, puesto que el reclamo de masas está latente en incursionar. ¡A la Carga! y en ¡las Calles! Por el cambio de fondo y radical en este país, de unos cuantos mafiosos.

 

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