Malas decisiones y linchamientos mediáticos (II)

Hernán Alvarado

Anteriormente se comentaron tres errores encadenados, puestos en evidencia por el juicio que llevaron a cabo tres líderes de la sele contra dos federativos. Estos fueron: a) se mantuvo como secreto (a voces) lo que debió haber servido solo para tomar alguna medida disciplinaria; b) el asunto fue ventilado públicamente por dos federativos; y c) los mismos jugadores lo resucitaron, saliendo linchados por distintos medios internacionales.

Se revivió así un drama que enlodó la participación de Costa Rica en Brasil 2014, de por sí estropeada por las actuaciones de Eduardo Li. En aquel momento, todos se vieron mal: directivos, director técnico, asistentes, jugadores. Nadie ganó en aquella rara situación tipo perder-perder. Como cuando se publican temas familiares, se lanzaron improperios a diestra y siniestra, sin que nadie pudiera saber, a ciencia cierta, de qué lado estaba la verdad. Mientras tanto, los demás sumaban prejuicios a la escena.

Aunque ganaron su punto, los jugadores llevaron las de perder. Como blancos mediáticos, volvieron a exponerse al juicio desinformado de las redes sociales, donde unos cuantos pueden crear un clima tóxico y nauseabundo. Además, por ser la parte subalterna, cierta prensa internacional linchó a Keylor Navas, envuelto en un «gran escándalo», con base en las declaraciones de Eduardo Li. Algunos periodistas usaron expresiones como «chantajista», «saboteador», «boicoteador» y «cajonero». Asimismo, tanto Celso como Bryan, incluso Álvaro Saborío, debieron soportar memes que les ridiculizaban.

Las declaraciones de Li fueron sospechosas e interesadas. Dijo recordar «perfectamente…», argucia menos creíble que la famosa «no preciso, no recuerdo». Sin embargo, sirvieron a la prensa internacional para darle vuelta al juicio. Los acusados pasaron a ser los querellantes, por indisciplinados; ya no los directivos, por irresponsables. Navas se volvió más famoso que nunca con titulares en varios idiomas. Ninguna de sus hazañas bajo los tres tubos le ha valido tanto espacio mediático, síntoma delirante de cierto tipo de periodismo. Nada peor que algunos periodistas metidos en los tribunales; como sirvientes de intereses poco transparentes y del morbo general, suelen sacar lo más escandaloso o «noticioso», sin análisis crítico, sin criterio jurídico, sin considerar los impactos subjetivos de su mala praxis. ¿Tendrán idea de lo mucho que oscurecen la verdad con sus intrusiones superficiales y mal intencionadas, con sus titulares sesgados, datos a medias y descripciones tendenciosas; guarecidos, según ellos, tras los «presuntos» hechos?

Quizá ese juicio no debió haber comenzado, siguiendo un consejo de buen abogado, no hay mejor pleito que el que no se hace. Primero, porque es mal visto trasponer a tribunales lo que debió haberse resuelto en el marco regulatorio del mismo deporte. Segundo, porque judicializar los conflictos es el camino más largo y peligroso. Ahí tienen el caso de Luis Inácio Lula da Silva, del que puede aprender hasta el más mentecato. Lula fue encarcelado ilegalmente para impedir su retorno a la presidencia de Brasil. Obra del juez Sergio Moro, sin tener la competencia jurídica, premiado posteriormente como ministro de Justicia por su principal beneficiado: Jair Bolsonaro. Hoy la Corte Suprema ha anulado las tres sentencias previas, mientras Lula ya casi duplica la expectativa de voto para Bolsonaro. [1] Quien inicia un juicio contra un enemigo sabe donde comienza pero nunca donde termina. Que lo diga mejor Álvaro Uribe, en Colombia, quien tuvo que renunciar a ser senador para obtener el beneficio de una Fiscalía que ahora lo defiende en vez de acusarlo. Esto porque el tiro le salió por la culata cuando acusó al senador Iván Zepeda de presentar testigos falsos, terminando acusado él mismo por la Corte Suprema, la cual dejó sembrada una duda corrosiva: ¿será Uribe el mayor experto latinoamericano en testigos falsos, como ya lo es en «falsos positivos» [2]?

En tercer lugar, porque lo que cobró importancia para la prensa no fue la «defensa del honor» de los jugadores, sino los 35 millones de colones que pidió cada uno como resarcimiento. Al final obtuvieron mucho menos. Y, en definitiva, porque tanto afán merece mejor causa. Por ejemplo, la lucha que los familiares de Navas libran, como población originaria, para recuperar sus tierras en la zona sur. [3]. Cuestión sobre la que poco o nada ha dicho la maquinaria mediática de la plutocracia costarricense, pese a que ya cuesta la muerte impune de por lo menos dos dirigentes históricos: Sergio Rojas Ortiz y Jehry Rivera Rivera. Muertes que habrá que sumar a los cientos de líderes sociales y culturales, defensores de derechos humanos, ambientalistas y periodistas de verdad que hoy enlutan a América Latina. Tristemente, bajo el actual gobierno del Centro Democrático, Colombia está compitiendo con ventaja en ese campeonato continental del crimen político. Por lo demás, nada bueno cabe esperar de esa maquinaria clasista, racista y sexista que en Costa Rica se dedica a disimular, justificar y defender los privilegios y lujos del 1 % de la población; en vez de combatir con hidalguía, como debiera, tanto abuso del poder. Pero ¿quién no sabe, a estas alturas del partido, que los peores enemigos de la democracia se autoproclaman «demócratas ejemplares»?


Fotografía principal tomada de CRHoy
[1] A Bolsonaro no le ha bastado ver morir a miles de brasileños por coronavirus (y contando), pues para él «Así es la vida». Tampoco haber convertido a Brasil en el epicentro de una pandemia fuera de control, con un virus mutante que ahora amenaza a todos los demás países.
[2]Se llama así a las más de 6000 ejecuciones extrajudiciales que los militares colombianos practicaron contra civiles inocentes para cumplir con los indicadores de éxito exigidos por el Gobierno. Ellos asesinaban a cualquier campesino, por ejemplo, y lo vestían de guerrillero para reportar la baja, con foto incluida. ¿Se puede concebir mayor atrocidad?
[3]Ver en SURCOS el artículo de Guillermo Acuña: «El otro Navas» que llama la atención sobre los ancestros de Keylor que viven bajo constante amenaza en sus propios territorios, cual ejemplo de Estado fallido. También vale visitar el artículo de Isabel Ducca: «Las palabras de don Carlos Alvarado Q.», sobre el asesinato de Sergio Rojas, que, como otras de él, espuma eran y en el aire se esfumaron.

 

Fuente principal: https://gazeta.gt/malas-decisiones-y-linchamientos-mediaticos-ii/