Perú: escenario sociopolítico desde mis ojos

Macv Chávez

Esta mañana, luego de tres horas de sueño, recibo una dulce nota de voz que me dice: “Macv, ¿cómo ves el escenario político?” Y empiezo a responder a modo sonámbulo una serie de cosas que pienso, entre ellos que me gustaría ser un Hitler que no persigue judíos sino políticos, pues no tengo ni la más mínima esperanza política en los que ahora andan en el poder, y no sólo del estado sino también de los grupos de “poder”, de opinión y de las alcantarillas políticas, mal llamados partidos políticos, aunque a estas alturas de la vida las ratas son más útiles que la plaga política que tenemos en el país. Es evidente que esta plaga se debe a algo fundamental en la política: la ideología, algo que no inicia con un pajazo mental sino con una profunda reflexión filosófica que busca dar o proponer una solución al sistema de vida social de un pueblo o la humanidad, así es cómo han surgido diversas corrientes de pensamiento y también partidos políticos que han logrado importantes cambios sociales a lo largo de la historia. Pero, como en la actualidad carecemos de ideología política, puesto que la ideología es una práctica filosófica, sufrimos de esa incapacidad mental en los partidos políticos que traduce la ideología en una idetología, o sea, una gran idea de saqueo para idiotas, y por esa razón solo tenemos a máquinas del poder dispuestas de devorarse al pueblo desapareciendo hasta el último centavo de las arcas, directa o indirectamente, sin ningún aporte a la dignidad humana; o sea, siendo delincuentes o vagos del estado, porque penosamente los partidos políticos en el Perú no cuentan con filosofía política, y por esa razón operan bajo el mismo modus operandi todos los partidos políticos en la actualidad; y por ello “si están en el poder saquean las arcas todo lo que puedan malgastando el dinero del pueblo a diestra y siniestra sin productividad política y si no hacen un show de protestas sociales para sacar alguna tajada de la torta y luego dejar tirado y en la misma situación de siempre al tan utilizado e inutilizable pueblo, un pueblo que todavía es lo bastante mediocre como para salir a marchar destruyendo al país sin lograr ningún cambio social real, solo ficticio o de momento, para después volver a votar por la misma calamidad política una y otra vez, hasta elegir a uno peor que el anterior”. Quizás por ahí más de uno dirá que mi voto es responsable o que yo tengo una vida digna que con sacrificio y esfuerzo se pueden lograr cosas en esta vida… y bla, bla, bla.

Si uno tiene dos dedos de frente y es honesto consigo mismo y con la vida, debería preguntarse: “¿Cuántos actos de corrupción vemos a diario y lo permitimos?” Esa pregunta podrá servir como un test de mediocridad, porque ¿cómo es posible que con tantos años de evolución humana el hombre siga siendo carroñero y caballo de carrera al mismo tiempo?

¿Y qué quiero decir con caroñero? Pues que simplemente está en modo sobreviviente y no le importa comer a costa del o los muertos. ¿Y caballo de carrera? Que solo está concentrado en sus dizques objetivos de vida, y digo dizque porque ¿qué persona podría ser indiferente con la realidad y solo centrarse en su propia vida y hacerse el ciego ante las injusticias sociales y la corrupción de un pueblo cuando tiene conciencia de sí mismo, por ende, de la sociedad, sabiendo que todos somos seres sociales por naturaleza? Solo pienso que esto solo lo pueden hacer los Eichmann de la actualidad, porque sujetos cómo estos anulan la conciencia, se consideran personas normales y no sienten el más mínimo remordimiento por haber matado a más de ocho millones de judíos en los campos de concentración, simplemente porque carecen de conciencia, y todo porque han renunciado a ser persona para vivir cómo animales domésticos, salvajes o de costumbres. Y es por eso que en el peruano observamos una gran indiferencia de la gente hacia el pueblo, ese pueblo que muchas veces ha servido de carne de cañón en las protestas sociales, las que últimamente se usan cómo una forma de hacer show político y no de revolución, cómo lo intentan llamar muchos de sus marchantes o revolucionarios hormonales.

Jamás podría ser una revolución semejante daño al pueblo, porque sucede que siempre es el pueblo el perjudicado y no la clase opresora, simplemente porque no hay una ideología a seguir, y por ende no hay una revolución que hacer, salvo la hormonal que ha incentivado prácticamente a canonizar a dos sujetos en una marcha dizque contra una dictadura de ni un minuto de gobierno, donde solo fueron movidos por patrones cómo borregos que son conducidos al matadero, cosa que llegó con el auspicio de la prensa, otro de los grandes culpables de la miseria humana en los últimos tiempos.

Considero indispensable saber identificar a las personas que más daño han hecho al país en estos últimos 36 años de mi vida. Evidentemente el dramaturgo político más representativo de la historia peruana se lleva el primer lugar, seguido por su hija Keiko Sofía Fujimori, la mujer que más daño ha hecho al país y que sigue haciendo daño gracias al auspicios de un pueblo paupérrimo mental que sigue votando estúpidamente por la ola fujimorista, como idiotas o descerebrados, es decir, como un incapacitado para pensar o razonar, y sí, la respuesta es clara: pura mediocridad nacional es el voto al fujimorismo, porque el ignorante es más digno que el mediocre, y si no, habría que preguntarse: ¿Quién en su sano juicio podría votar por un partido que tiene una obsesión con el poder, un partido que en más de 20 años ha tenido el poder sin estar en el poder y no ha hecho nada en favor del pueblo? Definitivamente hay que estar demente o incapacitado para pensar para emitir un voto a favor del fujimorismo, a estas alturas de la vida. Otra de las personas que más daño ha hecho al país es Mario Vargas Llosa, una vergüenza de intelectual, porque para mí es inconcebible que un intelectual de su talla haya podido apoyar a algún partido político nefasto, es inconcebible tan paupérrima conformidad y tan pésimo actuar, cosa que me inspira a seguir más inmerso en mi pobreza lectora, porque me da profundo asco leer o conocer tanto sobre muchas cosas y la humanidad para terminar invitando al pueblo a votar por impresentables políticos, tan impresentables como los que han gobernado durante toda mi vida. Otra persona de los que más daño ha hecho al país viene en grupo, en masa: “los intelectuales”, sobre todo de los que se han convertido en una especie de meretrices de la política, pero también está la gran masa intelectual que solo vive como cualquier animal en estado de supervivencia o sobrevivencia, porque en este mundo intelectual también hay los opresores y los oprimidos, y casi nulos intelectuales de verdad; porque ser intelectual es crear, destruir, construir, reconstruir, razonar, pensar, analizar, tener conciencia y no solo tener o almacenar mucha información para tirarse algunas pajas mentales con ella de vez en cuando, solo para que digan que son intelectuales, cuando en realidad no son más que seres inteligentes, casi como los teléfonos móviles actuales, que no sirven más allá de la función programada, es decir, más que para ser y hacer borregos del sistema; y por esa razón hasta la fecha no ha existido una revolución intelectual hasta la fecha.

Por otro lado, tenemos a los grupos de poder o dizque ricos, aunque yo me atrevería a llamarlos acumuladores de dinero más que ricos, porque para mí la riqueza está ligado a la vida y la naturaleza; porque estos personajes son seres carentes de vida propia, de amor propio, tanto que son incapaces de razonar como lo es un pueblo mediocre, porque también tiene la misma mediocridad que un pueblo pobre e ignorante de conocimiento, simplemente porque desde su estatus de poder económico ha renunciado también a ser persona y por eso es capaz de oprimir al pueblo o masa sin ningún tipo de remordimiento, sin luchar por la dignidad de todos, porque vivir y amarse implica tener conciencia del otro como de uno y de uno como del otro. Y así, finalmente tenemos al máximo dañador del pueblo y es… el mismo pueblo, ese que penosamente ha sido formada por una educación o formación educativa de adiestramiento, de animal doméstico, de borreguismo, donde el estudiante aprender a ser máquina o herramienta de trabajo y no persona, por ende, contemplamos tanta pauperrimidad en este pueblo que se destruye a sí mismo constantemente, y aquí entran tanto los profesionales, artistas y los no profesionales, los que de una u otra forma han aprendido a cumplir una misma función de pueblo, aunque en sí está mal usada la palabra pueblo en los últimos tiempos, en sí, en todos los tiempos, porque significa la agrupación de un determinado grupo de persona, por ende, usar pueblo hablando del Perú es hablar del pueblo peruano, es decir, de todos los que viven o nacieron en el Perú, ricos y pobres, cosa que no pasa en el uso de la palabra pueblo, puesto que en la realidad se usa la palabra pueblo para hablar de la masa, de la multitud, de la mayoría, o sea de la clase oprimida, por ende, en su uso esta palabra es casi racista o clasista, por su mal uso. En fin, volviendo al tema de pueblo, no podemos echar la culpa al sistema educativo de su propia incapacidad de pensar o razonar, es evidente que las escuelas te van moldando a un determinado comportamiento social, sí, al punto de que normalizas la esclavitud o el modelo: opresor-oprimido, por ende, si tienes mayor capacidad o talento para el desarrollo personal terminas siendo un opresor o cómplice del opresor si no eres un simple oprimido, porque no puedes destacar en tu labor o acción.

Entonces, teniendo esta casi apocalíptica realidad nacional, ¿qué debemos hacer para intentar mejorar o cambiar tan lamente realidad?

Pienso que ahora es indispensable que aprendamos a tener conciencia, y para ello necesitamos que los intelectuales se pongan una mano al pecho y aprendan a vivir con dignidad, a dejar de ser meretrices del gobierno, de los partidos políticos, a manifestarse a la talla de sus neuronas contra las injusticias sociales, contra la demanda de necesidades para una vida digna de los pueblos, y para eso deben unirse todos para que juntos puedan combatir la anemia mental en la que nos encontramos cómo país, porque ya debemos dejar de andar siguiendo modelos sociales fracasados, para empezar a crear nuestro propio modelo de desarrollo socioeconómico y sociopolítico, siguiendo o imitando lo mejor que nos ofrece este mundo interconectado o globalizado. Y el primer paso para lograr eso es tener la firme convicción de que en las próximas elecciones no se debe vota por nadie, aunque lo mejor es que todos como pueblo no vayamos a las urnas para nada, declararse en rebeldía política, pero para eso necesitamos mínimamente superar el 60% diciendo: “No quiero más lacra política en el poder”, porque si seguimos yendo a votar en mayoría seguiremos malgastando miles de millones en políticos que deberían ser visto como la lepra en tiempos donde no existe cura, o sea, que debemos apartarlos de todos, por ende, la mejor forma de hacer ello no es salir a las calles a protestar y destruir el país, volviendo más pobre al pobre, porque eso ya es un ejemplo repetido y constantemente fracasado, que no sirve para nada, porque lo que ahora se necesita urgente es vencer en las urnas a los saqueadores del país, y para eso debemos no ir a las próximas elecciones, esa es una forma bastante útil y difícil de sabotear, además de que es la muestra más fiel de demostrar que somos conscientes de la realidad sociopolítica en el que vivimos, porque ir a votar no sirve de nada, porque ir a votar no es hacer patria, no es tener amor al país, sino es ser borrego, masa, animal doméstico, animal de costumbre, animal que da la facilidad al amo para seguir explotándolo, sino miren estos 36 años últimos ¿cómo han sido los gobiernos yendo a las urnas como dizque patriotas?

Pucallpa, 21 de julio de 2023 a las 08:50 horas

 

Compartido con SURCOS por el autor.