¿Qué gobierna este gobierno?

Mauricio Ramírez Núñez

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

En medio de un panorama político lleno de expectativas y desafíos, surge la pregunta fundamental: ¿qué gobierna este gobierno? Las preocupaciones de la ciudadanía se acumulan, ya que diversos sectores de la sociedad parecen estar ahogándose en un abismo sin solución a la vista. La crisis de seguridad, el costo de la vida, el desempleo, la crisis migratoria, el desastre ambiental en crucitas, el deterioro de nuestro sistema de salud y seguridad social, así como el apagón educativo y la persistencia de la corrupción, son problemas que pesan sobre la administración actual, a la que se le suma un escándalo internacional después de que un medio mexicano publicara una noticia de una supuesta relación entre carteles de droga internacionales con el gobierno del presidente Chaves.

Dicho sea de paso, es crucial destacar que muchos de los problemas persistentes mencionados anteriormente fueron, en su momento, temas centrales por resolver y promesas de campaña hechas por el actual gobierno. Sin embargo, a medida que avanza el tiempo, la percepción general es que estas promesas no se han materializado de manera satisfactoria, lo que ha llevado a la frustración y la desilusión entre muchos votantes que depositaron su confianza en el actual mandatario. La discrepancia entre las expectativas creadas en la campaña y la realidad actual plantea interrogantes sobre la capacidad del gobierno para cumplir con sus compromisos y generar un cambio significativo en la calidad de vida de las y los costarricenses. Cabe recordar también una promesa que caló bastante en la ciudadanía, la cual fue el de la rebaja al precio de los medicamentos, otra más que hoy sigue sin cumplirse.

Por otro lado, la alta rotación del gabinete desde el inicio de la administración actual ha dejado al descubierto no solo la falta de visión y liderazgo en el gobierno, sino también la preocupante incapacidad del ejecutivo para comprender los principios fundamentales de la gobernanza y la gestión pública. La constante reconfiguración de los cargos ministeriales no solo crea incertidumbre en la toma de decisiones y en la implementación de políticas, sino que también erosiona la confianza pública en la capacidad del gobierno para abordar los problemas estratégicos del país de manera eficaz y sostenible. Esta falta de estabilidad en el equipo de gobierno plantea serias interrogantes sobre la cohesión y la dirección estratégica del país, elementos esenciales para lograr un desarrollo político y económico sólido y consistente.

La creciente desigualdad y el desempleo es otro frente crítico. A pesar de los esfuerzos (que el ejecutivo dice hacer) por incentivar la creación de empleo, las tasas de desocupación siguen siendo elevadas, lo que genera incertidumbre económica y social. La falta de oportunidades laborales afecta no solo a quienes buscan trabajo, sino también a la estabilidad de las familias y el crecimiento económico del país, dejando en manos de la economía informal e ilegal (con el crimen organizado) la tarea de ocupar a quienes ya han sido expulsados del sistema educativo formal y a quienes las puertas al futuro han sido cerradas por parte de este.

La inseguridad y la criminalidad son problemas que siguen sin resolverse satisfactoriamente. La sensación de inseguridad persiste en todo el país y la tasa de homicidios rompe récords todos los días, lo que limita la calidad de vida y la inversión en el país. El gobierno se enfrenta al desafío de garantizar la seguridad de sus ciudadanos y abordar las causas subyacentes de la delincuencia, no basta con echar las culpas a otros gobiernos y seguir en la verborrea infantil de un analfabetismo político sin precedentes.

La crisis migratoria es otro tema complejo. El flujo constante de migrantes y refugiados pone a prueba la capacidad del gobierno para gestionar la situación de manera humanitaria y eficaz. Otro problema más que se les salió de las manos por completo. Por último, la corrupción sigue siendo una sombra que se cierne sobre la administración pública, la percepción de que persiste la corrupción en el gobierno socava la confianza pública y obstaculiza los esfuerzos para impulsar el desarrollo, la transparencia y una sana gobernabilidad.

Ante este panorama desalador de nuestro país y ante la comprobada incapacidad de la administración actual de poder resolver lo que prometió en su momento, debemos reflexionar con profundidad y preocupación sobre el futuro de Costa Rica. En un mundo lleno de turbulencias y cambios de rumbo tan bruscos como los actuales, navegar en esas aguas sin brújula ni norte es el equivalente a adentrarse en un territorio desconocido y oscuro, donde cada movimiento se vuelve incierto y cada decisión, una apuesta peligrosa.

En este contexto político y social marcado por la falta de dirección y claridad, la gobernabilidad se torna tumultuosa y llena de obstáculos impredecibles. La ausencia de un rumbo definido y de una guía confiable puede llevar a situaciones de desorientación y desorden social, donde la toma de decisiones se convierte en un desafío constante y el destino final se vuelve incierto. En tales circunstancias, encontrar un camino claro y establecer un curso preciso se convierte en una tarea urgente para recuperar el control y la estabilidad. Mientras tanto, quienes son los menos privilegiados por el modelo actual, son quienes están pagando y sufriendo las peores consecuencias de esa falta de visión, capacidad y liderazgo de este gobierno, así como de gran parte de la clase política de este país.