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Etiqueta: literatura

Conmemoración de los 100 años del natalicio de Arturo Montero Vega

El Programa de Posgrado en la Enseñanza del Castellano y la Literatura, el Programa de Educación Continua de la Sede de Occidente y el Liceo Experimental Bilingüe de Naranjo tienen el honor de invitarle a la conmemoración de los 100 años del natalicio de Arturo Montero Vega, destacado intelectual y figura clave en la literatura y política de nuestro país.

La actividad se llevará a cabo el lunes 23 de septiembre de 2024 en las instalaciones del Liceo Experimental Bilingüe de Naranjo, a partir de la 1:30 p.m. con una conferencia magistral a cargo del poeta y profesor universitario, Dr. Carlos Francisco Monge.

Posteriormente, a las 2:10 p.m., se realizará una mesa redonda titulada “Arturo Montero Vega: literatura y política”, en la que participarán importantes académicos como M.L. Trino Barrantes Araya, Dr. Francisco Rodríguez Cascante y Dr. Walter Antillón Montealegre. La moderación estará a cargo de la Mag. Marianela Fernández Abarca.

Esta jornada será una excelente oportunidad para rendir homenaje a la vida y legado de Arturo Montero Vega, así como para reflexionar sobre su contribución a la cultura y pensamiento nacional. No se pierda esta ocasión especial. ¡Le esperamos!

Los países que llevamos dentro

Presentación de libro “Geografías de la nostalgia” del escritor
costarricense Minor Arias Uva, Casa Bukowsky ediciones 2024
en el Colegio Universitario de Cartago, Costa Rica.
17 de setiembre de 2024

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Al leer a Minor, resulta inevitable no pensar en el contexto actual de las movilidades humanas.

A las puertas de una posible solución electoral republicana en Estados Unidos encabezada por el siempre polémico, fanático y flemático Donald Trump, su campaña ha vuelto a colocar la migración y los migrantes (cierto tipo de migrantes, valga decirlo) en un lugar lleno de epítetos, insultos y promesas de nuevos endurecimientos en las políticas migratorias. Eso que al grueso del electorado con tintes nacionalistas tiende a alegrarle la tarde.

Entonces reflexiono sobre el sujeto migrante histórico, homínido y el actual en su acto de sobrevivencia. No distan mucho uno del otro. Lo que los distancia es apenas un segundo en el desarrollo de la humanidad.

Resulta difícil no pensar en ese contexto que viene.

En el que estamos atravesando ya con los tránsitos que vemos en nuestra región provenientes del sur. Luego de cruzar el inexpugnable Tapón del Darién en frontera entre Colombia y Panamá, lo que vemos a diario en nuestras calles centroamericanas son guerreros sobrevivientes, pulsiones, afectos, historias, vínculos, raíces vueltas camino.

Minor Arias Uva nos ha puesto en nuestras manos un libro-testimonio en el que raíces-memorias-olores-historias atraviesan transversalmente todos los textos que componen las dos partes de su “geografías de la nostalgia”, publicado a inicios de 2024 por el quijotesco proyecto literario panhispanico Casa Bukowsky, impulsado por el poeta y gestor cultural chileno Ivo Maldonado.

En este libro la migración adquiere nombres, paisajes, recuerdos, esperanzas, caras, cuerpos. Fuego y frontera enlazan las dos dimensiones narrativas poéticas a través de las cuales Minor va trazando un bordado de afecto y de ternura, un logro realmente significativo cuando se decide hablar sobre un tema doloroso que ha partido en dos muchas historias individuales y colectivas en nuestras sociedades.

Resulta imposible no ubicarse emocionalmente en el sentido cuando al inicio, para despejar la posible incógnita de la amargura, declara:

“Me iré mañana con todo el peligro de los muros,
Con una deuda asfixiando mis sueños.

Me iré en la noche
Para no escuchar el llanto de los niños.

Ella me abraza desde su poder y angustia.
Me enjuago la boca con aguadulce para besarla.

Aquella luz es mi casa”.

Hablar de la migración (la histórica, la de los primeros seres humanos sobre la tierra, la contemporánea, la regional) desde el relato amoroso y cierto con que el autor sucede al tema, solo confirma su estatura y su bagaje por estos sitios poéticos que suelen ser duros, cobijados por la ira, el enojo y la frustración vueltas imágenes.

Por ello, con el permiso del poeta a quien estimo y admiro por su don de humanidad siempre impregnado en el abrazo fuerte con que suele recibirnos, me atrevería a colocar este “Geografías de la nostalgia”’ junto a un conjunto de textos poéticos contemporáneos que abordan la migración desde la región que somos.

Por allí asoman el Libro Centroamericano de los muertos, de Balam Rodrigo, Despatriados de Chary Gumeta, Ropa Americana, de Dennis Ávila y Red Border, de Armando Salgado. También un número especial de la Revista Digital Salvadoreña El Escarabajo publicada en 2022 llamada “Vámonos Patria a Migrar, yo te acompaño” en la que se incluyeron varios autores desde la poesía y la reflexión sobre la movilidad en el contexto regional.

Aquí y desde ahora, Geografías de la nostalgia deberá ser nombrado junto con esos abordajes escritos con el corazón. Tan solo un registro de la importancia de este libro nos revela su verdadera dimensión:

Cavilaciones desde el exilio

Mi acento es mi antorcha.
Saben de dónde vengo.
Se han acostumbrado a mi poesía
Abundante de hilachas
Raíces expuestas sosteniendo la piedra.

Vuelvo al aroma de los guayabales,
A las manzanas de agua tapizando la hojarasca,
A la jugosidad de una guanábana.
Al café,
A los pejibayes
Y la abuela dejando las cordilleras para llegar a mi nacimiento.

Puedo regresar,
pero ya no tengo piernas para morir
en aquella montaña.

La vejez me llegó como un torbellino.

Leyendo a Minor, me resulta imposible no hacer intertextos con cuatro propuestas de mi autoría: déjennos pasar, la niña con globo, la fugitiva y estos tiempos Fermina, escrita en Tegucigalpa el 11 de marzo de 2020 cuando el mundo entró en una nueva fase civilizatoria sin retorno.

Estos vínculos poéticos con Minor, me dicen que no estoy equivocado y que sigo el mismo cordón umbilical hacia la ternura con la que trabaja el poeta en este ejercicio que hoy nombramos.

Quisiera, antes de entregarles mis apuntes finales, hablar de esos países que todos y todas llevamos dentro. Algunos son amplios, anchos, otros apenas una franja de tierra, de sangre, de memoria.

La memoria al igual que la nostalgia son recursos por medio de los cuales los migrantes persisten al olvido, permanecen en el recuerdo.

En un trabajo al que acudo constantemente cuando el tema de la nostalgia en la migración me interpela (el país al que nunca se llega, 2004), el sociólogo argelino Abdelmalek Sayad había anotado ya esa funcionalidad de la nostalgia como motor y bujía que pone a funcionar el migrante en un territorio físico y emocional que no es el suyo.

Dice entonces Sayad:

“El exilio es ese momento en que el ser humano experimenta, a menudo de manera dolorosa, un apego casi carnal por el territorio (país, suelo natal, patria) y por el grupo (familia, parentela, comunidad, nación) de que proviene.

Ese espacio, que nos configura y que a la vez configuramos a nuestra medida, es también el de la nostalgia: el mal del retorno. La palabra enuncia a la vez la causa y el remedio.

Llevada por la ilusión de que el remedio (el regreso) bastará para curar el mal suprimiendo la causa (el exilio), la nostalgia pone en marcha una patética labor de memorización, de reminiscencia, de imaginación. Los lugares elegidos a tal efecto se convierten en objetos de auténtica veneración, y el espacio y el tiempo se sitúan en un mismo plano, haciendo creer que la abolición de uno entraña la del otro”.

La propuesta de Minor Arias Uva es entonces colocar a la nostalgia en ese lugar empírico que todos llevamos dentro: ese país que construimos y que nos construye permanentemente.

A entrar en el sin pasaporte, sin frontera, sin dolor pero con la historia en nuestros pies y nuestros corazones. Porque el libro de Minor es un corazón que palpita en movimiento.

Memo Acuña González
Cartago
17 de setiembre de 2024

Reconocimiento a Maynor Sánchez por premio latinoamericano

Maynor Sánchez, recibirá un premio latinoamericano. Armando Herrera Rodríguez, director de Asuntos Internacionales de Prensamérica México, destaca que el premio ha sido entregado en Costa Rica (2016), Ecuador (2018), México (2022), San José, Costa Rica en el 2023. En las siguientes semanas se estará anunciando de manera individual a aquellas personas que recibirán una alta distinción. 

Por su parte, Godínez Soto, reconoce a Maynor Sánchez Alvarado por su trabajo literario y su vena literaria. Se le destaca por la premiación, que es por sus propios méritos y su trabajo ya publicado.

Doble pecado de ser pobre y mexicano

Manuel Delgado

“Lo peor que tiene la pobreza es la humillación. No la necesidad, porque uno puede pasarse días sin comer. Pero no te puedes escapar de la indignidad de la pobreza. Ser pobre tiene mal olor, una cierta pestilencia”.

Muchas frases así son lanzadas como dardos y como cuchillos afilados hacen trizas la mente. Pero no las dice cualquiera, la dice uno que de verdad conoció la pobreza y la discriminación.

Anthony Quinn provenía de esos botaderos del México profundo. Era hijo del hijo de un irlandés, Francisco Quinn, y de una empleada doméstica. Cuando ella solo tenía 16 años, el muchacho le dijo que se había enrolado en las filas de Pancho Villa y que quería que ella lo siguiera como soldadera, es decir, la mujer que le hacía la comida, le lavaba y le zurcía la ropa, lo ayudaba en el campo de batalla, le curaba las heridas y la que, además, le dio un hijo, ese muchachito llamado Antonio, nacido en un vagón del tren militar en mitad del combate.

Por ese padre, el pequeño desarrolló un sentimiento de amor y de odio irresolubles que lo atormentarán por siempre. Él era el mejor y el peor padre, amoroso las pocas veces que estaba presente con él y luego con su hermanita; ausente casi todo el tiempo. Antonio vivió de su mamá que iba de un sitio a otro buscando trabajos miserables, sobre todo de empleada doméstica, lavadora de ropa (en el río y en batea) y planchadora, a los que, además, tenía que arrastrar a sus dos hijos.

Huérfano a los diez años (en realidad había sido huérfano toda su vida), Antonio (o Anthony, como pasó a llamarse) hizo todos los trabajos: recolector de frutos, limpiabotas, mandadero, dibujante, saxofonista en una banda de jazz, boxeador y… predicador en una iglesia pentecostal (“Quizá la ley de Dios no dijese que unos deben morirse de hambre mientras otros viven en la abundancia”).

La necesidad lo arrojó a una ocupación no prevista, la de actor, primero en teatro y más tarde en pequeñísimos papeles en el cine, quizá porque, como él dice, “la ficción era la única realidad con que podía contar”.

Allí, como figura de celuloide, su ascenso fue vertiginoso, aunque siempre, antes y después, tuvo que combatir esa discapacidad de ser un “sucio mexicano”, situación que tuvo oportunidad de disimular a menudo pues por su físico (pese a su tez morena) y su apellido, bien podía pasar por un irlandés. Pero terco hasta decir basta, nunca renunció a su patria de origen, quizá porque, como él mismo dice, “necesitamos molinos de viento…”

Esa condición de cuasi espalda mojada le puso obstáculos siempre para obtener papeles estelares. La Hollywood blanca nunca le otorgó un Oscar a mejor actor, aunque sí dos por papeles de reparto. Pero todos lo recordamos por sus grandes actuaciones, sobre todo por su entrañable Zorba el Griego.

Son apasionantes su obra, su vida y su autobiografía, titulada “El pecado original”, una rareza bibliográfica.

Es una autobiografía muy curiosa, muy original, porque no cuenta el transcurso de su ascenso en el cine ni los detalles de su vida amorosa, sino que, toda entera, es una conversación con su psiquiatra, un reporte de su psicoanálisis, donde va dilucidándose ese zipizape con un niño diez años que no es otra cosa que su conciencia. Una pieza maestra de la literatura que no sé cómo se escribió, pero que supongo que tiene mucho de la mano de su personaje, al que hay que inscribirlo también como representante de la literatura norteamericana.

No era la intención del autor, pero la obra retrata el desagradable ambiente de Hollywood y la desagradable vida gringa, pero tiene, entre otros encantos, el de nunca apartarse de ese México sufrido, mágico, amado e inagotable de donde proviene.

Presentación de El Amor Oscuro: Un llamado a la solidaridad LGBTI+

El martes 17 de septiembre a las 7 p.m. se realizará la segunda presentación de El Amor Oscuro, un libro de Hugo Mora Poltronieri que aborda temas clave para la comunidad LGBTI+.

La presentación estará a cargo del licenciado Marco Castillo Rojas y se llevará a cabo en el Centro Cultural de España, en barrio Escalante, con dos estacionamientos cercanos disponibles por la noche.

Se invita especialmente a los miembros del colectivo a asistir como muestra de solidaridad. Es una oportunidad para aprender y fortalecer la comunidad. ¡No falte y, si es posible, ayude a difundir!

Información compartida con SURCOS por Marco Castillo Rojas.

LA INDÓMITA ELENA

Manuel Delgado

Era una princesita nacida en Francia de un descendiente del trono de Polonia y de una mexicana de la más rancia aristocracia porfirista. Y como si fuera poco, era “güerita”: blanca, rubia, de ojos azules. Cuando se mezclaba con las indias mexicanas, no faltaba quién le espetara: “¿Usted qué busca aquí, gringa?”

Desde muy joven comenzó a trabajar con los periódicos más prestigiosos de México, primero el Excelsior y luego Novedades. Hacía entrevistas a personalidades y notas de la alta sociedad.

Un día se tropezó con Josefa Bohórquez (o Bórquez), ex soldadera y soldada ella misma, mujer de todos los oficios y pobre por todos los costados, quien le cambió la vida para siempre. La hizo mexicana, la enseñó no solo a hablar en mexicano, sino sobre todo a sentirse como mexicana, con todo lo bueno y todo lo malo de la historia de este país. De allí nació Jesusa Palancares, protagonista de su novela “Hasta no verte Jesús mío”, uno de los personajes y una de las novelas más conmovedoras que haya leído.

Con esa mujer arranca Elena Poniatowska su libro “Las indómitas”, una colección de testimonios de mujeres que han marcado la vida literaria y la lucha política del México del último medio siglo. Son seis personajes individuales y dos colectivos que nos retratan a esta nación tan rica y tan controversial, tan empobrecida y explotada, tan pobre y tan desigual. Todas ellas acalladas, ninguneadas, lanzadas al silencio y al olvido, y entonces vueltas a la vida de mano de la escritora.

Quiero resaltar a uno de esos personajes, o, con perdón de los turistas, a una de esas personajas. Se trata de Rosario Ibarra y no solo de ella, sino de esas madres, esposas, hijas, hermanas, que durante décadas han luchado por esclarecer el paradero de los desaparecidos, sustraídos por el ejército y las bandas criminales, asesinados en medio de terribles torturas y escondidos bajo un manto de sombra, que no del olvido.

Pero en este capítulo, el personaje son las madres de los desaparecidos, retrata a la perfección a la misma Elena. Apenas a dos años de la publicación de “Hasta no verte Jesús mío”, Elena publica “La noche de Tlatelolco”, un libro de testimonios acerca de la masacre de 1968, escrita con base en entrevistas de los estudiantes prisioneros en la terrible cárcel de Lecumberri, “el palacio negro”. Ahora es muy fácil hablar de eso, pero entonces la represión en México era inexpugnable. Después de la masacre el país fue sumido en una ola de represión y de censura totales. Poquísimos fueron los valientes que alzaron la voz para denunciar el crimen, y Elena fue una de esas pocas voces.

Diez años después las madres de los desaparecidos toman la Catedral y se declaran en huelga de hambre. Allí, con ellas, está “la princesita roja”.

Como siempre me pasa con la literatura mexicana o con parte de ella, muchas veces tengo que interrumpir la lectura para dejar que baje el nudo de la garganta. Eso me pasa con este libro de Poniatowska.

Pero en honor a México y a su pueblo valeroso, no importa sufrir un poco. Leer a Poniatowska es una forma de compartir el dolor y también darle aires a la esperanza. Entonces tengo el coraje de recomendárselos.

LOS MÁS POBRES

Manuel Delgado

Para ellos la vida no se vive, se sufre. El día es un tránsito amargo cuyo único propósito es llegar vivo a la noche. Son los pobres de México, una porción de la humanidad atormentada hasta lo indecible, condenada a vivir en un status que apenas podría considerarse humano.

Así son los personajes de “Una muerte en la familia Sánchez” de Oscar Lewis (1969), una consecuencia o un residuo de “Los hijos de Sánchez”, su obra más famosa, publicada ocho años antes.

“Una muerte…” narra la vida, muerte y entierro a Guadalupe, una integrante del clan Sánchez aunque muy alejada de su patriarca, Jesús. Está realizada mediante tres entrevistas a cada uno de tres testigos: Manuel, Roberto y Consuelo, familiares cercanos de Guadalupe, entrevistas que son la materia de las tres partes de la obra: La muerte, que en realidad es el transcurso de la vida de Guadalupe y su epílogo, la muerte; segunda, El Velorio, que reúne a la familia y muestra sus trifulcas y, tercero, El entierro o cierre. Y es que la muerte es solo una parte del sufrimiento. Vivir cuesta mucho, pero morirse no menos. Para una familia tan pobre, es una carga demasiado grande velar el cuerpo, ofrecer comida y bebida a los asistentes, casi todos los vecinos alcohólicos, comprar el ataúd, pagar el transporte del féretro, enterrar al muerto.

Guadalupe, al igual que todos los Sánchez, es un ejemplo de esos mexicanos expulsados de sus tierras lejanas por la pobreza y la violencia, obligados a cambiar una y otra vez de residencia y, por último, arrojados a algún barrio pobre de la capital. Son ejemplo de la explotación, la miseria, la violencia, de un hambre insaciable que llevan en sus estómagos y en sus almas.

Tres cosas llaman la atención: la primera es esa misma miseria, la carencia absoluta de todo o de casi todo, que los hace llevar una vida en la que la única preocupación es cómo no morir antes de que caiga la noche. La segunda es la violencia insoportable de vidas hechas para producir daño. Los hombres golpean siempre a las mujeres y a los niños. Tercero, el alcoholismo que todos, incluida Guadalupe, padecen en un grado extremo. Al fin y al cabo, pasar borracho todo el día no es solo la forma de olvidar el hambre, sino además la manera, valga la paradoja, de conservar la vida.

Tuve que parar muchas veces la lectura porque, le decía a mi esposa, ya no soportaba tanto dolor ni tanto sufrimiento de este pueblo al que tanto amo.

Lewis creó una corriente llamada “antropología de la pobreza” y tuvo como método principal la entrevista de personas salidas de los estratos más desfavorecidos de las sociedades del continente.

Su obra más conocida, la ya citada “Los hijos de Sánchez” (1961), de más de 500 páginas, es un largo recorrido de la vida y experiencias de Jesús Sánchez, recogida en muchas horas de entrevista viva y volcada al papel casi sin cambios.

No obstante, las experiencias de pobreza, Lewis reconoce que Jesús Sánchez no es en realidad un pobre entre los pobres, sino más bien un representante de una clase media muy modesta que creció como resultado del desarrollo del país después de la Revolución Mexicana.

Los verdaderos libros sobre la pobreza son otros, en especial, “La vida”, un tomazo de 700 páginas, que retrata la terrible situación de los pobres puertorriqueños tanto en San Juan como en Nueva York, y “Pedro Martínez”, una historia de campesinos pobres. Antes, en 1946, Lewis había publicado una obra acerca de los indígenas de Tepoztlán, ese mismo pueblo donde vivió Chavela Vargas.

“Una muerte en la familia Sánchez” pasa a ser, entonces, la verdadera obra acerca de la pobreza urbana mexicana. Pero, además, es la más literaria, la más elaborada y una verdadera pieza maestra de la narrativa del continente.

Un detalle curioso acerca de Lewis es que en la preparación de su obra “Pedro Martínez” colaboró la joven periodista Elena Poniatowska, quien poco después iba a emplear esa técnica de la entrevista para la realización de su obra “Hasta no verte Jesús mío”, pieza maestra de la antropología de la pobreza urbana y el libro que coloca a Poniatowska en la primera línea de la literatura mexicana.

No es fácil conseguir la obra de Lewis, pero los invito a intentarlo y les doy la bienvenida al gremio de sus seguidores.

La visita al hombre de corazón rojo

El Padre sin cabeza.

Upé upé upé……

El Hombre de corazón rojo

Pase, pase adelante.

Estoy haciendo la cena.

Aquí es una finca revolucionaria, usted va a ser un privilegiado, aquí se come sano, seguro y soberano.

Va a comer gallina achiotada, acompañada con frijoles nuevos y tortillas de maíz criollo.

Se le hizo tarde, pero se puede quedar a dormir, ahí está el rancho, es cómodo., en la noche lo único que se oye es tik tok tocando la puerta, ¿usted no les tiene miedo a las ánimas en pena?

Le comentaba que su persona es un privilegiado en este lugar.

Aquí ningún presidente de la república tenido el mérito suficiente para comerse una gallina criolla. Solamente se acercan el 25 de julio a echarse el discurso y luego desaparecen.

Ya está esto. Comamos y vamos hablando.

Entonces usted es el de la entrevista, es Cartago, ¿Verdad? Así les decimos a los que no son de aquí. Ja ja ja.

Miré no se preocupe; aquí no podemos quedar hablando toda la noche, por estos lados hay más tiempo que vida. ¡Me parece que a usted lo ha visto antes!

El padre sin cabeza.

Lo observé cuidadosamente: sus rasgos de indígenas chorotegas: pelo encrespado, mediana estatura y una nariz larga y ancha, con porte ilustre, cordial, heredero de su estirpe.

¿Por qué le dicen el comandante? Usted se muestra un hombre amable y apacible.

El hombre de corazón rojo

Sonrió.

La gente de por aquí es muy tranquila, tiene un ritmo de vida diferente a ustedes los cartagos, sangre fría y cabeza caliente. A veces hay que orientar a la gente para que las cosas se muevan, me imagino que es por eso. También he liderado muchas luchas y marchas los 25 de julio y ahí uno tiene que hacerse fuerte, para que las cosas salgan como deben de ser.

La lucha de Comunidades y Territorios Costeros un 25 de julio movilizamos 5000 personas, la policía nos bloqueó el paso, tomé la decisión de romper el bloqueo y nos pusimos adelante; nuestro diputado y yo y rompimos el cerco, la gente se abalanzo. Una vez en el parque de la Anexión, el premio Nobel de la Paz no quería recibirnos el pliego de peticiones, sabíamos que él tenía una única salida, ahí le entregamos el pliego de peticiones. Lo, recibió a regañadientes, con enojo, hasta le temblaba el pulso.

Una vez más, cono sus antecesores, huyó, sin poderse comer gallina achiotada.

Las campesina e indígenas corrieron atrás de su vehículo y nosotros explotamos en carcajadas.

Mi mamá y mis tías nos criaron: mujeres fuertes, trabajadoras, campesinas todas ellas. Pude estudiar gracias al esfuerzo de mamá, a Dios y a la virgen del Carmen.

Me gradué de secundaria en La Anexión y seguidito me dieron una beca para estudiar en Cuba, cuna y escuela de revolucionarios. Vas a creer, que no tenía ni zapatos para viajar a allá y una tía me los regaló, viajé con una sola mudada de ropa.

Estudié economía política, con estudiantes de diferentes países de Latinoamérica: obreros, zapateros, campesinos. Algunos de ellos se curtieron y llegaron hasta ser presidentes de sus países. Yo lideraba un grupo de estudio y el otro grupo el compa Nicolas. Sin embargo, nuestro grupo obtuvo mejore desempeño, no fue fácil, había gente a quienes les costaba mucho leer y escribir.

El padre sin cabeza.

¡Parece que el tiempo vuela!

El hombre de corazón rojo.

Sigamos hablando mientras hago el desayuno., ¿Le gusta comer pinto, cuajada, un huevo y patacón frito?

Todo lo que se come aquí es producido por nosotros, producimos aprovechando lo que da la madre tierra y la bendición de a virgen del Carmen, sin venenos. A, aquí todos se siembra mezclador, rescatando la sabiduría de mis abuelos mayas; aquí, hacemos Milpa.

Como dice usted: el tiempo ha pasado. Tenemos dos hijos, una hija y hasta una nieta. Los hijos, profesionales, somos gente de familia y comunidad y por ellos damos hasta la vida.

Hemos tenido que sacrificarnos todos, son30 años de trabajo para conseguir un mundo diferente. Ya contamos con un proyecto de turismo rural comunitario, Aquí en mi querido pueblo del Pozo.

El padre sin cabeza

¿Por qué me mira cómo sorprendido?

El hombre de corazón rojo.

¡Ahora sí, ya me acuerdo donde lo conocí a usted!

Si claro. Recuerda en los 80s luchando contra la privatización de la Universidades públicas.

Yo era el presidente de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES), con 15 años ya militaba en el Partido.

Me acuerdo de dos consignas. No a la escuela que la Tierra USA y, no queremos palomitas de maíz.

Esa ley fue promovida por la Fundación Kellogg en el gobierno del presidente perpetuamente neutral.

Entre uno de los puntos de la ley, solamente se les permitía estudiar a estudiantes extranjeros y no a nacionales.

Ja Ja Ja, lo que son los años.

Ahora hasta hacemos convenios juntos con esa universidad en beneficio de los agricultores de la región, rescatando y sembrando el maíz criollo.

Mientras yo me echaba un discurso frente a la asamblea legislativa, ahí estaba usted agitando los universitarios, con un megáfono.

Si éramos estudiantes de las tres universidades públicas organizados en contra de este proyecto de Ley, que al final se convirtió en la ley, en el Gobierno del presidente neutral, iniciando o la privatización de la educación universitaria.

El hombre de corazón rojo.

Ahora estoy más curioso ¿Que más lo trae por territorio liberado?

El padre sin cabeza.

Me dicen que ustedes han organizado varios grupos comunitarios, de mujeres, hombres, jóvenes y que ustedes cuentan con grupos de campesinos y campesinas que trabajan la tierra, que hacen MILPAS, sin usar venenos y cultivando todas las plantas mezcladas. Nosotros queremos que se sumen a un colectivo a que le hemos llamado: Red de agricultura sostenible, que trabajamos promoviendo el aprendizaje de campesino a campesino, dialogando y produciendo nuevo conocimiento entre iguales.

El hombre de corazón rojo.

Nosotros tenemos una forma de trabajo que llamamos Madre Tierra. Podemos intercambiar las experiencias y saberes entre grupos campesinos e indígenas.

Mirá, este territorio cuenta con muchos “proyectos que son “la gallina de los huevos de oro “es cuestión de organizarse y unir todas las experiencias existentes en una Red, ya la Ruta de la Leche está hecha, ahora es un asunto de “trabajar, carajo”.

La única regla que existe es que, si te equivocáis, que sea con el pueblo, que él te perdonará. Si te equívocas solo, solo quedarás.

El padre sin cabeza.

Pero también hay que influir en la política pública

El hombre de corazón rojo.

Miren a quién les traje aquí.

El diputado del pueblo exclamo: ¡la gente campesina e indígena!

El diputado del pueblo.

Le agradezco a este chorotega amigo el haberme invitado a la asamblea anual de ustedes aquí en el pueblo de las brujas y brujos, a la organización que protege sus cerros sagrados, me han contado muchos que ustedes practican, la agricultura que aprendieron de sus ancestros y que aspiran que la renueven las actuales generaciones. Luego de escucharlos y dialogar con nosotros tamaño rato, nos indica, en nuestro frente de lucha popular, necesitamos gente como ustedes, necesitamos impulsar una alianza, Que ustedes con su experiencia promuevan una ley de Soberanía Alimentaria y Agricultura Sostenible, nosotros nos comprometemos a luchar juntos y que nuestro frente respetará la autonomía de su colectivo.

Por Juan Arguedas Chaverri
Educador popular y agroecología
Segunda Versión, 23 de mayo 2024

Otras Lunas: Una geografía emocional de una ciudadana del mundo, de Arabella Salaverry

Esta semana en Libros al Aire, se recibió a la reconocida escritora y actriz Arabella Salaverry.

Ella comparte su obra poética “Otras Lunas: Una geografía emocional de una ciudadana del mundo”.

En palabras de la autora, “… decidí que era material suficiente para elaborar algo más intenso, algo que respondiera justamente a eso: a estados emocionales más que a la mera descripción paisajista”.

Les invitamos a ver la repetición del programa, el domingo por Canal 15 UCR a las 5:30 p.m.