75 años de heridas abiertas

Por José Luis Callaci

“…seamos lo suficientemente sanos para vomitar las mentiras que nos obligan a tragar…cada día…”. Eduardo Galeano.

Para juzgar una historia esta se cuenta completa, o no se cuenta. No han sido los palestinos los que hace 75 años iniciaron esta guerra sino las ambiciones sionistas que violentaron los acuerdos internacionales, suscritos en 1947, en los que se creaban en Palestina dos Estados, el judío y el árabe.

Fue a partir de ello que comenzó una violencia constante entre las partes. Una a la que la hicieron poderosa, por múltiples razones entre las que se destacan ciertos intereses geopolíticos. La otra débil dejada de lado, librada a su suerte en total abandono.

Así fue como se vino consolidando un Estado a costa de la desaparición progresiva de lo que debería haber sido el otro, el de los árabes o palestinos.

Sin miramiento alguno se ha venido desalojando por la fuerza a los habitantes de Palestina que, desprovistos de medios para defender lo que siempre les ha pertenecido, resisten a los ocupantes que les vienen arrebatando todo: tierras, casas, ciudades y su propio futuro, confinándolos en guetos en su propio territorio.

Si la comunidad internacional no interviene forzando a poner sobre la mesa una paz negociada, haciendo respetar los acuerdos suscritos, el mundo entero se está exponiendo a una conflagración de grandes proporciones. El alto al fuego es un imperativo inmediato para evitar lo que es ya un genocidio.

Pero una Paz verdadera y perdurable no se podrá lograr si los que provocaron esta larga guerra no renuncian a ese expansionismo y le devuelven al pueblo palestino todo lo que le ha sido arrebatado.

El sionismo como tal está demostrando ser uno de los peores racismos, por los hechos y por las reiteradas declaraciones públicas de sus altos representantes en las que, entre otros improperios, expresados sin sonrojos ni tapujos, se refieren a los palestinos como “sub humanos” y “animales”.

El indiscriminado bombardeo al gueto de Gaza en los últimos días, -que viene cobrando miles de víctimas inocentes incluido un hospital donde han muerto más 500 personas en cuenta muchos niños palestinos-, ¿no es acaso una muestra clara e inequívoca de quién es quién en esta tragedia?

Vislumbramos que ese gran engaño, salido de mentiras vestidas de verdad, está llegando a su fin. Sin embargo, el pueblo palestino requiere y demanda más muestras de una efectiva solidaridad y ningún tipo de reparos debe retenerla debido a ese falaz endoso de “antisemita” a todo aquel que se opone y condena tanta violencia. Tal falacia merece respuestas inmediatas y contundentes. NADA ES MÁS FALSO QUE ESO. Nada en esto tiene que ver con un rechazo o animadversión contra los judíos, sino contra los sionistas, radicales y racistas, que los lleva a hacer cosas que poco se están diferenciando de los perpetrados por la Alemania nazi. Vomitemos las mentiras.