El escritor riocuarteño Maynor Sánchez realiza entrevista a la esposa de José León Sánchez

Es fuerte llegar aquí.

Es difícil ahora, un soplo de aire pega derecho al lado del corazón, alguien falta. La ausencia tiene el poder de arrancar lágrimas, es casi imposible continuar, un gesto fraterno me saca de ahí, es la voz de Doña Ahiza Vega: pase adelante Maynor.

¿Quieres café?

No gracias, respondí, sin dejar de observar la silla donde siempre se sentaba él.

Doña Ahiza se sentó cómoda en un sillón de su sala y me indicó sentarme mientras comenzaba a hablar así, así como habla ella, sus palabras son como desgranar una enciclopedia, igual que José León.

Doña Ahiza Vega es una mujer de carácter, con mucha educación y conocimiento que habla sin dejar de mirarlo a uno a los ojos, y dice las cosas por su nombre, sin mucho rodeo.

«Ese señor que está ahí en Río Cuarto, no sabe quién es José León «

Ahora sentí pena ajena: Si Doña Ahiza me disculpo en nombre del pueblo, conozco la historia, la verdadera.

Se acomoda su poncho tejido, sobre su hombro izquierdo y continúa su hablar, ahora con una voz más pausada, como recordando muy bien: “Yo fui con mi amiga que es abogada hasta la Municipalidad de Río Cuarto, por nuestros propios medios, era la voluntad de José León. Ofrecimos todo: biblioteca, pertenencias de José León y demás, ese señor no sabe quién verdaderamente es José León Sánchez Alvarado”.

“Nunca nos respondieron Maynor, jamás recibimos una respuesta, por ningún medio”.

Que lástima que la decisión de una sola persona pueda privar a todo un pueblo del privilegio de tener un Museo de José León Sánchez en Río Cuarto, sería un gran auge turístico.

Doña Ahiza me narra el gran amor que José León guardaba por su pueblo Río Cuarto y en los diferentes países que le escuchó hablar con orgullo sobre Cucaracho.

Ahora los recuerdos le ahogan la voz con lágrimas y ella misma se pone de pie y trae agua, continúa:

“José León fue víctima hasta el último minuto de una indiferencia estúpida movida por un idealismo mayormente de índole religioso, es que muchos no pueden aceptar que un expresidiario sea la persona que representa hoy a Costa Rica en el campo de las letras”.

“Ni siquiera pudo gozar del reconocimiento del pueblo donde nació”.

“Se necesita cierto grado de preparación para comprender su vida, sus libros, la leyenda que constituye todo lo acaecido sobre su personalidad, no todos lo logran Maynor, y de ahí que sea ignorado por algunos, que no conocen de Arte ni de Cultura”.

Ni de Arte ni de Cultura ni nada, interrumpí, pero yo siento Doña Ahiza que un día José León recibirá su reconocimiento en su cuna natal Río Cuarto, ya sabes, cuando el conocimiento nos alumbre la mente.

Doña Ahiza, sonríe como recordando algo y me cuenta: “El mejor muralista de Costa Rica, que pintó todos los murales de la UCR (el muralista Don Eduardo Torijano) le hará un gran homenaje a José León, pintando un mural muy bonito en Nicoya, ya él tiene la idea, lo hará de forma gratuita”.

Yo le explico que en Río Cuarto en el área educativa, o sea a nivel del MEP, los educadores tanto de Escuela y Colegio tienen una gran admiración y respeto por José León Sánchez y su obra, a lo que me contesta: “… entonces escriba un artículo de todo lo que hemos hablado hoy acá para que el pueblo de mi viejito conozca la verdad”.

También con mucho orgullo me narra de diferentes reconocimientos que se le han hecho a José León en diferentes países y yo recuerdo que estando ella en Miami en donde vive su hija, me escribió muy emocionada para compartirme la noticia de que en México crearán un premio que se llamará Premio José León Sánchez, va a ser entregado a aquella persona que destaque en el área de la defensa a los derechos humanos y propiamente Doña Ahiza será la encargada de entregar dicho premio.

Muy contenta también me narra cómo los libros de José León Sánchez, uno a uno ha ido ingresando a la tienda virtual de libros más grande del mundo, Amazon, un proyecto que don José León apenas inició y que ella ha logrado darle seguimiento con gran éxito y con la ayuda del doctor Hammer Salazar experto en la materia.

Ahora le entrego mis libros: «La Universitaria que no quería vivir» con su nuevo diseño de portada y mi segundo libro: «Los demonios de la conciencia”, un honor grande que una filóloga de la talla de doña Ahiza Vega Montero reciba mis libros, y me dice: “Ya me hablaron de este último libro tuyo y alguien me llamó para decirme que eres un excelente narrador”.

Muchas gracias Doña Ahiza.

Los coloca sobre la mesa de vidrio de tres niveles que está en el centro de la sala y se puso de pie, camina dos metros toca un botón y el ascensor la lleva hasta la segunda planta.

Cada instante se me vienen a la mente muchos recuerdos.

Recordé, cuántas veces subí por ese ascensor acompañado de mi Maestro hasta su biblioteca, esa biblioteca de doce mil libros que pudo haber quedado en Río Cuarto para que los niños supieran que este gran Escritor nació en Río Cuarto.

Regresa y trae algo en su mano: “Toma, me dice, es tuya, con ella José León recorrió el mundo y recibía los premios y él te quería mucho, consérvala y úsala”.

Caramba pensé: de verdad que las lágrimas deben guardarse para momentos como estos, donde vale la pena dejarlas salir.

Me dispuse a marcharme y Doña Ahiza muy amablemente me acompaña hasta la puerta y desde ahí abre el portón principal, pude sentir en la despedida ese calor humano como al despedirme de José León, cuando le visitaba.

Me dice que nos reuniremos pronto para ver temas relacionados con mi proyecto sobre el libro «Laguna» que narra la historia de Río Cuarto.

Del cual tampoco recibí apoyo municipal para escribirlo.

Ya caminando sobre la calle, me dispongo a tomar un atajo para llegar más rápido al bus que me llevará a San José, pero un abogado que estaba cerca mirando mis movimientos me dice: caballero es prohibido cruzar por ahí.

¿Prohibido? Le pregunté

Y me dijo: Si señor, tan prohibido como izar banderas a media asta sin ser la muerte de un presidente de la República o un Obispo.

Me dispuse entonces a tomar el camino correcto con paso ligero pues en el horizonte se ve una nube negra como que va a llover torrencialmente.