La Responsabilidad Social del Escritor
SURCOS comparte el siguiente texto del escritor Macv Chávez:
Yo miro al cielo porque tú estás abajo
te aplasto el cuello como en el apocalipsis
tú no eres espejo
tú ya eres vida rota y no se te prende el foco
tú no puedes ser mi reflejo
menos el soberbio verso de mi yo
Yo soy el viento que llega a tus oídos para hablar como un dios
para decirte que tengo la razón entre mis calzoncillos
y un ciego mundo que me aplaude por costumbre
porque mi pluma vuela sobre el ego que no tengo a pesar de ser narciso
nada funciona sin uno de mis versos
y nada pasa frente a mis ojos
Puede que el ciego sea yo y tú
al vernos tan distantes de nuestros sueños
respirando este ambiente que sabe a infierno
a un relato de terror y a una constante guerra por la igualdad
donde tú también me quieres aplastar por ser apocalíptico
y por andar en este mundo destruyéndoles a todos que tienen amor propio.
Lima, 21 de noviembre de 2020 a las 11:11 horas
He querido empezar mi dizque ponencia con este poema, porque considero que entrar directo duele, por ende, hay que buscar un estímulo previo al disparo de las ideas, porque pienso que escribir finalmente es una conversación con uno mismo, pero no solo consigo, sino también con la humanidad, porque este diálogo nace de la acción de contemplar y analizar la realidad con intención de transformarla, porque quien escribe de una u otra forma busca acabar con el problema o darle alguna solución, aunque sea solo en la imaginación, y por eso se crea mundos o historias donde de alguna forma el problema se termina, de buena o mala manera, es decir, de cualquier forma la simplificamos a la vida diaria, al hecho de estar vivos, porque la vida continúa sin los personajes que la joden o se joden, sacando de esa manera a flote desde el más esperanzador pensamiento hasta el más criminal de ellos, porque simplemente queremos purificar la existencia de alguna manera; y por eso escribir también es un acto de creación, y por eso creamos personajes para ser salvadores del mundo o simplemente sus detractores, aunque también a veces simplemente somos los del punto intermedio: los observadores, los que solo miramos y no decimos ni hacemos nada mientras el mundo de los otros se cae a pedazos; y todo esto sucede dentro del escritor -como en la vida misma- para luego ser impregnado en el papel y el tiempo, porque es así cómo se expulsa o vomita lo que se lleva dentro, en un texto que directa o indirectamente termina en el otro (el lector); y es aquí donde podemos comprobar nuestra acción social, en el lector, porque finalmente podemos terminar siendo el detonador que despierta los sentires humanos que impulsan o motivan a dar riendas suelta a su ser trascendental o a la deformación del mismo; y por ende, creo que es aquí donde empieza nuestra tarea o nuestra responsabilidad social; y esto no quiere decir que no se escriban todas las barbaries humanas y que debemos empezar a escribir cuentos de flores y mariposas, porque eso cortaría la libertad de la imaginación y del pensamiento; sino, lo que quiero decir es que es importante e indispensable marcar la diferencia que existe entre la realidad y la ficción, invitándolos de una u otra manera a meditar sobre el propio ser de nuestros personajes: el ser humano, porque es el ser humano el personaje principal de todas las obras, habidas y por haber, sea de realidad o ficción, porque no hay otra forma de escribir, por más que el persona sea un chancho que vuela, un mono que fuma o una rata que roba, debido a que finalmente no escribimos para los animales, sino para las personas, para los seres humanos; y por eso debemos tener conciencia de esta realidad irrefutable y empezar a ver las cosas desde un punto de vista más trascendental para el ser, desde ese ser que va más allá de sí mismo para encontrarse en el otro y con el otro, siendo pares, iguales, sujetos de derechos y deberes, logrando tener un encuentro con el bien común, con tu bien y mi bien y el de los otros, porque finalmente nuestra vida queramos o no está ligada a la sociedad, porque procedemos de una sociedad que se llama papá y mamá, aunque muchas veces esta sociedad no suelen terminar armonizada como el ideal de vida lo espera, porque simplemente todavía nos falta mucho por aprender como seres humanos, porque el hombre (varón y mujer) no ha aprendido a ser hombre (varón, mujer y todo lo demás); y es aquí donde sale a la luz la principal razón de por qué es importante que el escritor asuma su responsabilidad social: la de formación, porque, queramos o no, somos parte principal de los que forman parte del grupo de formación humana, porque influenciamos en la formación del hombre con nuestras ideas, esas que plasmamos en un libro de ciencia ficción como de política o de cualquier otra índole, porque finalmente nada está desvinculado de nada, por más que queramos darnos de ermitaños o seres extraordinarios, porque simplemente todos somos un diente más en el engranaje de la vida; y por ello la riqueza de nuestro ser está en saber ser uno en medio de todos, por ende, debemos dejarnos de creernos dioses, ídolos, seres sagrados, entre tantos otros que he podido contemplar en este tiempo de vida sociocultural, donde siempre terminé haciéndome la misma pregunta: “¿Qué pasaría si tan solo nos dejaríamos de tantas pajas mentales con esto de ser escritor y nos ponemos a escribir de verdad, para lo que realmente sirve escribir?
Finalmente, creo que eso sería todo lo que tendría que decir con respecto a la responsabilidad social del escritor, aunque creo que no he dicho nada, o no sé. Pero bueno, por otro lado, en este momento quiero empezar a citar a Aristóteles con su frase tan usada en las redes sociales en tiempos de guerras intelectuales como en debates escolares: “el hombre es un ser social por naturaleza”, a Marañón diciendo que “la bondad prevalece a la inteligencia”, a Ortega contándonos que “yo soy yo y mi circunstancia y que si no la salvo a ella, no me salvo yo” o simplemente recordándonos que “la claridad es la cortesía del filósofo”, a Sócrates diciéndonos que “yo solo sé que no sé nada”, según la versión de Wikipedia en su cumbia filosófica, para terminar con Sartre que escribe en la introducción de ¿Qué es literatura? “Una función social”, esa que nos sirve de muchas cosas, como un escape, medio de entretenimiento, forma de investigación, entre tantas otras opciones que nos brinda la literatura y la escritura en sí misma, que de mencionarlas no podría terminar nunca, porque tampoco las sé, porque creo que lo que nos falta finalmente a los escritores es tener conciencia de nuestra propia existencia, para dejar de sentirnos dioses intelectuales o mentes brillantes, y descubrirnos igual a los otros, para desarrollar nuestras capacidades en responsabilidad principalmente con nuestras vidas, porque sucede que muchas veces desarrollamos personalidades repetidas, es decir, copiamos clichés, ejemplos de otros para sentirnos importantes y grandes, cayendo en la ceguera o soberbia del conocimiento, cosa que me parece inútil o innecesario, porque finalmente son los escritores o los intelectuales, los que conducen el destino de su nación a buen puerto, porque son los que nutren a su nación, como a los que están más allá de sus límites territoriales, y si no lo creemos así veamos el ejemplo de Grecia en su época o a Alemania, las que fueron cunas de grandes intelectuales: filósofos, literatos, entre otros; y si queremos ir más allá de una nación, miremos a los judíos, muchos de estos personajes cambiaron la historia; y por eso creo que ahora hay que empezar a preguntarse: ¿Hasta cuándo van a tener tanto protagonismo estos judíos? Claro, sin terminar siendo otro Hitler, ah. ¿Por qué no existe el mismo protagonismo en nuestra sociedad? Y aquí seguro más de uno dirá: no campares a esos con los nuestros, que esos están por los cielos y los de aquí por los suelos, cosa que es verdad, y que no pienso discutir, porque ellos ya están muertos y por eso los he citado, para no terminar peleando en vano, porque esos fueron autores que en su tiempo dieron lo mejor de sí, hasta cambiar el rumbo del mundo o simplemente hasta dejar una huella de su ser para ser recordados, contribuyendo de alguna manera a nuestros sueños o anhelos, como también a nuestras reacciones personales, porque quién va a negar que no ha seguido ejemplos de algunos escritores para hacerse intelectual, ejemplos como el fumar, beber, ir de putas y hasta ese deseo de revolución, entre otros vicios que usan de pretexto para aflorar su pensamiento e imaginación. Pero bueno, creo que los que estamos hoy aquí, de pie, sentado o echado, podemos hacer algo para cambiar esta realidad de alguna forma, tanto desde aquellos que son escritores hasta aquellos que son lectores, porque ambos se nutren mutuamente, el lector se alimenta de lo que escribe el otro y el escritor se inspira para el lector a través de su sed o hambre de conocimiento; y por eso pienso que tendremos mejores intelectuales cuando tengamos una sociedad menos desnutrida mentalmente. Y esta es una tarea que el escritor debe empezar a trabajar con gran responsabilidad, sin esperar ser Alemania o la comunidad judía de la noche a la mañana, sino simplemente siendo persona, teniendo conciencia de su realidad para mejorarla, para hacerla mejor, cada vez más libre, más tolerante, más comprensiva y equilibrada, porque es ahí donde alcanzaremos la igualdad, sin dejar de reconocer nuestras capacidades humanas: la de ser poeta, cuentista, pero por favor, sin venir con cuentos chinos, que ya suficiente tenemos con el cuento chino del 2020, novelista, sátiro o político, al final los dos son unos payasos, filósofo, historiador, entre tantos otros que también son escritores y actores del desarrollo cultural de un país, ese desarrollo que nos hace tanta falta, tanto como a mí me hace falta el café, para despertar y no dormir sin antes decir gracias por todo, sobre todo por escuchar cada una de mis ideas voladas, esas que no necesitan de marihuana para decir lo que se me venga en gana, como un, chao, adiós, se acabó.
Lima, 21 de noviembre de 2020 a las 15:24 horas
Macv Chávez