“Pobreciticos los ricos: démosle una manita”

Luis Paulino Vargas Solís

Eso es lo que, por estos días, dicen varias fracciones en la Asamblea Legislativa.

Podríamos decir que la historia empezó con el asunto de que la Unión Europea puso a Costa Rica en una tal “lista gris”, como un país cuya legislación facilita el fraude tributario. Pero, en realidad, el cuento dio inicio varios meses antes de eso, en relación con resoluciones judiciales que ordenaban que, cuando un inversionista o una empresa domiciliada en Costa Rica invierten en el extranjero capitales originados en nuestro país, necesariamente debía tributar sobre las ganancias obtenidas, una vez que estas fueran repatriadas. Ya entonces algunos diputados -entre ellos, Eli Feinzaig- mostraron su enojo ante tales sentencias, y amenazaron: “esto no se queda así”.

Vino luego lo de la famosa “lista gris” y la cosa pintó lo que se dice “miel sobre hojuelas”. O sea, el pretexto perfecto: “vamos a hacer como que estamos corrigiendo el problema que molesta a Europa y, de paso, metemos el golcito que tanto nos interesa”.

Dicho y hecho: ahí tenemos -respaldado por lujosa mayoría legislativa- el proyectito que dice que, si una corporación transnacional repatría hacia Costa Rica ganancias obtenidas fuera, deberá tributar, pero que si es una empresa o un ricachón costarricense, pues no: aunque los capitales hubiesen sido originalmente obtenidos en Costa Rica y solo después de eso invertidos en el exterior, de todas maneras se les exime de pagar.

Bonita cosa: no solo es la alcahuetería sino que, además, se crea un incentivo para invertir fuera, en vez de impulsar la producción y crear empleos en nuestro propio patio.

¿Será que don Rodri –“el que se come las broncas”- a va a vetar este proyecto? Al principio ponía cara de bulldog, pero últimamente se le vio carita de pequinés maltés. Como que ya no le molesta tanto la idea ¿Será que algunos de sus amigos le llegaron a hablar al oído, y el hombre no pudo evitar enternecerse?

Pero, por favor, no olvidemos los enormes portillos que se han abierto en zonas francas, gracias a lo cual empresas que siempre funcionaron bajo el régimen impositivo tradicional, ahora se metamorfosean como “empresas de zona franca” y pasan a gozar de la ambrosía de los privilegios tributarios.

Es claro que los ricos de Costa Rica disfrutan de una inmejorable red de cuido.