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Etiqueta: Pedro Castillo Terrones

Los «Rottweiler» del imperio

Mg. José A. Amesty Rivera

Recientemente, conocimos sobre la muerte del cardenal Joseph Ratzinger, quien fuera, Papa del catolicismo y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, forjador de una de las campañas ideológicas, religiosas y políticas, más feroces de la iglesia católica, llamada “Restauración”, contra el surgimiento de la iglesia popular en América Latina, el marxismo, el comunismo en el mundo.

A propósito de su muerte, se publicó un artículo llamado «Muere Joseph Ratzinger, el «rottweiler de Dios«, quien destaca la ferocidad del cardenal, al catalogarlo como: neoconservador, fiera feroz, anticomunista y algo como la creación de un ministerio de la Ideología y de la información del Vaticano. Calificado por el ateo Richard Hawkins como «enemigo de la humanidad«. Según el escritor Brian Kelly, a la muerte de Ratzinger, Benedicto XVI: ninguna lágrima para el «Rottweiler de dios».

Este artículo no pretende ahondar más al respecto, sino hacer referencia, como lo indica el título, a algunos personajes y acciones imperiales que llamaremos «rottweiler» en EEUU y América Latina.

Con relación a esta raza canina (Rotweiler), es una de las razas más fuertes y poderosas del mundo debido a su gran potencia de mordida de 328 psi (unos 23 kg/cm). Es un perro considerado potencialmente peligroso debido a sus características físicas. Sus principales funciones son: perro policía, perro militar, perro de defensa y seguridad, perro guardián, entre otras funciones, según el uso que le den las fuerzas y cuerpos de seguridad y el ejército.

Como lo indica el artículo señalado arriba, personajes similares al cardenal rapaz, son: Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Últimamente, hemos conocido de acciones feroces del imperio «rottweiler», como los golpes contra Evo, contra Castillo, contra Lula, o el intento de asesinato contra Cristina Fernández, entre algunos.

Reiteramos, la nueva derecha «rottweliana» en América Latina, viene reaccionando con violencia, veamos el fallido atentado contra Cristina Kirchner, veamos la defenestración de Pedro Castillo en Perú, veamos el Golpe a Evo Morales, veamos las reacciones contra la Reforma Electoral propuesta por AMLO en México, veamos los intentos de desestabilización impulsados por EEUU a través de la antigua Asamblea Nacional en Venezuela.

En el caso venezolano, las medidas «rottwelianas», como el Bloqueo, comprenden 928 medidas coercitivas unilaterales que afectan al pueblo (764 directas y 164 medidas restrictivas). Estas medidas están diseñadas para “producir dolor”, y deben aplicarse donde más dolor causen (aplicar dolor, donde más duela).

Por otro lado, El Dr. Juan Eduardo Romero Jiménez, historiador, politólogo y profesor universitario, retrata al «rottweiler» Bolsonaro, «Bolsonaro representa un fenómeno mundial: la nueva derecha que transmuta su lenguaje, pero que en el fondo sigue siendo excluyente, segregaría, etnocéntrica, violenta. Bolsonaro se asume como lo hizo Trump cuando ganó la Presidencia de EEUU. O como lo hace Le Pen en Francia, o como lo hizo Macri en Argentina con el PRO. No es un fenómeno aislado y debe ser visto con preocupación, incluso en nuestro territorio. El uso de la religiosidad como arma política no es nuevo, ni lo será. Si algo caracteriza los momentos de crisis, es el recurrir a la fe como impulso vital«.  

Barack Obama, Bill Clinton y Bush, estos tres estadounidenses invadieron nueve países en veintitrés años, mataron de manera directa e indirecta a once millones de civiles y nadie los llama criminales de guerra.

Otro caso es el de Stephen Kevin «Steve» Bannon quien se desempeñó como estratega jefe de la Casa Blanca en la administración del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante sus primeros siete meses de mandato hasta el 18 de agosto de 2017, cuando fue despedido. Los puntos de vista políticos y económicos de Bannon han sido descritos por otros como nacionalistas, populista de derecha y paleoconservador.  Él se auto identifica como conservador. Rechaza las acusaciones de que es un nacionalista blanco, llamando a los nacionalistas blancos «perdedores», un «elemento marginal» y una «colección de payasos».

Así, el nuevo conservadurismo americano, el movimiento conservador en desarrollo en los últimos meses en Estados Unidos, rompe los moldes del republicanismo tradicional y evoca el carácter racista, nacionalista y fanático del fascismo.

En otra área, en el campo protestante evangélico norteamericano, según el Instituto Tricontinental de Investigación Social, «el proyecto imperialista de Estados Unidos está íntimamente ligado a esa visión religiosa fundamentalista de que ellos son los enviados de Dios para civilizar a los bárbaros. El protestantismo estadounidense ha sido la justificación religiosa de todas sus acciones imperialistas y no se puede separar al imperialismo del fundamentalismo religioso, cuyos adeptos ven su lucha como una guerra del bien contra el mal que atraviesa no solo la religión, sino la política, el poder militar, la educación y el medio ambiente. El fundamentalismo religioso se inserta en el mundo posicionándose activamente contra sus opositores en varias dimensiones, atravesando la vida cotidiana de las y los trabajadores. En este sentido, convencer al otro es un elemento importante de esta narrativa, dado que justifica la máxima protestante: “convierte al individuo y la sociedad se transformará”. Ya no son más los pecados individuales los que deberán ser purgados, sino el pecado de todas las naciones«.

Finalmente, debemos dejar constancia de la agresividad, en estos momentos, sobre el pueblo peruano, según el diario peruano «El Diario Internacional.com» del Perú, quien señala: «finalmente, cabe resaltar que la feroz represión policial y militar en el Perú donde no hay dudas que la represión se hace bajo la consigna clara de no solo disuadir, sino principalmente aniquilar con armas letales a los manifestantes; viene acompañada de una fuerte carga ideológica donde se entremezclan el macartismo o “terruqueo” (como se le llama en el Perú), racismo, aporofobia y el afincamiento ideológico por el cual se justifican muertes de infra ciudadanos por ser pobres, campesinos y de la sierra por gente que ha asumido el poder y se autopercibe como el último bastión de la lucha anticomunista en Latinoamérica, pues levantan de manera caricaturesca y delirante una narrativa propia de la otrora guerra fría, por la cual las elites peruanas “terruqueano” no solo a la gente del sur peruano y a los manifestantes de otras regiones del país, sino incluso a los gobiernos de Bolivia, Chile, Brasil, Colombia, Argentina y México«.

La lista sería larga de los «roittweilers» imperialistas, gringos y latinoamericanos, solo que este breve artículo lo que desea es mostrar la presencia y acción de estos seres caninos y su influencia en la sociedad.

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com

Una síntesis política de lo ocurrido en Perú

Carlos Herz.

Carlos Herz, periodista
15-01-23

El Perú vive una persistente crisis de gobernabilidad desde hace decenios, caracterizada por la fragilidad institucional, principalmente política; por un déficit de construcción de ciudadanía; y por los limitados espacios de participación ciudadana, mayormente existentes por las presiones y movilizaciones populares que han ido conquistando diversos derechos y demandas. Esta crisis se da en el contexto de una enorme informalidad en la economía nacional –agudizada en el período de pandemia–, como expresión del abandono histórico del Estado en la atención a las necesidades elementales de las personas, quienes se han visto obligadas a desarrollar múltiples estrategias de sobrevivencia material. Esta dinámica económica y hasta social ha estado acompañada de la implementación de un modelo de acumulación basado en la exportación de commodities y materias primas diversas (principalmente minerales y productos agropecuarios) que dependen de las condiciones internacionales y que no se han visto en lo fundamental afectados, salvo por la variación de los precios globales. Cabe añadir que buena parte de la informalidad está vinculada con la ilegalidad y la corrupción en sus diversas formas, la cual también mueve la base económica del país. Se puede decir que junto a la crisis de gobernabilidad, convive un modelo neoliberal extremo que articula todas las formas de acumulación mencionadas.

  1. En ese contexto surge el gobierno actual que, más que una opción de aceptación programática, fue resultado del rechazo a una posible administración fujimorista, ya conocida por su esencia represiva, corrupta y entreguista de los bienes del país al capital. El triunfo por escaso margen del presidente Castillo nunca fue aceptado por la derecha en sus diversas facciones ni por la mayoría de los medios de información a su servicio, a lo que se agrega un fuerte componente de racismo y discriminación, que ha sido y es una de las características constantes hasta la fecha, ahora más agudizada. Después, la total ineficiencia y los visos de corrupción crecientes del gobierno favorecieron la práctica golpista y desestabilizadora implementada por el Congreso y estimulada por la prensa. Lo cierto es que, en cualquier circunstancia, aun con un buen gobierno de Castillo, no hubiera sido distinta la respuesta de la derecha peruana, aunque otro hubiera sido el devenir político, como resultado de un esperado apoyo popular que no recibió el presidente durante su errática gestión. Inclusive muchas de las medidas gubernamentales fueron atentatorias contra los derechos ciudadanos como en educación y género, coincidentes con los enfoques retardatarios de la derecha.
  2. Las evidencias de corrupción gubernamental, que debieran ser procesadas judicialmente como en cualquier Estado de Derecho, fueron suficiente razón para poner por delante las acusaciones a la gestión presidencial, siendo atendidas con mucha diligencia por el Congreso y el Poder Judicial, en comparación con muchos otros casos de mayor escándalo, sospecha y pruebas de corrupción. La consigna política concertada de la derecha en el Congreso y en la mayoría de la prensa fue desde inicio la de censurar a Castillo y su entorno, manteniendo siempre en vilo a su A esta persistente campaña de desestabilización y de vacancia, hay que sumar la terrible dosis de un discurso clasista y racista aprovechando de la impericia y el origen popular del presidente para agredir a su persona y a su familia. Esto último es uno de los factores centrales que ha despertado la reacción de la población mayormente rural; es decir, ésta no ha sido provocada sólo porque las élites han desconocido el triunfo electoral de Castillo sino, sobre todo, por el tratamiento despectivo que han dado a los sectores sociales más pobres, mayormente campesinos y del sur del país, poniendo en evidencia la fragmentación social y cultural en el país.
  3. Los últimos acontecimientos para muchos significaron una sorpresa en diversos sentidos:
  4. Primero, porque no estaba en la previsión política que al entonces presidente Castillo se le ocurriera dictaminar el cierre del Congreso y la intervención del Tribunal Constitucional y del Poder Judicial, sin ningún tipo de apoyo de los poderes militares y políticos De allí su rápida caída y detención, así como la juramentación de su sucesora, la vicepresidenta de la república y la designación de su gabinete.
    1. Segundo, porque tampoco se consideró que esta situación devendría en una masiva reacción favorable hacia el presidente, por su libertad, justificando su frustrada medida de cierre del Congreso como una legítima acción frente a su continua práctica Lo que ha ocurrido –y se viene incrementando– es la movilización de diversos actores sociales en las ciudades y el campo, mayormente en la macrorregión Sur y en la costa sur del país, exigiendo la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, la disolución del Congreso y el adelanto de las elecciones; además, en varios casos piden la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la libertad del expresidente Castillo. Mientras el Congreso y la nueva presidenta persisten en su propósito de no querer leer la realidad social y política, el movimiento popular incrementa sus paralizaciones y recibe como respuesta una violenta represión, con situaciones trágicas como la elevada cantidad de pérdida de vidas humanas, que ya llegan a 48, y decenas de heridos, mayormente por proyectiles de bala y perdigones, prohibidos por la legislación peruana para estos casos. Los departamentos de Puno, Apurímac, Cusco, Ayacucho y Huancavelica son los más activos en estas protestas y se avecinan otras de mayor rango nacional, como la de los estudiantes y comunidades campesinas e indígenas. Lima ha venido tardando en reaccionar y en los últimos días ya se percibe un incremento de movilizaciones urbanas en la capital y en otras ciudades del país.
    2. Ahora el panorama es No ha funcionado el acuerdo del Congreso por iniciativa presidencial para un adelanto de elecciones para marzo del 2024, plazo señalado supuestamente para tener condiciones de realizar reformas políticas que permitan enfrentar la crisis extrema de gobernabilidad; ni tampoco ha funcionado el compromiso del nuevo gobierno de contar con equipo técnico y eficiente. Por el contrario, la mayoría congresal viene propiciando contrarreformas que le sean funcionales a su propósito de mantenerse en el poder, así como aprobar medidas económicas y sociales que agreden los derechos de la ciudadanía, y en particular de las poblaciones indígenas en la Amazonía peruana. Igualmente, el gobierno sigue mostrando las mismas limitaciones que las que se observaron a los gabinetes de Castillo, a lo que se añade sus medidas fuertemente represivas y autoritarias. De allí que ha crecido la desconfianza de la población movilizada ante los actuales representantes políticos tradicionales, y con mayor vigor exigen la disolución del Congreso y la renuncia de la presidenta, así como elecciones generales inmediatas, además de la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Como nunca antes las organizaciones sociales campesinas se están movilizando masivamente hacia las capitales de Puno, Cusco, Apurímac y Ayacucho, mayormente. Se configura progresivamente un sentimiento lleno de malestar, de agresiones a sus derechos más elementales, de amargura e indignación por el maltrato clasista y racista tan presente hasta la actualidad. La solidaridad de un sector de la población con el presidente depuesto tiene que ver con este sentimiento de exclusión y no tanto con su capacidad de gestión.
  5. ¿Qué hacer? Lo primero es que debemos exigir que se investigue a profundidad los asesinatos contra peruanas y peruanos y que se sancione severamente a los responsables políticos y No puede haber borrón y cuenta nueva. Y el gobierno debe asumir la responsabilidad que le compete. Las actuales movilizaciones sociales, mayormente espontáneas han abierto una gran oportunidad de transformación social y se requiere mirar mejor el panorama actual y hacia el futuro. Los eventuales resultados políticos que se logren ahora, no implicarán aún cambios sustanciales para el país, sino que –en el mejor de los casos– serán parte de un largo proceso de construcción de nuevas condiciones económicas, políticas, sociales, culturales y ciudadanas. Las tendencias autoritarias no solo están presentes en los tradicionales grupos de poder en el gobierno y el congreso, sino que se extienden a los diversos sectores e instituciones estatales y de la sociedad, e incluso se manifiestan en diversos liderazgos populares, pudiendo generar situaciones complejas de mayor violencia o de decisiones que refuercen liderazgos antidemocráticos, además del continuismo de las dinámicas económicas neoliberales y degradantes del ambiente, como ocurre con las actividades ilegales de extracción de recursos naturales. En ese proceso debemos encarar con seriedad la gran fragmentación social que afecta al país y que deviene en la aceptación de la existencia de personas de primera y de segunda categoría.
  6. La realidad actual ha vuelto a mostrar la necesidad de contribuir a crear nuevas condiciones para la gobernanza, particularmente a partir de acompañar procesos renovados de desarrollo de capacidades enfocado a jóvenes, hombres y mujeres, y a líderes de las organizaciones campesinas e indígenas. Se requiere reforzar las alianzas interinstitucionales y superar la dispersión actual de esfuerzos y Necesitamos esclarecer y definir un rumbo que deje de lado los viejos paradigmas del desarrollo y nos conduzcan hacia la construcción de condiciones por los Buenos Vivires. Es hora de que Ong, proyectos y agencias de cooperación nos sentemos juntos a reflexionar y actuar de manera diferente, hacia esos nuevos desafíos.
Caricatura que interpreta el momento político de Perú publicada por el diario La República de ese país.

 

Información compartida con SURCOS por Juan Carlos Cruz Barrientos.

La derecha peruana masacra al pueblo y acusa a las víctimas

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

La profunda crisis de legitimidad política en la que se ha venido sumiendo la nación peruana, a partir de la elección del profesor Pedro Castillo Terrones, como resultado de la segunda vuelta electoral efectuada en el mes de junio de 2021, es el resultado de la incapacidad –por así llamarla- de la derecha de aceptar un resultado electoral que le sea adverso, a semejanza de lo ocurrido hace apenas unos días en Brasil: la legitimidad reside en el elegido para el período 2021-2026 y no en sus detractores.

Desde el momento en que se conocieron los resultados electorales, la candidata ultraderechista Keiko Fujimori, hija del dictador Alberto Fujimori, que gobernó ese país con mano de hierro, a lo largo de toda la década de los noventa, desconoció los resultados de esas elecciones generales, llegando a acusar a algunos votantes andinos del Perú Profundo de haber actuado de manera tramposa e irregular, cosa que fue desmentida con sólidas pruebas. Era su tercer intento fallido de alcanzar la presidencia de ese país sudamericano.

Durante la mayor parte de junio y julio de ese año, cuando faltaban pocos días para la proclamación del presidente electo, que debía asumir el día 28 de julio de 2021, la derecha bruta y achorada del Perú acudió a todos los recursos que pudo para impedir que el organismo electoral proclamara al ganador. Después, ante el inevitable juramento del nuevo presidente, emprendieron la ruta hacia la vacancia o destitución de Castillo, acusándolo de “terrorista” y enemigo de la democracia (en realidad del corrupto régimen oligárquico imperante). De ahí en adelante, se sucedieron dieciséis meses de hostigamiento incesante, por parte de la prensa, el congreso y un poder judicial sujeto a los designios de los poderes fácticos del país, cuyos jueces y fiscales acudieron a la figura del lawfare, judicializando la política para enlodar al gobernante rechazado por los poderes fácticos.

Se acudió a dos intentos fallidos de vacancia, a negar el voto de confianza a numerosos ministros que debieron renunciar, por lo no pudo llevar adelante su gestión, asediada por una prensa corporativa y totalitaria. El hecho de que el nuevo presidente no fuera un hombre de izquierda ni cosa que se le parezca, tampoco condujo a un cambio de actitud de sus adversarios limeños (e incluso algunos señorones serranos, como la presidenta del congreso María del Carmen Alva). La condición de campesino serrano y mestizo lo hacía inaceptable e indigerible para las viejas élites del Perú, las que terminaron acorralándolo, y dándole un golpe de estado con la abierta intervención de la Embajada de los Estados Unidos, a pesar de los intentos reiterados de Pedro Castillo de obtener el respaldo de la Casa Blanca.

Lo más probable es que la negativa del presidente Castillo de emplear la fuerza contra las comunidades campesinas, las que se oponen a los depredadores proyectos mineros en la región de los Andes, basados en contratos ley típicamente colonialistas, propiedad de empresas canadienses y españolas, entre otras condujo al desenlace: un fallido intento del presidente de cerrar el congreso y llamar a elecciones para una asamblea constituyente, ocurrido el día 7 de diciembre tal y como había prometido durante la campaña electoral, un hecho del que no se sabe mucho porque el presidente fue secuestrado por las propias fuerzas de seguridad, cuando intentaba llegar a la Embajada de México en Lima. Un mes después el presidente legítimo permanece en la misma condición sin que haya sido posible conocer su versión libre de los hechos.

La hasta entonces vicepresidenta, Dina Boluarte asumió el mando del ejecutivo, dándole la espalda a sus antiguos aliados, y acudiendo de inmediato a la represión más sanguinaria contra las poblaciones rurales y urbanas de los Andes que rechazan el golpe dado por los militares, la prensa y el congreso. Por otra parte ante la evidente falta de legitimidad del nuevo régimen, escudado en una débil legalidad e ignorando el abierto rechazo de más del 90 por ciento de la población, Boluarte y los militares han optado por la represión y una campaña de calumnias contra las mayorías que protestan, las que hasta el momento han sufrido la pérdida de medio centenar de vidas en los departamentos de Ayacucho, Apurímac, Cuzco, Arequipa, Puno y otros puntos de la geografía peruana, pensando erróneamente que con el mero ejercicio de la fuerza militar y policial se fortalecen, pudiendo así perpetuarse en el poder, cuando en realidad acontece todo lo contrario, conforme pasan las horas y los días.

Estos fascistas, disfrazados de demócratas, llenos de odio racista y clasista, se aferran al poder a sangre y fuego, llevando a cabo limpiezas étnicas contra los aymaras y quechuas del altiplano ¿cuántos muertos más se necesitarán para que se vayan? o ¿es que acaso pretenden perpetuarse en el poder mediante una masacre de dimensiones colosales?  De lo que no hay duda es de que la frágil institucionalidad democrática latinoamericana se encuentra en serio peligro de muerte: lo ocurrido en la vecina Bolivia en noviembre de 2019 y en Brasil el domingo 8 de enero de 2023, revelan la necesidad de enfrentar con firmeza, inteligencia y prudencia la amenaza totalitaria de una derecha que jamás ha sido democrática.

Cuánta razón tenía Platón

Macv Chávez

Los últimos y únicos 35 años de mi vida he podido observar y contemplar cuánta razón tenía Platón al plantear que los filósofos deben gobernar, pero los filósofos de verdad, no esos que se hacen profesionales de filosofía y que no van más allá de ser historiadores de la filosofía, vamos, unos sofistas de estos tiempos, puesto que estos son un desastre como los políticos, porque son fáciles de encerrar en una idea de vida, hasta apoyar a ciegas la liberación del pueblo del opresor del sistema sin contemplar que esos modelos de liberación conducen a un viaje de Guatemala a Guatepeor, caso contrario, los llevan a terminar vendiéndose mismos congresistas, políticos o grupos de poder durante la dictadura de Fujimori, tal cual lo intentó hacer hace poco el aspirante a dictador: Castillo, quien no es más que el fiel reflejo de la mediocridad nacional que vive el pueblo peruano, puesto que ya tenemos antecedentes donde más de un congresista se vendió mismos gobernantes del cabaret de las leyes, pues sí, en eso se ha convertido el congreso, el gobierno, la justicia y la política en todos estos años, puesto que la política ha perdido su rumbo, ha perdido razón de ser y se ha convertido en una organización criminal, donde los políticos ya no llegan con ideales para servir al pueblo, sino con ideas de servirse de la comunidad, siendo el más claro objetivo el saquear al país entero, por eso es que apenas entran terminan pagando sus deudas a todos los financistas y colaborares que hicieron posible su llegada al poder, vaciando las arcas cada vez con más descaro, en complicidad de la justicia y de la cuarta puta del poder, perdón, del cuarto poder: la prensa, esa que también ha perdido su rumbo, luego de que Fujimori las prostituyera hasta enviciar y denigrar su imagen públicamente, aunque en sí ellas sola se denigraron cuando se prostituyeron con la corrupción, y todo gracias a la ciega ambición y a que vivimos en tiempos donde es difícil encontrar personas con ideales, con ética y moral puestas en la búsqueda de la verdad y en la solidaridad y comunidad, buscando trascender (ir más allá de sí mismos) entre el bien y lo mejor, porque penosamente hay situaciones donde el mismo bien es malo, por ende, nos toca asumir lo mejor, y para eso se requiere tener personalidad, esa personalidad que te dan las ideas firmes y sólidas, esas que te conducen a un ideal, y ese ideal te hace ser revolucionario en tiempos de borregos, simplemente porque todos son sobrevivientes que no quieren pasar hambre ni hacer pasar hambre a los suyos, ya que, para muchos probos de la intelectualidad moderna, tener ideales en estos tiempos representa ser un político moderno, vamos, un indiscutible fracasado, porque el sistema solo premia a las meretrices del poder y no a los hombres de honor; y por eso siempre se ha descartado que los filósofos estén en el poder, so pretexto de un sinfín de justificaciones, como el que el filósofo no sirve para gobernar sino para pensar, y de ser solo así, al menos serviría de mucho, más que cualquier otro político de mis últimos 35 años, puesto que al menos haría pensar a un pueblo dormido en el sueño profundo de la necesidad del salvador; y creo que ya es tiempo de que despierte para no seguir dejando políticos de burdeles con gestos de Poncio Pilatos o revoluciones hormonales, cosa que nos hace productores o autores de la serie de gobiernos de vergüenza nacional e internacional, con una producción de desastre político en ascendencia, tanto que realidad sociopolítica del Perú y de este hoy es la muestra más clara de que Albert Einstein tenía razón cuando dijo que “la estupidez humana es infinita”, porque con esta realidad sociopolítica que tenemos vamos a darnos cuenta de que las revoluciones que se dan en Perú son producto del borreguismo de los dizque indignados o revolucionarios, esos que no son más que gente sin conciencia humana ni social, vamos de gente sin dignidad, por más que digan que salen a luchar por dignidad del pueblo, no son dignos ni de sí mismos, puesto que están saliendo a las calles como perros rabiosos, tal y cual lo hizo la vergonzosa generación del bicentenario, esa que salió a las calles a luchar contra un dictador imaginario y que descaradamente todavía se siente orgullosa de acto tan borrego, donde cayeron tontamente en la manipulación de la prensa y políticos sinvergüenzas, porque salieron a luchas contra un dictador sin dictadura, al que sacaron del gobierno solo porque fueron manipulados, porque, aunque era un persona vergonzosa para la labor presidencial, asumió el cargo constitucionalmente, y no como se quedó en el poder el dictador anterior, ese que el pueblo de los borregos indignados salió a defender como perro rabioso, tal y como ahora mismo lo hacen, solo que con la diferencia de que con Vizcarra estuvieron psicosiados con la muerte, gracias a las cadenas del encierro de la pandemia, donde día a día contemplaron todas las injusticias sociales habidas y por haber en países donde la dignidad del ser humano se basa en un sistema de vida de supervivencia y sobrevivencia, donde los del poder superviven o viven por encima de los pobres, mientras que los pobres viven luchando contra los pobres para no morir de hambre ni sentirse menos que otros, y así es cómo terminan muriendo en favor de los ricos con estas manifestaciones que no logran más que seguir girando en los mismos ciclos de luchas sociales de siempre.

Realmente es sorprendente la realidad sociocultural del peruano en estos últimos años, donde el pueblo se ha convertido en un experto analítico y visionario político, razón por la cual no han dejado de aducir su voto a una frase tan de mentes brillantemente paupérrimas o de borregos: “hay que votar por el mal menor”, refugiando de esa manera su voto en el comportamiento de Poncio Pilatos, lavándose las manos de cualquier responsabilidad y creyéndose defensores o protectores del imperio de la democracia, porque penosamente hemos tenido una opción más atroz a los delincuentes de los gobiernos de los últimos tiempos, aduciendo a que “gane quien gane es el mal menor y, por lo tanto, el pueblo seguirá trabajando y comiendo con el sudor de su frente”, cosa que es verdad, porque es lo que hace siempre la mayoría en un país con altos niveles de informalidad laboral y con tanto abandono de las autoridades de los pueblos que no están centralizados, y esto pasa por culpa de su misma desidia política, ya que si el pueblo comprendiera que su acción política desde el voto vale más que la obligación de ir a votar para no pagar la multa, se diera cuenta de que las muchas injusticias sociales que todavía se contemplan en la sociedad es gracias a que no dejamos de elegir a los mismos saqueadores de siempre, solo que con otros nombres y otros rostros, porque son parte de los mismos partidos infectados que ya están con anemia para la representación del pueblo, por ende, terminarán siendo mismos enfermos terminales que quieren aferrarse a la vida/poder y usarán todo lo que pueda alargarles el tiempo de vida, sin importar que ello cuesta demasiado dinero al pueblo saqueado, ese que no hará nada por dejadez, ignorancia y mediocridad, simplemente porque ya considera a la política inútil, y por tal razón elige a inútiles para el gobierno, es decir, a seres incapaces de trabajar para y por el bien común, o sea, por el bienestar del pueblo antes que de su bolsillo.

Pienso que si la gente comprendiera el valor que tiene tener buenos políticos para un mejor desarrollo socioeconómico y por ende sociocultural, quizás podría darse cuenta de que debe dejar de estar con los brazos cruzados y tomar conciencia de que no debe andar regalando su voto a casa de timadores políticos, porque el político no solo es quien convence al pueblo para que lo represente, sino quien lo representa e invita a los ciudadanos a ser mejores, mejorando la educación, creando conciencia, social e individual, articulando el desarrollo económico, gestionando el bienestar de la justicia, mejorando los centros de salud, equilibrando la seguridad ciudadana, entre otras labores que son indispensables para una vida digna de la nación y que ahora anda en piloto automático y sin rumbo claro, simplemente porque no existe un ideal de vida ni de sociedad, solo una rabia y odio que ya no pueden ser reprimidos por más tiempo, tal cual sucedió el 14N del 2021, donde terminarán ensalzando la muerte de algunos manifestantes, a los que pondrán como héroes o mártires de la lucha social a lo largo de la historia de los mediocres. Y por eso en la actualidad deberíamos darnos cuenta de cuánto daño nos hacemos como pueblos al quedarnos de brazos cruzados al seguir votando porque tenemos que votar, yendo a votar siempre por ese mal menor que no es más que ir a votar como mediocre; y esta es la razón que me conduce a decir que en sí deberían gobernar los filósofos, porque, en primer lugar, fueron ellos los que idearon los sistemas políticos en los que nos hemos visto envueltos a lo largo de la historia, pero solo los idearon y nunca guiaron su desarrollo y aplicación o ejecución; y, en segundo lugar, porque necesitamos encender esas neuronas dormidas, puesto que ya  muchos años hemos sido gobernados por la ignorancia y la mediocridad: por el pueblo elector que nos da las autoridades acordes a su condición humana, bajo el engaño de la democracia, ya que en un pueblo engañado por sí mismo y por la esclavitud de su propia condición humana siempre va a terminar cayendo en el mismo patrón de mando, puesto que vive esperando que un salvador lo saque de la miseria y la esclavitud, sin darse cuenta que el poder siempre termina en un nuevo amo, ese que continúa burlándose de su ignorancia y mediocridad, solo porque ve al pueblo incapacitado para pensar o razonar, ciego por los sueños del pobrecito, de la víctima, del oprimido, del esclavo, motivo por el cual no se puede esperar más del pueblo ni de la realidad sociopolítica del país, ya que el pueblo es esclavo de sí mismo y por ende de sus amos; y por eso si analizamos la esperanza de su elección política de los últimos 35 años vamos a darnos cuenta de que siempre estuvo esperando en un salvador, en un mesías de la política, esperando que ese mesías le saque de la miseria, sin darse cuenta de que sus acciones diarias son las que pueden cambiar la historia de todo el pueblo, y por eso no dejamos de ver solo actos borreguistas, marchas y protestas de desfogue emocional y de gran show de revolucionario hormonal, puesto que no tiene constancia, ya que los revolucionarios hormonales no son observadores ni críticos de la realidad, por eso su constancia desparece una vez desfogada toda la rabia, ira y odio acumulado. Y por esa razón deberían indudablemente gobernar los filósofos, puesto que el gobierno necesita neuronas activas y no dormidas, neuronas que cuestionen y analicen la realidad para transformarla, para dejar de andar en círculos viciosos que nos atrapan en la mediocridad y pauperrimidad sociocultural;  y esto se puede lograr con el filósofo gracias a que ellos viven en armonía con su alma, razón por la cual no tienen hambre de nada, sino de saber y más saber, y el saber nos conduce a tener conciencia del ser y hacer como también de los otros, conduciéndonos a saber que es necesario e indispensable contratar al personal idóneo para cada área y no al amiguito o socio financista para que me haga una labor mediocre que deteriora la dignidad del hombre y somete al pueblo en actos donde los únicos que mueren son los tontos útiles y algunos inocentes, ya que la estupidez humana no se da cuenta de que los verdaderos opresores o dominadores del sistema de vida no sufren, ya que a ellos no se les daña en lo más mínimo, cosa que sí deberíamos hacer, pero no de la forma que indican la estupidez y las hormonas, sino de formas más inteligentes y sabias; y por eso sigo pensando que deberían gobernar los filósofos, ya que ellos podrían desarrollar sistemas de equilibrios para mantener la estabilidad del poder democrático, para estabilizar hasta desaparecer la desigualdad social, mejorar las estructuras y el sistema de educación, salud, trabajo, alimentación, vivienda, que son indispensables tener al alcance de todos para tener una vida digna y dejar la vida de supervivencia y sobrevivencia.

Puedo decir que hoy estamos viendo que la chispa de la indignación comienza a encenderse con fuerza y de un lugar a otro, y puede que este sea el estallido que necesitaba el desastre para el inicio de una guerra civil que llevo temiendo desde hace 7 años, desde que empiezo a contemplar más crecida la indignación de la gente ante tanta injusticia social cometida por los grupos políticos y de poder económico contra los pobres, cuya chispa en estos años no ha sido más que un proceso hormonal, vamos, como el de la menstruación, donde cada cierto tiempo se derrama sangre porque es necesario, pero que la sangre se olvida una vez terminado el desangrado, y todo continúa como si nada hubiera pasado; pero creo que esta vez la menstruación se ha transformado en un aborto y por ende el sangrado será mayor, puesto que estamos a portas de un estallido de guerra civil, puesto que la indignación de los borregos está a tope, siendo alentados por amos más sanguinarios que en otras ocasiones, amos que ordenan desde el silencio a algunos capataces para que guíen la ira de los borregos indignados hacia la protesta violenta, donde finalmente se volverá a repetir la historia de tantas otras protestas sociales, les darán un pedazo de pan y circo y luego se olvidará toda la revolución y volveremos al mismo ciclo hasta que se carguen la sangre necesaria a ser derramada en la próxima menstruación y finalmente nada cambiará, porque nadie asumirá la responsabilidad del aborto, puesto que todos volverán a embarazarse de la misma clase política hasta querer volver a abortarla, y quizás con más sangre que ahora, simplemente porque son abortistas carentes de ideas, carentes de meditación, reflexión, contemplación, análisis, crítica y búsqueda de la verdad y la dignidad, debido a que son seres manipulables y emocionales que han sentido el estallido de la impotencia una vez más, y por eso solo espero que el pueblo peruano tenga una oportunidad más en la democracia para poder reivindicarse de este graso horror y que los intelectuales asuman su responsabilidad y salgan de esa anémica acción por falta de un ideal, porque es tiempo de que las ideas tomen el poder y no la violencia, porque solo con ideas se cambian las reglas de juego y solo así se evita repetir la misma historia, esa que venimos repitiendo estos últimos 35 años; y quizás cuesta cambiar, pero solo así se puede evitar lo que pinta el panorama actual, porque estamos acercándonos al punto donde ya no se necesita ideas ni ideales para defender la democracia sino las armas para defender la dignidad y la libertad, siempre y cuando la gente no vuelva a elegir levantar la falda de la dignidad para terminar en la esquina de la corrupción o prostitución ideológica como ya lo hizo antes solo para sobrevivir.

Satipo, 05 de diciembre de 2022 a las 08:03 horas

Chiclayo, 12 de diciembre de 2022 a las 14:41 horas

Carta en Solidaridad con el Pueblo Peruano

«El Señor dará Fortaleza a su Pueblo«

El Señor dará fuerza a su pueblo;
El Señor bendecirá a su pueblo con Paz.

Salmo. 29: 11, NBL.

José Pedro Castillo Terrones, ganó las elecciones presidenciales en Perú y estuvo en la gestión del país andino durante año y medio, desde julio de 2021 hasta diciembre de 2022. Recordemos que, alcanzó el gobierno con la promesa de convocar una Asamblea Constituyente que barriera por fin la Constitución de 1993. Representó a unos sectores populares abandonados por todos los gobiernos hasta el momento, generando gran ilusión.

No obstante, ya conocemos que la oposición oligárquica peruana, quiso sacarlo de la presidencia desde el primer día. En solo año y medio, el presidente sufrió tres mociones en su contra.

Lamentablemente, el profesor y político peruano, el pasado 7 de diciembre, unos minutos antes de mediodía, anunciaba en un mensaje televisado al país el cierre del Congreso. Al mismo tiempo, Castillo decidió por fin convocar la Asamblea Constituyente que se había prometido a las masas para acabar con la constitución fujimorista. De este modo, convocó elecciones constituyentes.

La reacción de los medios de comunicación denunciando un auto-golpe de Castillo fue inmediata, en directo y contundente: no había que obedecer a Castillo, y ya no es presidente.

Ya conocemos, abundantes informaciones, sobre los hechos previos y posteriores a las causas de este hecho, que los ubican entre un Golpe de Estado por parte de la oligarquía peruana golpista, por las instituciones del país, por los medios de comunicación, un autogolpe de Castillo, así como un estallido de impotencia por parte del presidente, una trampa, una provocación, un suicidio político, una «ruptura del orden constitucional en Perú por parte de Castillo, un golpismo parlamentario del fujimorismo que es mayoría en el Congreso peruano y sus aliados políticos, económicos y mediáticos, en fin, un cumulo de especulaciones y acusaciones las cuales no abordaremos en esta misiva.

Los hechos posteriores son la juramentación de la vicepresidenta Dina Boluarte, como presidenta interina, el ofrecimiento del presidente López Obrador de México de asilo a Castillo, y los acontecimientos siguen en pleno desarrollo a la hora de la redacción de esta carta.

Ahora al margen de errores y culpabilidades, nos preguntamos: ¿se justifica el apoyo a un gobierno golpista que ha tomado el poder junto al ejército y tras el que se esconden la oligarquía peruana con apoyo y complacencia de naciones extranjeras?

Por otro lado, desde la IMWC nos preocupan los últimos hechos sucedidos luego de iniciado el ya acusado Golpe de Estado, ante la reacción valiente y legal del pueblo peruano, la actuación de los poderes policiales y del ejército contra el pueblo. Las protestas iniciales a favor de Castillo y por el cierre del Congreso se dieron principalmente fuera de Lima. Luego se fueron añadiendo otras provincias y se han dirigido a la capital en señal de protesta.

Al momento de escribirse esta carta, ya van al menos 12 muertes, según fuentes oficiales (poco creíbles) y por parte de colectivos de mujeres y de derechos humanos, entre ellos un menor de 15 años, dos adolescentes ejecutados y una niña mutilada por la policía, asesinatos de personas del pueblo, que reclaman el establecimiento de la legalidad, por parte de las autoridades policiales. Y se inician las desapariciones forzosas. Y los acontecimientos se siguen sucediendo…

Deseamos que la situación no se transforme en una represión de consecuencias imprevisibles. Y en estos momentos, el pueblo grita «que se vayan todos», proponiendo y constituyendo su propia alternativa popular.

La IMWC fiel a sus principios a favor de la vida y su solidaridad con los pueblos sufrientes, oprimidos de nuestra américa, abogamos y exigimos un alto a la brutalidad, crímenes y toda clase de vejámenes en contra del pueblo peruano.

Solicitamos a las máximas autoridades peruanas, un momento de reflexión y un llamado a la cordura, en beneficio de las mayorías, quienes en situaciones como estas, son las que sufren las consecuencias de los extremismos de los aparatos policiales del Estado. ¡Alto a la represión!

A su vez, llamamos a una limpieza ética de todas las estructuras políticas y jurídicas del actual estado peruano, ya que se han comprobado toda clase de desmanes y situaciones irregulares en las mismas.

Finalmente, deseamos explicitar que existen unos fundamentos bíblicos sobre la justicia y los derechos humanos, que se expresan afirmando que: toda injusticia cometida contra otro ser humano es cometida contra un hermano, por lo tanto, el bienestar de todo ser humano, en cierta forma es responsabilidad de todos, en especial de las autoridades.

En Romanos. 13:3-4 y en 1 Pedro. 2.14, los dos apóstoles; Pablo y Pedro, dejan bien claro que el papel y la responsabilidad del Estado y las autoridades para con las y los ciudadanos que viven conforme a la ley, es de protegerlos y hacerles el bien, y de castigar a los que hacen el mal. *Estamos esperando últimas noticias, que cómo decíamos «con consecuencias imprevisibles».

La vieja y la nueva derecha en la Torre de Babel

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (14).
Tercera época.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

La descomposición absoluta que muestra el sistema político y social imperante en este cambio de siglo, tanto como la inopia y la estulticia reinantes en materia de pensamiento y acción alcanzan también a la llamada derecha, o las derechas más diversas de nuestros países latinoamericanos, pues sucede que mientras sus pensadores y líderes más destacados han abandonado el escenario histórico sin que aparezca, por ningún lado, una generación de relevo que esté a la altura de los nuevos desafíos históricos, de suyo muy complejos.

Por otra parte, las derechas de raíz oligárquica, tan propias de esta parte del mundo sólo mostraron, a lo largo del siglo anterior, una vocación democrática de la boca para afuera, dado que consideran que sólo cuando ganan ellos no hay fraude electoral, por lo que han acudido a los golpes militares para desplazar a la izquierda y a la centroizquierda del poder, especialmente en los casos de los odiados peronismo argentino y varguismo brasileño (el de Getulio Vargas y sus seguidores Juscelino Kubitschek y Joao Goulart, que gobernaron después de su dramático deceso, ocurrido en 1954), más recientemente han acudido a los golpes parlamentarios y a los juicios políticos fraudulentos como cuando desplazaron del gobierno a la presidenta brasileña, Djilma Roussef, a mediados de 2016, acudiendo para ello a un montaje típicamente mafioso.

También en ese sector, de tendencia conservadora, y defensor en apariencia de un statu quo tan poco transparente e inescrutable, tanto que quienes lo componen no logran siquiera definirlo, dada su desesperación por liquidar el “estado social de derecho”, surgido al concluir la Segunda Guerra Mundial y preconizado por los Figueres Ferrer, Perón, Getulio Vargas, Árbenz, Batle y otros, dentro de un período que encarnó una disminución  importante de la pobreza, la miseria extrema y abrió enormes oportunidades de ascenso social a una población que hace un siglo carecía de ellas en países como Costa Rica, Uruguay, Argentina y Chile, acudiendo al fomento de la inversión pública y la redistribución del ingreso, por la vía de unas políticas que fomentaban los salarios crecientes y fortalecimiento del mercado interno, a la manera keynesiana-rooseveltiana.

Se puede decir que hoy nos encontramos con que el despliegue de una cierta dimensión sociológica, como aquella de la que nos hablaba don Alberto Cañas Escalante (1920-2014), hace ya algún tiempo, la que cobra plena vigencia en estos primeros años de la tercera década del nuevo siglo: la gradería de sol asaltó la cancha y una ruidosa chusma invadió la conducción política, especialmente en el campo de las llamadas derechas, en especial las de los falsos liberales y los falsos cristianos.

En vez de nutrir sus filas con lo que podríamos calificar como una intelectualidad propia del “antiguo régimen” han acudido a los remanentes de una vieja oligarquía, formados por gentes cada vez más incultas y obsesionadas con visiones meramente tecnocráticas de la realidad, en un extraño panorama que se vino desplegando una vez concluida la guerra fría entre los bloques encabezados por los Estados Unidos y la Unión Soviética, un hecho que para ciertos intelectuales de Washington marcaría el fin de la historia (Fukuyama, dixit) con la derrota del socialismo-comunismo no sólo en su versión soviética, china o trotskistizante, sino incluso en cuanto al fin paulatino de la socialdemocracia, cuyos partidos más representativos tanto en Europa como en América Latina se fueron corriendo hacia la derecha, con lo que dejaron abandonado a su suerte el estado social de derecho o welfare state, del que renegaron para adoptar los dogmas de un novísimo neoliberalismo, que como sabemos de liberal tiene muy poco. Los herederos de la socialdemocracia regional (PLN de Costa Rica incluido) perdieron su esencia aunque no quieren soltar la etiqueta, o franquicia electoral a la que han quedado reducidos, los beneficios que obtienen de ella les resultan muy apetecibles.

Más bien, en medio de ese arrebato neoliberal del cambio de siglo nos hemos encontrado con una chusma como la del fujimorismo en el caso del Perú, o la masa de falsos cristianos (neopentecostales) seguidores de Jair Bolsonaro en Brasil, hoy dedicado a acabar con los bosques de la Amazonía y las conquistas sociales de los trabajadores, campesinos e indígenas, pues esas son unas gentes que han empobrecido hasta límites insospechados y hasta ensombrecido los  escasos debates parlamentarios que todavía suelen darse en esos otros países. Es un populismo (en el mal sentido del término) inculto y vociferante que ha terminado por darle un marcado tono plebeyo a las filas de una ultraderecha emergente, desconcertada ante de los desafíos de sus contrapartes de una izquierda muy diversa. Tanto el fujimorismo como los restos del aprismo (el APRA un viejo partido histórico peruano que marcó la pauta de las aspiraciones de una izquierda democrática, durante la primera parte de los años treinta, pero que topó con una brutal oligarquía que les respondió fusilando a seis mil de los suyos en las ruinas de Chan Chan en el norte peruano, cuando se había consagrado a la organización reivindicativa de los trabajadores azucareros del departamento de La Libertad, es un partido que desde entonces ha venido girando, cada vez más hacia la derecha y hacia las prácticas gangsteriles) se han convertido en un puñado de grupos violentos, vociferantes que amenazan a un tímido intento de transformación social, como el emprendido por el profesor Pedro Castillo Terrones para revertir treinta años de saqueo de la economía nacional por parte de una mafia neoliberal.

Algunas damas de esa plebe derechista y reaccionaria, tales como cierta Patricia Chirinos, hija de un militante aprista y ligada a las prácticas mafiosas en el puerto de El Callao, contiguo a la metrópoli limeña y entrada desde el Pacífico, no sólo se han dedicado a satanizar y denostar a los políticos serranos de izquierda como Vladimir Cerrón, Guido Bellido y Pedro Castillo que le ganaron las elecciones generales del mes de junio pasado a las élites limeñas, encabezadas por la hija del dictador Alberto Fujimori, sino que ahora dicha señora pide el derrocamiento o vacancia del presidente Pedro Castillo…resultaba intolerable para esta gente, tan rancia como inculta, en el sentido más amplio del término, el sólo hecho de que el hijo de una mujer quechua, que sólo habla esa lengua ancestral de los Andes como Guido Bellido, se desempeñara como Primer Ministro y diera un mensaje en ese idioma tan importante en el Parlamento, o que un profesor primario de Cajamarca, cuya madre habla un castellano con ingredientes de la sintaxis del quechua de esa región, diciendo por ejemplo: “Yo soy su mamá de Pedro Castillo” los ha puesto a delirar, pues para la estrecha y autista visión de las élites (plebe fujimorista incluida) de la capital peruana esto es imposible de aceptar, ni siquiera en términos abstractos. Así están las cosas en estos países que formaron parte del imperio colonial español o del portugués (para el caso de Brasil) durante tres siglos. La derecha tampoco ha tomado nota de los desafíos del presente cambio de siglo.

Pueblos centroamericanos en un callejón sin salida

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (13).
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Las llamadas izquierdas del espectro político regional están sumidas en una profunda crisis desde los años ochenta, no han sido capaces de reflexionar sobre los desafíos del momento histórico, más bien desde la segunda mitad del siglo anterior quienes la encarnan se convirtieron en unas gentes que dejaron de pensar y de elaborar algún tipo de pensamiento sólido y fecundo, además de que como consecuencia de ello han sido incapaces de reinventarse, en un escenario histórico difícil, muy demandante y de suyo tendiente a cambios que requieren de mucha creatividad e incluso audacia.

Si el estalinismo original con toda su barbarie homicida, desarrollista y paranoica eliminó o asesinó a la mayor parte de los revolucionarios soviéticos de la generación que materializó la revolución rusa de 1917, durante las cruentas purgas de la segunda mitad de los años treinta, el estéril y corrupto, además de parasitario e ineficaz neoestalinismo que lo sucedió acabó de matar lo poco que quedaba de aquella revolución que tantas esperanzas despertó entre los más desheredados de la tierra.

El dogmatismo de la dupla estalino-troskistizante (dentro de lo que devino en una discusión escolástica, además de anacrónica) de algunas gentes y gentecillas, parafraseando el título de una famosa novela del escritor costarricense, Carlos Luis Fallas (1909-1966) de grata memoria, durante este cambio de siglo, los ha llevado a protagonizar el ridículo más grande con su notoria pérdida de contacto con la realidad de nuestro tiempo histórico, tal como sucedió cuando la pequeña burguesía paceña de Bolivia apoyó el golpe contra el entonces presidente Evo Morales, hace ya un par de años…ya no soportaban a esos indios aymaras y quechuas empoderados, pobrecitos esos marxistas tan acartonados, tanto que terminaron jugando al fascismo tropicalizado, una extraña paradoja ejecutada en nombre del filósofo de Tréveris y del creador del Ejército Rojo, algo que no es nada nuevo en la historia boliviana.

De ahí la manifiesta incapacidad de muchos dirigentes y partidos de la llamada izquierda regional de enfrentar, o intentar entender con al menos un poco de sensatez, lo que ha estado en juego durante las recientes elecciones de Nicaragua con los imposibles dilemas que nos plantean sus protagonistas, la simultánea descomposición del sistema político costarricense, de cuya gravedad muchos ni siquiera se han percatado, en vísperas de unas elecciones generales, donde el resultado será el de siempre o incluso peor y tampoco de la perpetua crisis política de la vecina Honduras, un poco más al norte, donde desde el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya Rosales, mediante un golpe de estado militar, disfrazado de parlamentario por las dirigencias de los partidos tradicionales, en el mes de julio de 2009, no ha sido posible efectuar unas elecciones en las que no esté de por medio un descarado fraude electoral, cosa que ya ocurrió en 2009, 2013 y 2017, mientras tanto nada indica que no lo repetirán el próximo 28 de noviembre de 2021. Los golpistas de entonces han instalado una dictadura sui generis, y mucha gente de la izquierda de estos países ni siquiera ha tomado nota de ello.

Una cosa es discrepar del rumbo político que lleva el régimen nicaragüense, incluso en nombre de la esencia de un cierto “sandinismo” puro que nunca fue, y otra muy diferente matricularse en la oscura trama de una variopinta oposición que carece de un programa político definido, además de haberse plegado al financiamiento y a las imposiciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos, a través de sus agencias y las llamadas organizaciones no gubernamentales (ONGS). Todavía resulta imposible entender ¿cómo es eso de que Washington está interesado en que el sandinismo vuelva a sus orígenes con su apoyo y financiamiento decidido? ¿no será más bien un retorno al antiguo régimen la apuesta efectiva de la superpotencia del norte?

Mientras tanto, un poco más al sur, el presidente peruano Pedro Castillo Terrones está a punto de ser derribado o vacado por la derecha más troglodita del continente, mediante un golpe parlamentario, al mismo tiempo que «su canciller» anda hablando de que en Nicaragua las elecciones no fueron ejemplares, como si la ultraderecha peruana hubiera establecido que los recientes comicios en que fue electo lo fueron de verdad, cosa que jamás harán. Los fujimoristas andan muy felices, para ellos el nuevo presidente ya mordió el anzuelo, sólo es cuestión de días para sacarlo del palacio de gobierno.

En un continente donde sólo cuando la derecha gana las elecciones son legítimas, limpias y libres, de lo contrario desconocen los resultados, le aplican a sus adversarios el boicot parlamentario y acuden a un feroz cerco mediático, a cargo de la gran prensa a su servicio. Dado lo anterior, convendría ser un poco más cautelosos a la hora de considerar el significado y la validez de los resultados electorales de Nicaragua, Honduras y Costa Rica durante los meses que corren… como también los de Argentina y Chile, programadas para este noviembre de 2021.

El degradado universo político y social que nos asfixia

A la memoria de Rosa Cedeño Castro (1926-2008), una gran luchadora social.
Columna Libertarios y Liberticidas(8).

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

Los procesos electorales en las llamadas “democracias formales” como la de Costa Rica y otros países de la región, con sus elecciones periódicas, y su aparente cambio de poderes cada cierto número de años, no son otra cosa que un colosal fraude, el que dadas las circunstancias, dentro de las que se plantea, resulta imperceptible para la gran mayoría de las gentes, los fuegos de artificio son tan atrayentes que muchos no logran darse cuenta de que se reducen a eso, pues el verdadero poder se encuentra en otra parte. Se trata de un engaño deliberado, que va mucho más allá del recuento “imparcial” (que estupidez más grande) de los votos y de toda la alharaca que se hacen los medios de comunicación social, propiedad de las minorías plutocráticas de nuestros países.

Desde hace ya varias décadas en nuestro país, tanto como en casi todo el resto de América Latina no existen los partidos políticos, entendidos en estricto sentido como unos conglomerados sociopolíticos, a los que se asocian una serie de gentes con el propósito de llevar sus iniciativas y sus proyectos de sociedad, los que solían presentar y proponer al conjunto de la población. Así nacieron partidos como el APRA peruano o Alianza Popular Revolucionaria Americana, primero en escala regional y luego como un partido peruano, el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia, la Falange Socialista Boliviana (que de socialista no tenía nada y más era una agresiva agrupación de la ultraderecha fascista durante los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado), el partido Acción Democrática de Venezuela y otros de ese país, el Partido Liberación Nacional de Costa Rica y muchos otros que claudicaron y vinieron a menos, tal y como ha sucedido con el APRA peruano cuyos restos, hoy convertidos en bandas fascistas que actúan al lado de la ultraderecha totalitaria del fujimorismo, con lo que terminaron siendo la negación absoluta del ideario de su fundador, Víctor Raúl Haya de la Torre(1895-1979), quien murió pobre y apegado a sus principios, no sin antes dejar una avanzada constitución política, la que fue sustituida por una de corte neoliberal, a través de un golpe de estado, en abril de 1992. El traidor y comediante de baja estofa, Alan García Pérez, acabó de llevarlos por ese abismo junto con los fujimoristas y su líder. Hoy en el Perú, al igual que en Costa Rica, al no haber partidos verdaderos, los medios al servicio de la ultraderecha totalitaria los han sustituido: El Comercio de Lima y La Nación de San José de Costa Rica coludidos con la mayor parte de las televisoras y estaciones de radio, en ambos casos de su propiedad.

Créanme o no lo crean amigos lectores, yo lo vi con mis ojos y lo oí en boca de sus líderes cuando todavía era un niño y durante mi juventud, ese PLN o Liberación Nacional de Costa Rica existió, tal y como lo dije en días pasados, con su ideario socialdemócrata y reformista, con un proyecto de identidad nacional solidaria, una serie de figuras tan importantes como José Manuel Salazar Navarrete y su hermano Fernando, Daniel Oduber Quirós, Luis Alberto Monge Álvarez, Alfonso Carro Zúñiga, Fernando Volio Jiménez, Joaquín Garro Jiménez, Enrique Azofeifa Víquez, Carlos Luis Jiménez Maffio, José Rafael Cordero Croceri, Rodolfo Solano Orfila (de grata memoria) y muchos otros, a quienes tuve la dicha de conocer, entre ellos a Rodrigo Carazo Odio formado en esas filas, de las que nunca se alejó del todo, y de aquella generación de la Juventud Liberacionista de mediados de los sesenta, de la que formaron parte al inicio el sociólogo José Luis Vega Carballo (de grata memoria) y John Saxe Fernández un catedrático de la UNAM, dos científicos sociales y pensadores de avanzada hasta el presente. Esa generación de la que me gustaría hablar algún día, si el destino lo permite, estuvo conformada por gentes como mi amigo Gerardo Trejos Salas, Manuel López Trigo quien fuera de muy joven una pluma notable, con reflexiones muy agudas y el inolvidable Jorge Salazar Solís, un hombre muy apegado a los principios socialdemócratas de entonces, sobrio y hacedor hasta su deceso hace pocos años, entre quienes ya nos dejaron en años recientes. Aquello de verdad fue un partido político hasta los años ochenta, como lo fueron los partidos de la “otra izquierda”: la de los llamados “comunistas”, los grandes rivales de los glostoras en la década del cuarenta en lucha por el mismo espacio político, a quienes el PLN en gran medida y por presiones imperiales, mantuvo en el ostracismo durante las décadas de los cincuenta y sesenta, cosa que cambió en la década de los setenta, en especial el Vanguardia Popular, el así llamado Partido Comunista el espantajo que todavía asusta a muchos tontos e ignorantes de solemnidad que abundan en este país. pero que en realidad fue una parte decisiva en la concreción, a través de las luchas callejeras y la organización popular, de muchas de las conquistas sociales del pueblo costarricense, debido a la persistencia y determinación de lucha de muchos de sus combativos militantes de la clase trabajadora y artesanal, encarnada entre otros sectores, en aquel sindicato de zapateros, una verdadera trinchera de lucha que hizo historia, de la que formaron parte gentes tan valiosas, combativas y leales, cuyo recuerdo nos conmueve aún, al evocar la memoria de gentes increíbles por su bonhomía como Víctor Mora, Juan Rafael Morales, Elmo Arias (muy amigo de mi madre), Manuel Badilla y Marcos Lemaire de quienes, entre otros muchos, acabo de ver una foto, publicada recientemente por mi amigo Lenin Chacón Vargas. Todos ellos eran una parte esencial del tejido social de un país y de una generación increíblemente generosa y solidaria, la que se perdió en los meandros del tiempo, en el largo camino hacia el olvido.

En Costa Rica existieron partidos políticos de verdad y se intentó jugar a la democracia, al menos un poco más auténtica que la fraudulenta mascarada del triste presente histórico de este cambio de siglo, donde una falsa centroizquierda del PAC y su pata “izquierda” terminó por entregar al movimiento social atado de pies y manos, lo que le ha permitido darle los últimos zarpazos al pacto social de hace setenta años…en el Perú, donde la derecha se apresta a darle el zarpazo final a la precaria democracia existente, nos encontramos con que esa estirpe limeña y reaccionaria decidió que si no son ellos los que ganan las elecciones, entonces hay fraude electoral y hay que desconocer el mandato electoral que el pueblo peruano le otorgó al profesor Pedro Castillo Terrones, un político de una izquierda andina y provinciana que los derrotó en unas elecciones fraudulentas, pero no por el recuento de votos como afirmó falsamente la ultraderecha y su prensa mentirosa, sino por la perversa campaña electoral que llevaron la gran mayoría de los medios en su contra. Volveré sobre estos temas de la memoria histórica…y sus trampas.

Lo tenemos al frente y no lo vemos

Columna LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (4)
Tercera época
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

A ratos nos resulta inexplicable que no nos demos cuenta de la existencia de una serie de eventos, o incluso actitudes de las gentes que ocurren frente a nuestros ojos, pareciera, por lo contrario, que cuanto más sean evidentes por sí mismos más imperceptibles se tornan para nosotros. En medio de una serie de gentes que se presentan como (neo)liberales, libertarios (libertarians, a la manera anglosajona en realidad), demócratas o defensores de la libertad, no nos damos cuenta que muchos de ellos no son más que liberticidas, enemigos de cualquier otra libertad que no sea la del mercado o al menos eso es lo que aseguran, cuando la verdad es que nuestros países latinoamericanos lo que existen son sociedades mercantilistas que favorecen la existencia de grandes monopolios privados, de esos que impidiendo la libre competencia y estrujando a la mayor parte del sector empresarial en una clara negación del tan cacareado libre mercado, se tornan en millonarios a costillas de todos nosotros, además de saquear las arcas públicas o a causa de ello. Es por eso que no debería extrañarnos, ni causarnos asombro, lo que ha ocurrido con empresas como MECO y Solís en el sector de la llamada obra pública, dado que es así sobornando a ciertos funcionarios públicos con poder de decisión como opera la cosa, pongan atención pues eso es lo “normal” dentro del mercantilismo, dejémonos de pudibundeces, el tiempo dirá ¿cuáles fueron las verdaderas causas que llevaron al presente escándalo.? Cuando a otros empresarios, como es el caso de Juan Carlos Bolaños, no pertenecientes a tan selecto club, se les ocurre entrar en el negocio del cemento para competir y abaratar los costos en el mercado de ese bien tan esencial, entonces ya sabemos lo que ocurrió, hasta se llevaron en banda al gerente del Banco de Costa Rica, quien por cierto falleció, en el medio del forcejeo y el escándalo montados por la prensa interesada, la que finge ser la representante, además de defensora de los intereses de la ciudadanía y la nación costarricense.

En el Perú de la segunda década del nuevo siglo, tanto como en otros países de la región, incluida Costa Rica, estamos convencidos de que no hay periodistas cumpliendo su labor informativa, como pudiera pensar cualquier ciudadano desaprensivo, más bien lo que hay en abundancia son agresivos operadores políticos (de la derecha y los dueños monopólicos de la mayor parte de los medios) nos dice el veterano político, periodista, escritor y analista político peruano, Ricardo Belmont, pues se trata de esos “comunicadores” que micrófono en mano hacen imprudentes. irrespetuosas e impertinentes preguntas a sus entrevistados, sobre todo a aquellos que no son del agrado de los poderes fácticos, no lo hacen como debe efectuarlo un periodista sino un policía, y aún este último es más prudente en esa tarea, sobre todo en una investigación judicial que supone, al menos, la presunción de inocencia del interpelado. Don Ricardo quien fuera Alcalde de Lima, en tiempos del dictador Alberto Fujimori, en los turbulentos años de la década del noventa, hace estas afirmaciones frente a la agresiva actitud de una prensa que no acepta el resultado de la segunda vuelta electoral del 6 de junio anterior.

La izquierda democrática y el Partido Perú Libre ganaron las elecciones, mientras los medios al servicio de la oligarquía racista y totalitaria que lo atacaron sin piedad durante toda la campaña electoral, procuran ahora separar al presidente Pedro Castillo Terrones de su base política y social: el propio Partido Perú Libre, su dirigencia y militancia en todo ese inmenso país. Eso sería un error suicida para el nuevo gobierno peruano, como con toda certeza lo ha dicho hasta la saciedad don Ricardo Belmont, en sus programas de radio y televisión.

A casi cien años de su fundación, un día de 1924, en la ciudad de México, bajo el nombre de Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), sus remanentes o despojos peruanos se han unido a las bandas fascistas fujimoristas para atacar a las organizaciones populares, a los militantes del Partido Perú Libre y otras organizaciones políticas de la izquierda peruana del presente.

El expresidente Alan García Pérez, quien se hundió en la corrupción y terminó suicidándose, hace apenas dos años, representó en 1985, de una manera circunstancial, lo que ningún otro dirigente del aprismo peruano pudo alcanzar, ni siquiera Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), el fundador del APRA, quien siempre vivió de manera austera, y promulgó la avanzada Constitución del 79 poco antes de morir, las esperanzas regionales de un ascenso de la lucha contra el neoliberalismo y sobre el tema de la impagable deuda externa latinoamericana que empezaba a crecer como alud imparable, todo ello al alcanzar la presidencia de la república del Perú, después de más de cinco décadas de luchas, prisiones, ostracismo, alianzas diversas y golpes de Estado, pues el APRA siempre estuvo vetado por la oligarquía y los militares.

Aquellos cinco años de su primera gestión, de retórica progresista alrededor de la consigna de sólo destinar el 10% del PIB, terminaron sin pena ni gloria, aunque asustaron un poco a la vieja oligarquía, la que buscó representarse a través del escritor arequipeño y converso religioso a la magia del mercado, Mario Vargas Llosa, convertido en el ideólogo de la derecha neoliberal, aunque el que se aprovechó de la ocasión, en una segunda vuelta electoral, fue un ingeniero de origen japonés, quien ya en la presidencia de la república dio un golpe de estado dejó de lado constitución de 1979 para instaurar una de corte neoliberal en 1993, la que es preciso derogar para detener el saqueo del país, por parte de un puñado de empresas monopólicas.

Con una admirable dosis de oportunismo e instinto político de supervivencia, Luis Alberto Monge y otros dirigentes del Partido Liberación Nacional de Costa Rica prefirieron mostrarse omisos frente a las primeras veleidades, supuestamente izquierdistas de Alan García, si aquel se estaba preparando para traicionar el antimperialismo de su viejo partido, los del PLN ya no estaban para antimperialismos de ninguna clase, si es que alguno había quedado por ahí rezagado, no había que desagradar a Washington ni siquiera con la sospecha, ya la vieja socialdemocracia latinoamericana había empezado su largo viaje sin retorno hacia la derecha y en beneficio del más feroz capitalismo financiero, una empresa que los tiene al borde del fascismo, como el de aquellos socialdemócratas alemanes de 1919, que propiciaron el asesinato de Rosa Luxemburgo y el aplastamiento de la revolución alemana: Podemos concluir que ni siquiera en aquellos días ahora lejanos, se aparecieron los del PLN por la capital peruana para acompañar a los líderes del “partido hermano”, con hermandades así no hacen falta enemigos nos dice un viejo refrán.

Perú o la democracia amenazada por los perdedores

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

En el Perú de la segunda década del nuevo siglo no hay periodistas cumpliendo su labor informativa, lo que hay son agresivos operadores políticos (de la derecha) nos dice el veterano político, periodista, escritor y analista político Ricardo Belmont. Don Ricardo quien fuera Alcalde de Lima, en tiempos del dictador Alberto Fujimori, en los turbulentos años de la década del noventa, hace estas afirmaciones frente a la agresiva actitud de una prensa que no acepta el resultado de la segunda vuelta electoral del 6 de junio anterior.

La izquierda democrática y el Partido Perú Libre ganaron las elecciones, mientras los medios al servicio de la oligarquía racista y totalitaria que lo atacaron sin piedad durante toda la campaña electoral, procuran ahora separar al presidente Pedro Castillo Terrones de su base política y social. Eso sería un error suicida para el nuevo gobierno peruano.

Como, a diferencia de los otros presidentes de los últimos treinta años, Castillo no se ha sometido hasta ahora, a la hoja de ruta de los poderes fácticos neoliberales, han decidido hacerle la vida imposible hasta vacarlo o derrocarlo, a pocos días de haber asumido su mandato.

Es por eso que los fujimoristas estuvieron durante mes y medio haciendo falsas denuncias de “fraude electoral” sin aportar una sola prueba, y pidiendo la anulación de numerosas actas electorales del Perú Profundo, en la Sierra Central y Sur, donde el Partido Perú Libre arrasó a los seguidores de Keiko Fujimori, para retrasar e impedir la proclamación del nuevo presidente, cosa que no lograron.

De previo, al igual que hicieron con Alan García, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, y el mismo Alberto Fujimori, en 1990, la oligarquía llamará al profesor Pedro Castillo para imponerle su hoja de ruta, diciéndole lo que tendrá que hacer en su mandato de cinco años. Ya hemos visto como terminaron esos presidentes peruanos tan obedientes al establishment, todos ellos con cuentas pendientes con la justicia. Por fortuna el nuevo presidente ya nombró un gabinete de su confianza.

A semejanza del nazifascismo y el estalinismo de los años treinta, sendas expresiones totalitarias de entonces, los medios satanizan y tergiversan, todos los días, unas declaraciones del primer ministro Guido Bellido, un político de la izquierda cuzqueña, nombrado por el presidente Pedro Castillo, a quien quieren sacar del juego político. Si no dices lo que ellos quieren y empleas los mismos calificativos para referirte a determinados actores políticos, entonces eres un terrorista o un apologista de ellos.

En Costa Rica, por lo contrario, ni Jacques Sagot ni otras personas que han escrito sobre el caso de Viviana Gallardo, como son el historiador Iván Molina Jiménez y la escritora Ximena Cedeño de la Cruz, quien escribió una obra de teatro sobre ese tema, serían censurados como «apologistas del terrorismo» por el solo hecho de intentar algún revisionismo histórico, acerca de un período muy doloroso de la historia centroamericana.

La sociedad peruana está enferma de odio y violencia, alimentados por una prensa mentirosa y oficiosa como la del diario El Comercio, La República y los principales canales de la TV peruana erigidos en los catones de las virtudes republicanas, creando un espejismo acerca de lo que de verdad está ocurriendo en ese país.

Lo anterior, por cuanto la derecha, y la troglodita ultraderecha, bruta y achorada del Perú como la llaman en aquel país, se encuentran desesperadas, dada su visión autista, unidimensional y totalitaria del mundo, de su país y de la región, la que les impide aceptar el triunfo electoral del Partido Perú Libre y de su candidato presidencial: el profesor Pedro Castillo Terrones. Además de que perdieron las elecciones frente a un partido político, surgido en provincias, el que llevó a palacio a un presidente de la Sierra, el primero en doscientos años de historia republicana, todo eso es demasiado para las elites limeñas, por eso están preparando un golpe de estado, eso sí a la manera de la vieja capital virreinal.