Por Jiddu Rojas, MSC.
“Ave, Caesar, morituri te salutant”
- «Documento de cultura, documento de barbarie«, sentencia, dialéctica y universal, del gran filósofo Walter Benjamin (1892-1943), desarrollada y popularizada en el texto homónimo de Frederic Jameson (1989).
Advierto que no suelo utilizar esas categorías de «cultura» y «barbarie», en ese sentido tan tradicionalmente eurocéntrico. Sin embargo, mi profunda admiración por la obra de Walter Benjamin y su trágica muerte, me dan licencias. Ya Enrique Dussel, dijo en este nuevo siglo, en nuestra UNA (Heredia, Costa Rica), que la nueva Escuela de Frankfurt debería ser la Filosofía de la Liberación Latinoamericana, pues es evidente la relocalización periférica de las nuevas subjetividades políticas.
Aclaro que tampoco conozco personalmente aún, esas ruinas, y me despojo por anticipado de cualquier romantización sacrificial religiosa, –no espiritual–, del tema.
Contemplando una hermosa fotografía del Coliseo Romano, junto a un texto histórico descriptivo, y reflexionando estas complejas ruinas arqueológicas, me surgieron imperiosas, ciertas reflexiones. No pude contenerlas, brotaron, y aquí están.
- Toda una serie de avances tecnológicos de la Antigüedad, convergen en esta maravilla arquitectónica del antiguo Imperio Romano. Batallas navales recreadas, gladiadores peleando hasta morir, espectáculos violentos estetizados, luchas entre fieras feroces y prisioneros, sin olvidarnos de los mártires torturados por el Imperio Romano, recordados por el «Kitsch» de las películas de la próxima Semana Santa.
La impresionante combinación estética, de solidez en el diseño que ha perdurado por siglos, y de ingenio arquitectónico con una especie de antigua «industria cultural de masas» parafraseando a la moderna polémica Adorno/Benjamin, suele provocar un trágico olvido: Cuál es el que la mano de obra esclava, fue la base material que posibilitó, a los Collegia Fabrorum, y a los deseos estéticos y arquitectónicos de las clases dominantes de Roma, sus grandes logros en Arquitectura.
Este «Coliseo» no es el cine urbano demolido de otra ciudad centroamericana en crisis, San José. Donde las películas porno alternaban con películas chinas de Kung Fu. Y no es casualidad que esté de pie casi entero, después del terremoto de Roma en el 1349, y de casi dos milenios de violencia histórica.
En particular, El Coliseo o Anfiteatro Flavio, fue construido después de Nerón, -junto a su estatua gigante que luego fue derribada-, por Vespasiano, después de la toma y destrucción de Jerusalén por Tito. Curiosa forma de celebrar y conmemorar una victoria y masacre militar.
- Sumemos otra reflexión. Se habla mucho y de forma poco seria, de «Teoría Crítica«. Se nos invita alegremente a ser críticos y a tener o desarrollar «espíritu crítico» (sic).
Pero la llamada «Teoría Crítica» está realmente asociada a una particular corriente filosófica y científica- social (Spinoza, Kant, Fichte, el Joven Schelling, Hegel, Marx, Freud, Weber, Lukács, y las Vanguardias literarias, musicales y artísticas). No vale la pena introducirnos a la filosofía de Kant, del Sujeto, y a su influencia más reciente. Basta recordar que no todo lo que se dice “crítico”, realmente lo es. (Lo “crítico” después de Kant, presupone al menos una Teoría del Sujeto).
- Sin embargo, sí encontramos acá, una buena oportunidad, para demostrar una de las tesis sociológicas fundamentales de la Escuela de Frankfurt. La misma hilvanada posteriormente, a partir de la clásica distinción en Kant, entre Entendimiento («Verstand«) y Razón Sustancial («Vernunft«). (No citamos a la otra obligada instancia sensorial del conocimiento en Kant, traducida como la «Sensibilidad», porque no es relevante acá.)
Esta tesis fue construida posteriormente por la «Teoría Crítica» de Max Horkheimer, Theodor Adorno, Bloch, Marcuse, y olvidada cómodamente por Habermas, convertido en «pop star» de la filosofía y apologeta de las barbaridades del Estado de Israel.
Simple: Para la Escuela de Frankfurt hay un peligroso divorcio práctico en la sociedad contemporánea hegemónica, entre «Racionalidad Instrumental» y «Razón Sustancial«. (Las nuevas burguesías globales no son ilustradas, suelen ser tecnocráticas. Y viceversa, no son ilustradas, ni humanistas, porque ya no pueden ser estructuralmente, la clase social revolucionaria y universal.)
- Así, el «Entendimiento«, por el desarrollo histórico patológico del Capitalismo Tardío, se convirtió en la mera «Razón Instrumental«. No necesita ningún meta- discurso racional o ético. Rechaza inercialmente, cualquier meta-relato. No necesita ninguna regulación. Ni pública, ni estatal, ni ética. Ése es el discurso delirante de Milei en Argentina.
El «logos» capitalista, que nunca leyó a Kant, controla el desarrollo técnico-científico, bajo el modo de producción capitalista. O sea, bajo la lógica estructural del Mercado Total. Si da ganancia capitalista, es bueno.
Lo bueno y lo malo, antes sólo relativos (y dejados a la supuesta autonomía racional del Sujeto Moderno), se invierten axiológicamente (Franz Hinkelammert) en términos absolutos. Manda el dios del Mercado Total.
- Es el reino de la racionalidad de los medios, no de los fines. Una suerte de «racionalidad» unidimensional y alienada. Una «racionalidad» profundamente irracional. Es la eficiencia escindida de la eficacia. La ganancia mercantil generalizada se pregunta: ¿Cuántos muertos puede producir esta nueva tecnología de punta, porque así se vende mejor?
El resultado estructural es muy sencillo. La industria militar, da mucho más margen de ganancia. Sólo el Narcotráfico y la gran especulación financiera compiten o le ganan, pero son, obviamente, muy compatibles.
Es el fin anunciado de la Razón Sustancial. Por eso vuelvo a citar a Adorno, –otro filósofo judío-alemán de izquierda no Sionista y con mejor suerte que Walter Benjamin–, cuando dijo en 1951: «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie«.
- Por eso Herbert Marcuse, otro filósofo sobreviviente del Nazismo, nos advierte que el Fascismo sólo es el mismo Capitalismo Imperialista, pero sin la administración democrática liberal burguesa. Con más demagogia, con desinformación sistemática pero menos sofisticada que la actual, y con un discurso abiertamente racista y ultra- nacionalista, y acuerpado con discursos tomados de las filosofías irracionalistas. Más allá de la estructuración de una, digamos, Psicología de masas del Fascismo (W. Reich), el Anticomunismo es su objetivo estratégico principal.
Umberto Eco desde Italia, insinuaba que, Nazismo hubo uno solo, pero que «Fascismos» hay muchos. América Latina está llena de fascismos sin capacidad imperialista, por ser periféricos.
- El mismo Marcuse que luchaba contra sobre-represión sexual, inspira luego a Zizek para hablar del fetichismo compulsivo e híper-mercantil, de la genitalidad cooptada. La pulsión sexual y la economía política son dos pilares sociales e históricos de la dominación.
El Capitalismo en sus diferentes facetas se reinventa, se resemantiza, y se recrea así mismo, tanto estructuralmente, como en los microespacios. Aquí no hay ‘afuera’ social posible, aquí, «Todo lo sólido, se desvanece en el aire«, nos recordaría antes Marshall Berman (1982), a partir de su lectura de Marx.
Para Marcuse, lo irracional e inmoral de la «sociedad industrial avanzada», no es la violencia histórica ‘per se’, sino que actualmente existan tecnológicamente, todas las condiciones productivas para eliminarla racionalmente. Con más razón podemos afirmar esto de las sociedades capitalistas post- industriales.
Pero Marcuse hablaba del giro totalitario del Capitalismo Monopólico occidental apenas, para la segunda mitad del Siglo XX, en guerra contra los regímenes burocráticos del campo socialista. Hablaba de la crisis del Estado de Bienestar Social en las economías centrales. Apenas podía tener idea, del «Nuevo Orden Mundial» (expresión literal de George Bush Padre) que se gestaba a partir de la caída del Socialismo Histórico. G. Orwell resultó profético, sólo que nunca vaticinó la caída del llamado Bloque Socialista.
Sin embargo, la deriva irracional, acaso la falta de «Razón Sustancial» de las élites capitalistas, nos conduce en pleno Siglo XXI a un proyecto global de destrucción ecológica y pauperización social. Un proyecto colectivo suicida, donde el Tánatos se impone al Eros.
- Permítasenos una última reflexión. Un «Excursus» final, sobre la llamada Escuela de Frankfurt y su contexto:
Para estos autores que presenciaron aún jóvenes, el infierno de la Primera Guerra Mundial, la disolución del Imperio Alemán, del Imperio Austro-húngaro y del Imperio Turco Otomano. Pero que vivieron la derrota de la Revolución Espartaquista y el asesinato vil de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebknecht, así como el fracaso de la Revolución en Europa occidental. Occidente, pese a sus privilegios económicos originados en la llamada «acumulación originaria» colonialista, se condenaría así a un realismo opaco.
Esta derrota popular europea, sólo dio paso a otra tragedia mayor, a la «contrarrevolución preventiva» (Marcuse) y a la consolidación barbárica del Franquismo, del Fascismo y del Nazismo y demás totalitarismos de derecha. Esto como consecuencia directa de la manipulación de la crisis capitalista de 1929 y de sus posterior y permanente crisis financiera. (Recordemos que el estilo populista de comunicación política no es tan nuevo).
Ya antes su (nuestro) Mundo se tornaba aún más distópico, cuando la lucha por el Socialismo como alternativa al Capitalismo y al Imperialismo, tenía como referente a las purgas de Stalin y el «Gulag«. Siguió la derrota del Fascismo europeo con la brutalidad de la Segunda Guerra Mundial, la Bomba Atómica, la Guerra Fría, la lucha anticolonial de los pueblos, India, China Popular, Corea, Cuba, Argelia, Vietnam, África, Medio Oriente y Palestina. La Guerra Fría se tornaba caliente en el Tercer Mundo. (Aun así, se perdieron por razones biológicas la Caída del «Socialismo Histórico» y la nueva Globalización Capitalista).
- Volvamos ahora, a la analogía con Antigua Roma. Hoy casi 2000 años después, en lugar de un gran Circo Romano o Coliseo, tenemos a los medios de comunicación virtuales. No bastaba con el espectáculo de la guerra fratricida en Yemen o Ucrania. Peor en el Congo/ Zaire, sólo que más discreta e invisibilizada…
Hoy, en lugar de mártires cristianos tenemos a los niños y niñas y civiles en Gaza masacrados y televisados, y en lugar de Nerón, Vespasiano, Mussolini o Hitler, tenemos a Netanyahu y a sus Aliados. Ayer eran civiles judíos, eslavos, gitanos o ciudadanos soviéticos masacrados por el Nazismo, hoy como en 1948, son otra vez Palestinos.
- El público del «Imperio» (Negri) en «Occidente» y su periferia neocolonial (Nosotros), frente a este espectáculo atroz y deshumanizado, aplaude, evade, comenta, sublima, legitima, condena o reza por Israel, pero no puede dejar de contemplar morboso, impotente y temeroso, el sacrosanto poder del Sionismo (Revisionista). Es una violación sexual mediática permanente. Es un acto de Sadismo colectivo, por lo tanto, también de Masoquismo, impuesto a la llamada «Opinión Pública» (cualquier cosa que esto quiera significar más acá de Habermas).
Dos mil años antes de Freud y la Modernidad, los antiguos romanos sabían cómo administrar el «Tánatos» colectivo. Como transformar el «instinto», la «Pulsión de Muerte», en una especie de perversa «Erótica» de la Dominación. La crucifixión de Espartaco se convierte en el nuevo Mito de Sísifo sin Camus.
Lo explicó académicamente la Escuela de Frankfurt, acaso inspirada en el «El Asalto a La Razón» del filósofo marxista húngaro, György Lukács, pero «post festum», lo instaló y publicitó en la cultura ‘pop‘ globalizada, la saga de películas de «Star Wars» del director norteamericano George Lucas: La ilusión universal de una «República de Iguales«, de una Federación Galáctica, cosmopolita y pluralista, terminó con el triunfo del «Imperio del Mal«.
- Por eso El Coliseo se construyó en el año 72 d.C. usando aproximadamente entre 60000 y 100000 esclavos y prisioneros, muchos de los cuales curiosamente, eran judíos, derrotados en la guerra, ocupación, y saqueo romano por Tito de Jerusalén (70-73 d. C.).
Claro, no habían inventado el Fútbol. Además, todos sabemos que los/las Trabajadores/as contemporáneos/as somos «libres» y «felices».
La diferencia entre la Plebe junto a los Libertos romanos, para con los Esclavos, entre muchas, es que iban sólo como espectadores al Circo, y no eran víctimas directas de la lógica sacrificial, de las élites de Roma. También la oligarquía romana iba al Circo, claro, en sus palcos diferenciados. Igualmente, nuestros pueblos se domestican, y se adaptan a las disfunciones del Capitalismo Tardío en su periferia.
«Pan y Circo«, y a veces, hasta circo sin pan…