La guerra total contra las universidades públicas y las agendas de grupos de interés

Gerardo Cerdas Vega / UNA

La actual coyuntura relacionada con el financiamiento de la educación superior en Costa Rica a través del FEES, significa una guerra total contra las universidades públicas. No debemos y no podemos hacernos la ilusión de que se trata de nubarrones que pronto pasarán. Aún si logramos generar la suficiente presión política como para sortear este momento de forma menos traumática, lo cierto es que la guerra declarada por los sectores que hoy y ayer vienen desmoralizando a las universidades del Estado, con intereses mercantiles obscenamente evidentes en la apropiación del FEES o en la reducción dramática de la matrícula (ambos mecanismos para lucrar a través de sus empresas “educativas”), continuarán con saña redoblada sus ataques a la institucionalidad universitaria pública que, con todos sus defectos (que tenemos que atacar con urgencia), es un baluarte civilizatorio en este pequeño país. En este momento, además, envalentonados por un gobierno de corte autoritario y “populista” que ya dio muestras claras de a qué vino. Las declaraciones de la Sra. ministra de la Educación (¿Privada?), constituyen un ejemplo de hasta dónde puede y va a llegar el cinismo, la manipulación, la mentira y la desvergonzada actitud de quienes buscan apropiarse de la riqueza socialmente construida, valiéndose de un cargo político para atender las agendas de sus grupos de interés.

Todo esto me deja con una sensación muy dolorosa de déjà vu. Como algunos de ustedes saben, viví en Brasil entre 2009 y 2020 y en esos años pude presenciar dos procesos completamente antagónicos: llegué al país en un momento en que la educación superior estaba en auge, con aumento de inversión pública en la expansión universitaria, así como en ciencia y tecnología. Luego vino el gobierno golpista de Michel Temer, en 2016, iniciando un desmonte furioso de todo aquello en que se había avanzado en los años previos, dejando a las universidades públicas al borde de la inanición, muchas veces humilladas y desmoralizadas frente a la población. Algo verdaderamente lamentable de ser vivido. Hubo incluso un rector de una prestigiosa universidad pública del sur del país que se suicidó ante las enormes presiones y persecución en su contra, para que luego se demostrara que ninguna de las acusaciones de corrupción que se le habían achacado eran verdaderas…

Cuento estas cosas porque el momento actual que vivimos en Costa Rica me parece muy semejante, salvando las distancias. Y temo lo peor, para ser sincero: el inicio de un periodo de desmonte, desmoralización y ataque sin precedentes contra nuestras universidades públicas. Me gustaría estar equivocado, pero creo que estamos solo en el inicio de un largo ciclo donde tendremos que aprender a movilizarnos constantemente, a no bajar la guardia, a no confiar “en la Constitución” porque esta no les interesa cuando no les sirve, a ser capaces de comunicarnos con la población de forma asertiva en lugar de atizar la polarización (aunque a veces a uno le dan ganas de mandar a las personas donde ustedes se imaginan), no asumiendo como enemigo a quienes nos atacan en las redes sociales o en la vida real, en gran medida manipulados para volcarse contra las universidades, como si el FEES fuera el causante de todos los males del país.

Por ahora, tal vez estemos solos/as. La propaganda anti-FEES ha calado hondo y resta ver qué sectores políticos, sociales y quién sabe empresariales se alinean en la defensa de la educación superior pública (si los hay). Resta ver si aún existen sectores de la población que no hayan sido “zumbizados” por el circo de horrores montado por el Ejecutivo cada miércoles, con una estrategia de marketing que hasta ahora les ha sido muy efectiva y que tendremos que contra atacar para disputar “mentes y corazones” a favor de la educación superior, visibilizando sus inmensos aportes para el bienestar del país.

Todo esto es apenas una opinión estrictamente personal, acuciado como me siento por la grave coyuntura que vivimos, pero quise compartirla en el sentido de que, aunque las dificultades son inmensas, así también deberá ser nuestra decisión y voluntad de no aflojar en la lucha en defensa de la educación costarricense en su conjunto, tanto la superior como los demás niveles. Tenemos que ser capaces de actuar de manera conjunta, articulada, valiente y digna en los meses y años que vienen, superando los obstáculos internos y externos que se colocan. Por lo pronto, nos vemos en la calle el próximo martes 16 de agosto.

PD: También resulta central abocarnos a entender las razones más de fondo del rechazo ciudadano actual hacia las universidades. En gran parte, hemos favorecido el desprestigio porque no solo hay una estructura de privilegios dentro de las universidades, sino que muchas veces no somos percibidos como aliados de la población en general. La universidad tiene que repensarse y su proyecto debe ser popular, verdaderamente popular, o sea, conectado con las necesidades y angustias de la población en un momento de creciente incertidumbre, precarización de las condiciones de vida y aumento de la desigualdad. Todo esto también tiene que atacarse si queremos reconectar con el país real.

PD2: Es urgente integrar un equipo de comunicación con personal de la propia comunidad universitaria que pueda comenzar a producir materiales efectivos para las redes sociales, no solo destacando los logros de la educación superior, sino contra atacando la narrativa del gobierno y los medios de desinformación masiva. Esto es para ya. La comunicación institucional está siendo poco efectiva porque no ha entendido que estamos en una situación de guerra abierta contra las universidades, es una situación nueva con relación a la escalada de ataques que viene de años anteriores, porque este gobierno está dispuesto a sangrarnos. Si no atacamos los puntos débiles de una narrativa capciosa como la del gobierno, seguiremos débiles y a la defensiva hasta que seamos derrotados por completo.