MSc. Anais Patricia Quirós Fernández
Especialista en la Enseñanza del Idioma Inglés
Estudios en Género, Diversidad y Derechos Humanos
Diplomada en Cambio Climático y Gestión Integral del Riesgo de Desastres
Académica Universitaria
La «sociedad del espectáculo» es un concepto desarrollado por el filósofo francés Guy Debord en su obra «La sociedad del espectáculo» («La société du spectacle» en francés), publicada por primera vez en 1967. Este concepto se ha convertido en una parte importante de la teoría crítica y la crítica cultural en este siglo.
La sociedad del espectáculo, un concepto donde la cultura se vuelve un objeto de la imagen, convirtiéndose en un espectáculo diseñado, en que la realidad se presenta principalmente a través de medios de comunicación, publicidad y espectáculos, dejando a las personas desconectadas de sus experiencias directas. Una sociedad que convierte todo en una mercancía. Las relaciones sociales, la cultura y la identidad se comercializan y se convierten en productos que se consumen. La vida cotidiana se convierte en un espectáculo, donde las personas son espectadores pasivos en lugar de participantes activos en sus propias vidas. Las experiencias se reducen a imágenes y representaciones. El consumo constante y desenfrenado como una forma de llenar el vacío creado por la alienación y la falta de significado en la vida creando así, una falsa conciencia de lo real, cada vez alejándose de una activa participación en la toma de decisiones y en la construcción de vidas propias. Alejándose de la autenticidad y quedando las personas atrapadas en la búsqueda constante de entretenimiento y consumo extremo. Colocando la realización de metas en un papel de arroz formado por figuras inexistentes que más tarde lleva a la colonización de la mente aislando la auténtica realización personal.
En cada sociedad la participación individual juega distintos papeles y forma parte necesaria para construirla, pero la negación de lo real permite que el espectáculo se envuelva en el camuflaje perfecto volviendo lo verdadero en falso, y así facilitar el logro de fines deseados para obtener lo que no sería posible sin este. Convirtiéndose en una fusión entre la realidad y lo no real, creando una correlación estrecha entre ambos elementos para sostén de la sociedad actual.
La sociedad del espectáculo es el acto mas antiguo de la humanidad, un acto que carece de identidad, acto que termina desnudo ante la verdad de las cosas y que deja en descubierto lo único visible y real; el cadáver de una realidad ocultada pero invadida por la contemplación.
Una sociedad que logra alimentarse del mejor espectáculo es aquella que la conforman las apariencias, relaciones nutridas por la mentira de lo que se ve. Aquella en que sus hijos son educados por la arrogancia de una comunidad consumista e imitadora. Donde los actos sociales utilizan el mejor de los maquillajes, ocultando la verdadera esencia detrás de los telones de cada “espectáculo.” Donde la percepción es casi perfeta desde el exterior, pero internamente no se ve el cáncer que devora el tejido. Grupos profesionales con perfiles envidiables en el ámbito social, pero con nebulosas internas que opacan su realidad diaria. Redes sociales que usan filtros oculares para promover su producto humano, ese producto que hoy se vende al mejor postor, por el físico, la imagen y las ideas.
La sociedad que se nutre del espectáculo fomenta las relaciones líquidas, construidas a base de falacia, engaño y falsedad, dando como resultado más tiempo al fracaso tardío. Es un espectáculo que termina cuando la línea aprendida se acaba. Aun así, al final de cada acto la verdad aflora, mostrando el vacío existencial en el que hoy vive gran parte de la humanidad. La sociedad del espectáculo es uno de los tantos tentáculos sociales que constituyen el modelo de las sociedades dominantes, que necesita de una mutación de conducta inducida sin aparentar el alejamiento de la realidad.
La sociedad que se alimenta del espectáculo… ¿funciona? -SI-
La actuación imita a la felicidad, a la coherencia, y trata de ser perfecta, cubriendo sus defectos y debilidades como aquel payaso que maquilla su rostro y viste con prendas coloridas para realizar su mejor acto, aun cuando su epidermis está deteriorada, herida y cicatrizada. Oh aquella bailarina de ballet; bella, perfecta, que hace su mejor presentación ante el público, y después se interna en el camerino con sus pies sangrando y su cuerpo adolorido.
El espectáculo tiene el objetivo común de llenar la carencia de sentido, de propósitos y de significado en la vida. Donde el espectador, cuanto mas contempla menos vive, cuanto mas se identifica con el espectáculo menos sentido encontrará y menos entenderá su origen de ser, arriesgando a volverse actor tarde o temprano. Por el contrario, el actor entre más actos realiza más entrara a un estado de enajenación, alejándose cada vez mas de su propia existencia.
Finalmente, cada individuo elige cuál será su espectáculo y su efecto social, siempre en busca de ese nutriente existencial a través de sus propias elecciones y acciones. Ese propósito ausente necesario para integrarse a la sociedad dominante que cada día exige mas para poder ser miembro de cada grupo que conforma “la sociedad alimentada del espectáculo, del consumo y la alienación”.