La transición energética debe contribuir a frenar el cambio climático

Alberto Salom Echeverría

Introducción

Comento en esta ocasión un artículo del exministro de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones de Costa Rica (2006-2010), Roberto Dobles.

Dobles nos habla de la necesidad de contar con un período de transición energética que tenga en cuenta lo que él llama las realidades complejas del mundo contemporáneo. Para ello, propone políticas públicas que estén libres de dogmas, sentimientos y emociones. De acuerdo con su propuesta, tales políticas deberían conducir a reducir la “inseguridad energética y tarifaria y los crecientes costos de la generación eléctrica nacional.” Según Dobles ello es debido a la “altísima exposición al cambio climático que tiene el sistema nacional de generación eléctrica.” Finalmente, asegura que para tener una transición energética en el mundo que sea ordenada, tanto el petróleo como el gas natural son parte de la solución.

Veremos si dicha propuesta para el caso costarricense nos abre realmente como país a una transición energética que lleve a la descarbonización, o nos ancla en el círculo vicioso de la dependencia de los hidrocarburos que producen más gases efecto invernadero, contaminación de la atmósfera y calentamiento climático en todas partes.

Observaciones preliminares

Las personas que optan por la “propuesta Dobles” (por llamarla así, solo para los efectos de este artículo), tienen ante sí una de dos opciones, o bien ambas, si es que ello fuera posible: la primera sería continuar facturando sumas muy relevantes del presupuesto nacional para importar, como lo hacemos hoy, ambos elementos. Esto, de acuerdo con las circunstancias implicaría un mayor endeudamiento público externo o interno. La segunda opción podría ser abrir la senda de la investigación, exploración y explotación del petróleo y el gas. Esta segunda hipótesis ha sido planteada ya por el actual gobierno de la República y alguna gente se aferra a ella con la convicción de quien cree que constituye nuestra “tabla de salvación”. Veremos si lo es.

El señor Dobles abre la alternativa de explorar y explotar el gas natural, considerando que Costa Rica cuenta con normativa ambiental para explorar y producir hidrocarburos, respetando la protección al ambiente. Ya en otro artículo, el 4 de marzo del 2013, había dejado sentada su posición en el sentido de que la importación de gas natural, aún con precios atractivos tendría un costo mayor que “la eventual producción nacional.” Hay que aclarar que, es pretencioso hablar de “producción nacional”, cuando como es sabido, el país tendría que encargarla a una empresa extranjera, que tenga experiencia en el negocio. Costa Rica carece de condiciones para acometer esta tarea por su cuenta y riesgo.

Por lo tanto, aquí vamos a escudriñar si eso es posible y cuánto tiempo demora la investigación, la exploración y explotación del gas, en el caso de que el país encontrara este hidrocarburo en cantidades óptimas para comercializarlo. Ya con anterioridad, Dobles mismo había dejado claro que “las importaciones, aun con precios atractivos…siempre tendrán un costo mucho mayor que la eventual producción nacional.” (sic). Pero, él mismo está consciente de que “…debemos investigar más el potencial que tenemos en una gran parte del país.” O sea, reconoce que es una tarea pendiente, si bien se muestra en extremo optimista en cuanto a que, dicho “potencial”, lo tenemos en una gran parte del país, ya que “ha sido establecido por exploraciones anteriores, para eventualmente desarrollarlo.” (Cfr. Dobles, Roberto. “La Política de Importación de Energía”. 4.03.2013. larepública.net). Es importante señalar que, aunque el exministro Dobles pone de relevancia sobre todo la necesidad de explorar y explotar el gas natural el cual, es menos contaminante que el petróleo, con anterioridad, había aceptado tajantemente que “Al final del día para tener una transición energética ordenada, el petróleo y el gas natural son parte de la solución.” (Cfr. Dobles, Roberto. “Lecciones Aprendidas sobre la Transición Energética en el Mundo: Aspectos Claves Analizados en la Conferencia de las Naciones Unidas (la COP 27).” 6.02.2023. larepública.net). En otras palabras, tanto el gas natural, como el petróleo (uno de los más contaminantes hidrocarburos, responsable por lo tanto del cambio climático y del calentamiento global) forman parte de la mencionada transición energética. ¿Cabe inquirir aquí, hacia dónde se encamina esta transición que, de acuerdo con el criterio del señor Dobles, no solo no puede prescindir de estos dos elementos contaminantes de la atmósfera, sobre todo el petróleo, sino que cuenta con ellos como parte constitutiva de la solución energética requerida?

Las realidades no son las mismas para todas las personas.

En su postrer artículo el exministro de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones nos habla de realidades que según su criterio existen y deben por tanto ser tomadas en cuenta para una transición energética nos gusten o no. Dobles quiere con ello sentar la premisa de que el entorno de los países que es complejo y cambiante está determinado por realidades. En otros términos, podríamos deducir de su dicho que, aunque no nos guste tener que echar mano de los contaminantes hidrocarburos, la realidad nos lo impone.

Doble dice algo más “las realidades son las que existen”. Pues debo señalar que “las realidades que existen y que nos apremian”, no son las mismas para todas las personas; tienen distinta significación. Por ejemplo, “la realidad” para un hombre de negocios interesado en invertir en el campo de la exploración de los hidrocarburos (carbono, petróleo, gas natural y gas metano) es una. Mientras que, para personas carentes de recursos, que están sufriendo las consecuencias del calentamiento global en mayor medida que las otras dotadas de mejores recursos para hacerle frente a las inclemencias del clima, “la realidad” es completamente otra. Pensemos por ejemplo en las lluvias torrenciales, en los desbordamientos de ríos, en el clima inestable que da lugar a ciclones, huracanes, tifones, tornados; en el otro extremo incendios desaforados, devastación de los bosques, con la consiguiente extinción de especies de flora y fauna, tanto en la tierra como en el mar. Obviamente, esas y otras realidades existen, pero tienen una significación diferente para unas y otras personas en función de su situación socioeconómica, cultural, de influencia política, etc.

Las políticas públicas -dice Roberto Dobles- deben estar fuera de dogmas, sentimientos y emociones.

Esa pretensión sería muy loable y si ello fuera posible ayudaría mucho a la humanidad a alivianarla de conflictos y problemas. Pero, como lo reconoce el propio Roberto Dobles, la realidad es tan compleja, que casi no encuentro ejemplos claros de gobiernos que, en el mundo impulsen políticas públicas desprovistas de prejuicios, falsas premisas o axiomas (indemostrables por definición). Tampoco los hay carentes de emociones y sentimientos. Con frecuencia más bien actúan con una sobrecarga emocional importante. Los ejemplos saltan a la vista por todas partes: Donald Trump por ejemplo, un negador del cambio climático como producto de la acción humana, arremetió con toda la subjetividad de que fue capaz, para incrementar la producción de petróleo en su país y de gas natural; aunque como fue señalado con meridiana claridad en la COP 21 celebrada en París, los Estados Unidos y China son los dos países que más contribuyen con el cambio climático y el calentamiento global, merced a la incremental producción de hidrocarburos.

Tanta subjetividad y animosidad hay en el impulso a las políticas públicas que, a pesar de que la COP 21, celebrada en el 2015 en París, estableció basada en criterios científicos, por primera vez, umbrales muy rigurosos que no debían ser traspasados por las naciones productoras de hidrocarburos, a fin de lograr la descarbonización de la atmósfera y ralentizar así el calentamiento global de nuestra “Casa Común”, el Planeta Tierra, dichos umbrales fueron traspasados, justamente por las principales potencias responsables de la sobrecarga de CO2 (“overwhelm” en inglés), que inunda la atmósfera de gases de efecto invernadero proveniente de los hidrocarburos.

¿Por qué razón no se ha podido controlar el clima, el calentamiento global? Porque no existe la debida cooperación entre las naciones desarrolladas, así como tampoco entre éstas y los países subdesarrollados, para atenerse a los protocolos aprobados en la COP 21 y ratificados en las subsiguientes conferencias de las partes. Debido a ello es que no se ha conseguido ni siquiera ralentizar, menos aún detener la carbonización de la atmósfera, a pesar de todos los efectos perniciosos para la vida que ello conlleva.

La respuesta el señor Roberto Dobles la tiene a la vista: los hacedores de las políticas públicas, muy a pesar de sus intenciones, permanecen fuertemente influidos por sus dogmas y prejuicios que los llevan a obviar la gran diferencia que existen entre “el desarrollo”, considerado tradicionalmente como crecimiento económico medido en términos de crecimiento del PIB y el “desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza, con la vida o, en una palabra, con los ecosistemas”. ¿En qué queda eso que usted denomina, señor Roberto Dobles la transición energética, sin estar acompañada de indicadores científicos rigurosos que permitan medir los esfuerzos de todas y cada una de las naciones por lograr una transición energética cada día más libre de carbono en su propia atmósfera, con esfuerzos comprobables por introducir cada vez más energías limpias, renovables y menos hidrocarburos? De no ser así, ¿de qué clase de transición energética estamos hablando? Necesitamos asegurar la ruta hacia un mundo más humano y habitable, para todos los seres de este planeta, pero, en especial para los más vulnerables; víctimas de sociedades altamente consumistas, excluyentes, con grandes índices de contaminación de la atmósfera, de las cuencas de los ríos, de la tierra toda y de los océanos. Necesitamos trazar un objetivo allá lejos, en lontananza, que asegure que nuestra “Casa Común” será habitable para las generaciones venideras.

¿Por qué -se han preguntado en las conferencias de cooperación a escala mundial- es tan difícil lograr la cooperación internacional sobre el cambio climático? Le voy a dar una respuesta contundente, de una fuente inobjetable: “[…Entre] los desafíos -dicen- se hicieron evidentes, conflicto de intereses, grandes diferencias culturales, competencia entre economías, discrepancias en infraestructura, falta de información, subcontratación entre otros.” (Cfr. Wachouston-org.translate.goog. World Affairs Council of Greater Houston).

Otra razón importante para que no exista cooperación internacional, la establecen los europeos en la ausencia de un protocolo donde se establezcan responsabilidades de parte de las naciones que incumplan los acuerdos alcanzados en las conferencias internacionales. En efecto, Europa ha insistido en la importancia de definir estrategias que contengan rendición de cuentas claras por parte de cada país signatario; pero, no ha habido respuestas claras en este sentido, ya que Europa no posee poder político para obligar a otros países a luchar contra el cambio climático. Como cuando la India se resistió en un principio a firmar el acuerdo de la COP 21, alegando que los compromisos excedían sus posibilidades como país de economía emergente. Australia, a su vez estuvo a punto de marginarse considerando que, si los Estados Unidos no estaban comprometidos con el acuerdo de París, se tornaba perjudicial para ellos presentar una legislación que los colocara en desventaja frente a los países desarrollados. A propósito, un informe del Instituto de Asuntos Internacionales Europeos (IIEA), señaló: “Es crucial mencionar o cuestionar la ética detrás de estas decisiones. Cuántas vidas son importantes, pero ‘menos importantes’ que una determinada cantidad de ganancias, en dólares. -Y luego externaron una pregunta- ¿Son todos los hombres iguales, pero algunos menos iguales? -A lo que responden- Las Instituciones Internacionales también han jugado un papel sesgado en este tema, atribuyendo más valor a poblaciones y líderes específicos…-A continuación, agregan-La teoría de las relaciones internacionales, está sesgada hacia occidente, lo que perjudica su capacidad para explicar y proporcionar un bien social. Gran parte de este sesgo occidental se debe al dominio político y militar histórico de occidente; los vencedores escriben la historia, y la filosofía política parece también hacerlo.” Concluyen afirmando: “El objetivo debería ser hacer políticas inclusivas y más amigables con el mundo mediante la voluntad de involucrar el pluralismo y encontrar los representantes correctos en las Instituciones y más críticos en los Estados.” (Cfr. Curtin, Joseph. “Instituto de Asuntos Internacionales y europeos.” https://www.iiea.com/publication/the-Paris-climate-agreement-versus-the-Trump-effect-countervailing-forces-for-descarbonsation)

Por contraposición, es muy significativo que, en ningún caso se refieran como una dificultad para la cooperación a una premisa a la que el señor Roberto Dobles parece atribuirle toda la importancia en su escrito, cuando citando a Ben Shapiro escribió: “…a los hechos (o sea a las realidades) no les importan los sentimientos”. (Ibidem. larepublica.net).

Las dificultades en la exploración y la extracción del gas natural.

Con alguna antelación he investigado acerca de los procedimientos, riesgos y dificultades, o eventuales ventajas derivadas de la exploración y extracción con fines productivos o comerciales del gas natural. Con anterioridad creo haber demostrado que la investigación no está tan desarrollada como lo ha pregonado recientemente el señor Roberto Dobles. Retrotraeré para mayor abundamiento, algunas citas textuales de mi artículo escrito el viernes 4 de febrero del 2022. Al mismo tiempo, los invito visitar el sitio para quien desee realizar la lectura completa (Cfr. Salom, Alberto. “El Gas Natural ¿Es una Buena Opción para Costa Rica?” laRepublica.net. 4.02.2022)

De lo expresado por mi persona entonces, entresaco lo siguiente. “Describiremos primero algunas de las características sobresalientes de este combustible fósil. Sus compuestos químicos son el metano que es el principal en un 85% (su fórmula química es CH4); otros de sus compuestos químicos son: el etano 10%, el propano 3% y el butano 0.1%. Tiene otros componentes, algunos muy indeseables como son: nitrógeno en un 0.7%, dióxido de carbono, ácido sulfhídrico y el agua. Los depósitos de gas suelen encontrarse entre 1,5 ó 4 kms de profundidad, como en España; no obstante, su profundidad puede ser aún mayor. Como combustible fósil que es, se trata de un gas contaminante. Suele afirmarse, que es el menos contaminante de los combustibles fósiles, lo cual es cierto, en términos generales. Veremos empero otras circunstancias que a nuestro modo de ver no lo hacen tan amistoso con la naturaleza y el medio ambiente. Los yacimientos de este gas suelen encontrarse a grandes profundidades, ya sea en el subsuelo terrestre (“onshore”) como en el marino (“offshore” o extraterritorial) y, puede encontrarse libre o asociado junto al petróleo. Cuando el gas propano se encuentra asociado al petróleo, deviene en un subproducto de éste; por lo que para obtener los subproductos emanados del gas se debe procesar primero el petróleo crudo en las refinerías para producir la separación de los compuestos químicos. Los usos del gas son: Industrias, uso doméstico, o para generación eléctrica.” (Cfr.“¿Cómo se obtiene el gas natural?” Google, htpps://www.nedgia.es, 2022).

Escribí entonces, además: “Gas natural: lo bueno, lo malo y lo feo. El gas natural, al igual que el petróleo y el carbón, se originó hace millones de años producto de la descomposición de materia orgánica proveniente de plantas y animales. Este combustible quedó atrapado en las profundidades del territorio (en tierra firme o en el mar), bajo gruesas capas de fango, arena, lodo y en formaciones rocosas. Estas formaciones pueden ser: rocas porosas, o rocas más densas o “no porosas” que impiden que el gas natural escape de sus depósitos hacia la superficie; en ocasiones puede encontrarse en la capa rocosa cercana a la superficie terrestre, conocida como Sial. (Cfr. “¿Cómo se produce gas?” Google, https://www2.osinerg).

En Costa Rica el estado de la exploración e investigación realizada no nos permite saber: en primer lugar, si tenemos gas natural en condiciones abundantes como para ser extraído y comercializado. En segundo lugar, aún menos sabemos si existe gas natural en abundancia en la roca porosa, o este se encuentra en profundidades atrapado en la roca “no porosa”.

Si resulta que el gas que eventualmente se extraería, se encuentra en las profundidades subterráneas desde los 400 hasta los 5.000 metros, el combustible será más difícil de extraer y se encontrará en menor concentración. Aquí comienzan los problemas para los países que están explotando el gas o los que lo intenten en el futuro, en caso de haber condiciones para ello.

¿Qué es el “fracking” o en español la “fractura hidráulica”?

La fractura hidráulica es un procedimiento que se emplea para extraer el gas o inclusive el petróleo, cuando estos combustibles se encuentran atrapados en las rocas densas y de baja porosidad. Se les denominan “gases no convencionales” y se hallan: en areniscas de baja permeabilidad (tight gas), en esquistos o pizarra (shale gas), metano en capas de carbón (coal bed methane), hidratos de metano (moléculas de metano atrapadas en compuestos helados de agua). (Cfr. istas.net/descargas/informe%20Fraching.pdf). De acuerdo con la información consultada, la fractura hidráulica, donde mayormente se usa es en esquistos o pizarra, aunque también se emplea para la extracción de otro tipo de gas no convencional y también para extraer petróleo en profundidades donde se encuentran rocas no porosas.

En el caso del gas de esquisto, se encuentra concentrado en pequeñas burbujas o poros, algunas veces microscópicos, dada su baja permeabilidad. El procedimiento consiste en romper o quebrar la roca mediante la fractura hidráulica, para que el gas de todas esas burbujas se unifique y fluya hacia la superficie. La técnica como se ha dicho se emplea también para perforar la roca donde hay petróleo. El procedimiento es no solo muy engorroso explican los técnicos, sino mucho más caro. ¿Cómo saber que, en Costa Rica en caso de existir gas en proporciones comercializables, no vamos a tener que vérnosla con este tipo de gas de esquisto o pizarra, u otros “no convencionales”?” (Si usted desea conocer en detalle el procedimiento de la fractura, le invito de nuevo a visitar el sitio indicado, donde encontrará mi artículo y las fuentes de la investigación realizada.)

Concluí entonces afirmando y lo reafirmo ahora: “En suma, se van generalizando las protestas en diferentes países del orbe contra este tipo de exploración y explotación del gas natural no convencional, que se encuentra en las profundidades terrestres o marítimas atrapado en rocas densas o no porosas. La mayoría de las protestas tienen que ver con la contaminación de los acuíferos, pero van surgiendo innumerables problemas derivados de la contaminación ambiental y de recursos tan indispensables a la salud humana como el agua. Mientras las naciones continúen aferradas a la producción de combustibles fósiles, se abstendrán de tomar el camino de investigar y abrirse a la producción de combustión mediante energías limpias; seguirán así enfermando más al Planeta, nuestra casa común. Juzguen ustedes si a Costa Rica le conviene comprarse el boleto de tener que lidiar en estas condiciones con la exploración y explotación de gas natural; no digamos ya del petróleo… Nuestro futuro es por un desarrollo sostenible con la Naturaleza y el ambiente, para enfrentar el calentamiento global.