El show quemado

Jiddu Rojas Jiménez

¿Se nos fue Costa Rica? ¿Se nos va el Estado Social de Derecho, nuestras conquistas sociales y laborales, y hasta la Democracia?

Lamentable. Pero más lamentable sería no denunciar, callar y no luchar. Por eso escribo esto, casi como un imperativo más que moral, existencial.

Recientemente, por ejemplo, nos deleitaron con el Show Legislativo de Doña «Pilarsh», producido por el mentado «Malacrianza», «also starring by»: Mr. Baruch (y no Spinoza) y La Nación, SA., y los diferentes sectores empresariales en disputa y rapiña.

En esta guerra interna entre diferentes cúpulas empresariales, — pocas con sentido de Patria y Solidaridad —, el nivel de sus operadores políticos tránsfugas, ha decaído aceleradamente. Sobre todo, para el oficialismo acostumbrado al populismo neocón, más irracional.

¿Todo se vale para el gobierno actual cuando sale a comunicar algo? ¿Es acaso como un gran «Vodevil» barato televisado y de muy mal gusto? ¿Es un sueño, un delirio, una pesadilla totalitaria tropicalizada?

Sin embargo, su «rating» además, objetivamente, está bajando aceleradamente, frente a la ferocidad de la crisis real.

¿Sarcasmo aparte, será de verdad entonces que la Casa Presidencial de Zapote, se convirtió en la Plaza de Toros?

Repasemos por si fuese poco, el anterior contexto de desesperanza y caos social construido nacionalmente, frente a esta especie «teatro- político» del mal gusto:

Los troles, los ramashekos, los fanáticos, la corrupción normalizada, la demagogia vil, el estilo comunicativo de «matón» del Ejecutivo, y el cinismo en la propaganda. La crisis nacional tiene historia.

Los «logros» concretos del Gobierno actual son apabullantes:

El ataque permanente a la Caja (CCSS), la venta del BCR, al AYA y ASADAS, al ICE, al INA, al MEP, el ataque al FEES y a la universidad pública; la intensa destrucción del sector agro, y el sabotaje a la posibilidad de soberanía alimentaria, más la fracasada «Ruta del Arroz» en beneficio de los amigos importadores; la desigualdad creciente; las amenazas a sindicalistas; el narco; el sabotaje a la credibilidad del Poder Judicial; el atribuirse logros de otras administraciones (v.gr., el nuevo tramo de la circunvalación); los escándalos de nombramientos de funcionarios no idóneos y las renuncias subsecuentes; la insólita huelga de policías; la crisis económica eterna; la inseguridad ciudadana; la miope receta neoliberal contra el sector público; etc. La lista crece y crece.

Mientras, el discurso de odio y la confusión siguen creciendo, ¿qué más seguirá?

¿Más polarización, más desinformación sostenida, más fanatismo, más manipulación, más prejuicios, más mentiras, hasta llegar a la violencia política?

Persiste la cínica estrategia del oficialismo y sus medios, de la llamada «Inversión Axiológica» (Franz Hinkelammert): Presentar a la «víctima» como el «victimario», y viceversa.

¿Es como si se alimentaran sólo del caos organizado, de la discordia gratuita, de la ignorancia sostenida, del miedo provocado, de la mentira permanente, de la hipocresía descarada, del dolor social, o sea, del «Tánatos» colectivo?

Muy triste nuestro panorama político y general, como República.

Anunciado estaba. Desgraciadamente, no nos equivocamos. Lo advertimos incluso.

En consecuencia faltan tres años de resistencia, de hacer posible lo imposible, de construir la articulación de nuestras diferencias, para una más amplia unidad democrática y popular; sobre todo es hora para la creatividad, para la educación política, para la formación ciudadana, para la movilización inteligente, para pensar la política ontológicamente desde la «Esperanza Concreta» (Ernst Bloch), y sobre todo, para reconstruir el amor por el prójimo, para la verdadera fraternidad, y para volver a soñar con la Igualdad social con Libertad.

Pero… «Caute», reza el epitafio del gran filósofo Baruch Spinoza. ¡Cuidado!