Festival por la Paz para Palestina – arte para la esperanza

Ann Marie Saidy

El 10 de febrero de 2024 tuvimos una tarde de artes planeada en la esperanza, con el cielo de un verdadero azul pastel con nubes pintadas con un blanco resplandeciente.

El sol brillaba en un jardín con un generoso espacio verde con una bella huerta casera, en las instalaciones del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) en Sabanilla, generosamente prestadas. La música empezó a las 12:30 md y no terminó hasta las 7:30 de la noche. Este fue el Festival por la Paz para Palestina con entrada gratis.

Hablando en nombre de la organización, la Red de Solidaridad con Palestina – Costa Rica, – con 38 años de solidaridad – Isabel Macdonald nos invitó a disfrutar de la música y comida árabe, la poesía, danza y artesanía. Lo recaudado se destinaría a las necesidades médicas de los niños y de las niñas de Palestina, atrapados en un atroz genocidio en Gaza. La directora del Departamento Ecuménico de Investigaciones, Silvia Regina de Lima, nos recordó que la actividad de solidaridad de la tarde es una de varias actividades de solidaridad que apoya el DEI, entre ellos la atención a refugiados y emigrantes que buscan refugio en Costa Rica.

La idea del Festival fue inspiración de la joven estudiante judía Mia Fink, quién quería mostrar que hay judíos que reconocen la importancia de apoyar a los niños y a las niñas, que no tienen nada que ver con los políticos que causan el actual genocidio en Gaza. Como parte de su solidaridad, los asistentes – alrededor de 300 – se sentaron en el jardín, muchos permaneciendo de pie, disfrutando la actividad y el reencuentro entre amistades, durante toda la tarde. Con esa motivación, 20 artistas y músicos donaron sus talentos, y las cocineras, sus deliciosos platos árabes. Había malabares, un payaso que deslumbró a niños y adultos, títeres y poetas y una bailarina vestida en un traje de color con cascabeles.

Músicos llegaban y músicos salían como si fueran dirigidos por un director invisible, con sus guitaras, baterías, bongos y teclado. Los mensajes de las portavoces fueron intercalados entre actos y la poesía, recitada con mucha pasión por la situación candente en Gaza. Panelistas, Wajiha Sasa, cónsul de Palestina en Costa Rica y Jorge Barrientos, profesor de la UCR nos recordó de los últimos 76 años de la Nakba palestina, desde el imperio Otomano hasta la masacre de hoy.

Lo más perturbador fue un testimonio dado por un palestino que vive en Costa Rica, quién nos relató de sus contactos en Gaza. Uno había perdido 50 miembros de su familia, 50 miembros en una sola familia. ¡Qué horror! El silencio en el Festival en ese momento de su testimonio era palpable.

En contraste, había una vista sobresaliente de unas tres niñas palestinas en trajes típicos, de negro y bordados rojos. Por dicha ellas viven en Costa Rica, no en Gaza.

Había varias mesas donde los vendedores ofrecieron joyas, dibujos de arte, aretes con el motivo de la sandía, -un nuevo símbolo de la bandera de Palestina, con sus colores rojo, negro, verde y blanco- y más.

En una sola mesa, un vendedor se especializó en libros pequeños, tamaño de bolsillo. En otra mesa, los niños pintaron con tiza.

Durante toda la tarde, el público también pudo comprar unas muestras de comida árabe, como falafel en pan pita -, del restaurante O’Libano cerca de la UCR -, humus, babaganoosh, aceitunas verdes y negras y tabbouleh (sin el trigo molido). Para bebidas se ofreció té de rosa de jamaica y sangría, más la especialidad de postre árabe conocido como baklava, de la panadería Istanbul en Plaza Víquez, entre otros postres y café.

De las ventas, los cinquitos al fin llegaron a un total de c1.000.000 de colones para gran sorpresa de los organizadores. Se donarán a dos entidades que lleven ayuda humanitaria a Gaza, la UNICEF y la UNRWA.

Cuando la gente pregunta si la ayuda de vedad llega a los necesitados en Gaza, lo que sabemos es que antes de este recién genocidio, entraban 500 camiones a Gaza por día. Hoy en día, entran 95 camiones por día, con dificultades y tardío, pero si llegan.

Luego la noche cayó y la música continuó, acompañado por las estrellas.

La tarde y la noche fueron un derramamiento de amor… en medio de la tristeza…Fue un acto de resistencia que nos dio esperanza.