Álvaro Vega Sánchez, sociólogo
Lo virulento, según el Diccionario de la Real Academia, hace referencia a lo “maligno ocasionado por un virus o que participa de su naturaleza…”, “dicho del estilo de un escrito o discurso ardiente, sañudo ponzoñoso o mordaz en sumo grado”.
En este sentido, el discurso virulento del miedo es utilizado en la actualidad por los políticos neoliberales y grupos dominantes, de forma intensiva, para someter al pueblo a una obediencia incondicional a sus mandatos, aunque estos vayan en contra de los intereses más justos y legítimos del mismo pueblo.
Como tal, resulta ser un discurso de gran potencial desmovilizador, especialmente en un contexto de pandemia como el que estamos viviendo. Al reiterar la posibilidad del contagio con consecuencias letales, cumple con una función política fundamental: paralizar a la ciudadanía para que contenga sus ímpetus críticos de indignación o las postergue para un tiempo indeterminado. En un estado de emergencia pandémica, lo urgente se antepone a lo importante.
Ese sentido de urgencia y premura, es utilizado para impulsar proyectos políticos y medidas, con un fuerte sesgo de autoritarismo, porque al decir de estos políticos la emergencia los requiere. Así justifican las acciones más atrevidas, inconstitucionales y hasta violentas; todo porque se establece una situación excepcional que las justifica a priori.
Sí, para tiempos extraordinarios, medidas extraordinarias…, pero que respeten la dignidad y los derechos de las personas y de la naturaleza, así como las conquistas sociales de la clase trabajadora, y la institucionalidad social que las respalda en un Estado Social de Derecho.
Sin embargo, hoy estas conquistas sociales que han dignificado la condición laboral de los trabajadores, son presentadas como privilegios y se atacan de forma virulenta, apelando a este discurso del miedo, para continuar con la política de protección y cuido de los intereses del gran capital empresarial y financiero.
Llama la atención también como ciertos organismos internacionales, aprovechan la virulencia del miedo, para “jalar agua” para sus molinos. Es muy curioso que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se haya apresurado para incluir a Costa Rica entre sus miembros. ¿No era que todavía faltaban varios requisitos por cumplir?
¡Vaya tanta generosidad, querido Sancho! Señal de que no cabalgamos, más bien nos cabalgan. Pero ya vendrán tiempos mejores, cuando tomemos las riendas en estas comarcas para superar todas las miserias e injusticias, y entonces vuestra majestad, como gobernador de esta isla continental, y yo, con mi eterno amor de Dulcinea, seremos los seres más felices de la tierra, porque brillará, al fin, el sol de la justicia.
Pero, en el mientras tanto, tenemos que enfrentar la virulencia de este discurso del miedo con mucha entereza y heroísmo; nada de pendejadas que esas están hechas para los espíritus apocados y que se dejan adormecer por temores y miedos, ficticios o reales, pero que son utilizados con malsanos propósitos, y seguir subyugando a las gentes nobles, como nosotros que andamos por estas tierras prodigando amor y justicia ¿Acaso habrá una mejor aventura?
Foto de SURCOS: Movimientos sociales construyen ciudadanía y democracia. Encuentro de Confluencia Popular realizado el 21 marzo del 2011.