«Vaticano versus Circo Romano»

Luis Ángel Salazar Oses

Luis Angel Salazar Oses

Luis Angel Salazar Oses. (Tomada de Facebook).

Al leer rápida y distraídamente este título, posiblemente un futbolero pensará «¡que buen derbi se han montado en Roma!»
Dormía la siesta larga de los jubilados cuando mi reloj biológico me despertó e instintivamente y medio adormilado, busqué en el dial una de las emisoras que diariamente y a cada hora, da un resumen de noticias, la sintonicé y lo que me encontré fue un radio teatro en el que se representaba la «Pasión de Cristo», de inmediato recordé que era viernes santo y, resignado y aficionado al teatro que soy, me dispuse a escuchar un rato al menos, este drama tratando de encontrar alguna variante interpretativa que me permitiese juzgar la calidad de actores y actrices. El momento era dramáticamente culminante pues se acercaba la crucifixión y, con gran sentimiento, el narrador describía la figura transida de dolor de la madre dolorosa de el Salvador que, abrumada por su infinita pena, casi agonizaba impotente caminando detrás de su hijo…
La situación me emocionó también pues en María encarné inmediatamente y en una especie de recorrido por la historia contemporánea, las madres impotentes ante sus hijos descuartizados por las bombas en Vietnam, torturados por la dictadura Chilena, desaparecidos por el feroz neofascismo Argentino -María era ahora las abuelas de la Plaza de Mayo-, masacrados por los desalmados milicos guatemaltecos, salvadoreños y somocistas, por el vigente imperialismo capitalista neoliberal en Afganistán, en la desintegración de la antigua Yugoslavia, en Irak, en Libia, en Siria, en Yemen…Casi llorando y esperando escuchar muy pronto, como todos los viernes santos a las tres de la tarde se acostumbra en nuestra Patria, ese desgarrador himno al dolor humano llamado Duelo de la Patria del gran músico costarricense Rafael Chaves Torres, me fui sumiendo en ese duermevela, donde las cosas se van difuminando, hasta dormirme en angustiante pesadilla.
De pronto, violentamente fui sacado de mi solidaria, revolucionaria y martirizada ensoñación, por una escandalosa canción que, a la hora nona del viernes santo, hora según la leyenda de la muerte del supremo redentor, debía ser una horrible y blasfema profanación, con pena de excomunión y parrilla infernal y eterna garantizada, para quienes osaran cometerla, una verdadera bofetada en las sagradas creencias del 90% -¡sube al 95% cuando tiembla!- de los costarricenses que se dicen fervorosos cristianos. El cántico tan supremamente sacrílego en ese momento, provenía de mi aparato de radio, minutos atrás santificado por la solemnidad del drama que se estaba representado, y que era la rítmica sustituta del himno nacional, que acompaña a los más masivos, espectaculares, mundanos e incluso, orgiásticos triunfos populares y presunto burdo plagio de la canción homónima de José Luis Rodríguez -«El Puma»- gritaba a todo pulmón: «¡¡¡¡Agárrense de las manos heeee!!!!, unos a otros conmigo. ¡¡¡¡Agárrense de las manos!!!!, apoyemos nuestro equipo, la selección nacional, es el honor de los ticos…»
El Vaticano, como sabemos, alberga a la Santa Sede, monarquía absoluta y única teocracia europea, cuyo poder totalmente vertical lo ejerce el Papa, máxima autoridad directora de la iglesia católica, apostólica y romana que dice provenir del cristianismo original en una sucesión papal iniciada con Pedro y que no ha sido interrumpida jamás.
El cristianismo se origina del seno del judaísmo mesiánico que, como su nombre lo indica, cree en la existencia de un mesías o ungido de dios que, como su hijo divino hecho hombre, viene a la Tierra a predicarnos su doctrina de salvación, cuya validez la comprueba muriendo en la cruz por nosotros y resucitando al tercer día.
Por cierto que esta doctrina tiene mandamientos muy claros de entender y simples de cumplir, cuyo resumen plantea Jesucristo en el libro de Juan de la siguiente forma: «Amaras a dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo». El cristianismo recibe una enorme influencia de la cultura helenística y, particularmente al llegar a Roma, del paganismo religioso vigente en esa urbe. Todas esas influencias son notables en la versión cristiana católica,apostólica y romana.
El cristianismo aparece en una provincia pequeña del Imperio Romano llamada Palestina, fundamentalmente como una religión de misterio o, como apuntamos, de salvación, se extiende por el Imperio Romano durante el siglo II, en el siglo III el Imperio empieza a decaer, particularmente por sus contradicciones internas y la presión de sus múltiples enemigos sobre sus fronteras, para cuya defensa debe recurrir crecientemente a la conversión de sus esclavos en soldados en los cuales el cristianismo se había hecho muy popular por lo que, en su lucha por adueñarse del poder imperial, Constantino se declara cristiano y se convierte en emperador, momento a partir del cual el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y, paulatinamente Roma, en la capital del Cristianismo, puesto que le debió corresponder a Belén cuna de Cristo. Recordemos que el cristianismo predica sobre todo el amor a dios por el que debemos renunciar al mundo material, pasajero, lleno de trampas y engaños y, en segundo lugar, el amor incondicional al prójimo no importa que sea enemigo -¡Ama a tu enemigo!- y estas dos tesis le caen al pelo a los dueños del poder material, dígase los grandes ricos de ayer, hoy y, hasta que el Pueblo se rebele, siempre. Así que esta versión romanizada del cristianismo se convirtió en Aparato Ideológico del Estado, para lavar los cerebros del Pueblo trabajador y humilde y hacerle aceptar, con resignación e incluso amor por sus explotadores, su destino de ciervo en la Tierra con tal de recibir su redención eterna después de la muerte.
El Circo Romano era el distractor ideal -otro «lavacocos»-, fomentado por los emperadores romanos, para desviar la atención del Pueblo de la condición de miseria y depredación a que el imperio le tenía sometido, Hoy su equivalente es el «opiofutbol» que tiene enormes circos llamados estadios, gladiadores llamados futbolistas, unos muy bien pagados, preferidos por el Pueblo y la mafia gobernante que son reclutados, no por mercantes de esclavos como en la época romana, pero si por sus equivalentes contemporáneos llamados apoderados («managers»), por los dueños de los equipos y, todo bajo el imperio de la FIFA, presuntamente mafiosa entidad, que le maneja este otro y efectivísimo Aparato Ideológico al Capítalismo Neoliberal contemporáneo.
Al igual que el cristianismo original, el fútbol hunde sus raíces en tradiciones de juegos semejantes de diferentes pueblos, como el «Juego de la Pelota» practicado por pueblos precolombinos de Mesoamérica o, a finales de la Edad Media en las Islas Británicas y pueblos aledaños, conocidos como el Código del Fútbol del que derivaron el rugby, el fútbol americano, el australiano y el fútbol a secas que es el que nos ocupa. Sus reglas se unificaron en su versión moderna allá por 1863 en Inglaterra; después de la formación de la Football Association y, como han sido muy simples, fácilmente fueron asimiladas por sus aficionados. Los grandes industriales ingleses empezaron a ver en este deporte una muy económica forma de mantener a sus obreros ocupados los domingos, evitando, como dice la leyenda, que se emborracharan o agredieran a sus mujeres, lo que generalmente terminaba en ausencias laborales los lunes -con sus consecuentes pérdidas económicas- y empezaron a fomentarlo entusiastamente entre sus trabajadores. Al organizarse las competencias empezaron a parecer los fanatismos y, conforme estos se hicieron cada vez más enajenantes, este inocente deporte se convirtió paulatina pero inconteniblemente en el alienante -opiofútbol- que hoy conocemos. El 21 de mayo de 1904, en Francia, se funda la Federación Internacional de Fútbol Asociado -FIFA- cuyo trabajo hace posible la extensión del fútbol por todo el Planeta y este proceso convierte a este deporte en un negociazo para las grandes Transnacionales fabricantes de utensilios para su práctica, de refrescos y licores, de medios de «comunicación», etc., etc.
De esta manera, tanto el cristianismo como el fútbol se profesionalizaron y se trocaron en dos recursos, muy productivos y útiles por cierto, manejados y aprovechados en última instancia, por los dueños del sistema capitalista mundial que los manejan a su antojo, directa o indirectamente, mediante alianzas explícitas o implícitas con los altísimos dirigentes religiosos y futboleros del mundo.
Negocios como son de un mismo imperio capitalista, se respetan mutuamente sus ámbitos de acción de manera tal que el, pasado viernes, ni la FIFA le pidió suspender las actividades religiosas a la Iglesia Católica Apostólica y Romana y, mucho menos ésta le pidió correr a la Federación una semana siquiera su «FechaFIFA»
En Costa Rica, donde nuestro clero es tan reactivo en contra de cualquier violación a sus tradiciones, sumisamente este Viernes Santo terminó haciendo, como dicen en la jerga teatral, «mutis por el foro» y, con el rabo entre las piernas y sus seguidores deseando más escuchar los goles de la sele que el sermón del cura parroquial, siguió silente su diezmada ceremonia.
Para quienes peinamos canas, acostumbrados a escuchar todo tipo de maldiciones e imprecaciones en contra de quien osará interrumpir o alterar, mínimamente siquiera, la más solemne actividad de la Semana Mayor -muerte y fúnebre procesión del Santo Sepulcro conteniendo al Divino Redentor- esta resignada actitud de la jerarquía católica realmente nos sorprendió, a pesar de que, en mi caso, no soy creyente.
Indudablemente en Costa Rica, el derbi de la capital Italiana entre el Vaticano y el Circo Romano -«opiofútbol»-, lo ganó por goleada este último. «Poderoso caballero es don dinero» (¡don denario diría Judas!).

 

*Imagen tomada de Semanario Universidad.

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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