Parque Ecológico Las Lapas en Crucitas

Álvaro Vega Sánchez

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

El santuario de las lapas en Crucitas fue profanado y dolosamente invadido y arrasado. Hay que restituir ese santuario convirtiendo a la finca crucitas en un parque ecológico donde se reforeste, especialmente con almendros, el hábitat natural de una de nuestras aves más bellas, símbolo de una rica y exuberante biodiversidad.

En un viejo artículo había sugerido que, siguiendo la visionaria y sabia tradición de crear parques nacionales en un país ejemplar a nivel mundial de una avanzada política conservacionista, en la actualidad podríamos apostar por crear parques ecológicos en todos los cantones del país, verdaderos pulmones para oxigenar nuestras urbes en crecimiento. Asimismo, para proteger zonas estratégicas de reproducción de especies terrestres y marinas que se han convertido en víctimas del arrinconamiento y la depredación por parte de un ser humano que perdió el rumbo de su misión fundamental: garantizar la reproducción de la vida en el único planeta habitable de nuestra galaxia.

Crucitas nos retrata hoy ante el mundo como un país sin rumbo, sin visión ni estrategia. Gobiernos van y vienen y Crucitas empeora. No hay voluntad de sentarse a la mesa del diálogo ciudadano para conjuntar las mejores ideas y salir del “atolladero” en que nos encontramos en este caso, como en tantos otros que han sido objeto de la improvisación, por decir los menos. No adolecemos de imaginación y creatividad, para proyectar al país sobre mejores senderos, pero sí abunda la falta de voluntad para el diálogo que permita gestar y recoger las mejores ideas; la conversación reposada que abre nuevos horizontes, tarea ineludible de los pueblos soñadores y visionarios.

Un país sin rumbo, es decir, que no marca la cancha, está cada vez más expuesto a ser conducido por intereses foráneos, la más de las veces siguiendo la lógica imperial de extraer y explotar sus mejores recursos humanos y naturales a cambio de “cristales” y promesas de futuros gloriosos, mientras se profundiza la desigualdad, la injusticia y la violencia criminal. Un país que no planifica su futuro está destinado nos solo a repetir los errores del pasado sino a facilitar que se impongan intereses ajenos y espurios que lo mantendrán postrado, adormecido y paralizado: un país convertido en “hoja que arrebata el viento”.

¿No creen que ya es tiempo de comprometerse  con acciones concretas y sustantivas, para no permitir que el santuario ecológico, que es Costa Rica, sea invadido por intereses y fuerzas mezquinas que solo piensan en sacar provecho económico de sus recursos, sin importarles las consecuencias ecológicas devastadoras, anti-vida? ¿Acaso, vamos a permitir que una valiosa y rica tradición de conservación y salvaguarda de nuestras riquezas biodiversas se tire por la borda, con la excusa de “reactivar la economía”? ¿Qué tipo de economía queremos reactivar, la que ha emprendido una guerra no declarada contra la naturaleza, que hoy cobra cada vez más víctimas (incluidos los “migrantes ecológicos”) en razón de un acelerado cambio climático?

Una alternativa para Crucitas, en correspondencia con nuestra “vía costarricense” de progreso y bienestar social y eco-ambiental, significa afirmar nuestra identidad, con dignidad, en el escenario global. Que la mesa del diálogo recoja las mejores ideas, para actuar ya.